Cristina Ortiz, psicóloga deportiva de La Palma C.F., reconoce que su especialidad ha ido avanzando en la última década, pero que aún hace falta una mayor apuesta por parte de los clubes y asociaciones deportivas.
Movimientos rápidos de balón. Desmarques a partir del mediocampo y un preciso pase a profundidad que se convierte en gol. El silbato suena y La Palma C.F. se lleva los puntos de la victoria. Desde el banquillo, Cristina Ortiz clava su mirada esmeralda en los gestos de los jugadores. Esos leves movimientos del rostro que, si bien pasarían desapercibidos para cualquier otra persona, para ella son el reflejo del trabajo realizado durante meses como psicóloga deportiva del club. El mismo equipo que, justamente, la inspiró para que cursase el máster de Psicología del Deporte y la Actividad Física.
Fuera del campo, Ortiz sueña con probar sus habilidades en otras disciplinas como son la “gimnasia rítmica o la natación, por poner algunos ejemplos. Sería una buena señal de que estamos avanzando en el campo de la Psicología Deportiva”. Esa especialidad que, si bien ha crecido en la última década, aún tiene asignaturas pendientes, ya que “aún son pocos los clubes asociaciones, instituciones o deportistas que apuestan por invertir en ella”. A lo que suma otras de las problemáticas de las que ella misma ha sido ‘víctima’, como es las pocas plazas PIR, esas que hacen que “exista una media de 30 candidatos por cada vacante”, sentencia.
¿Cómo surgió tu pasión por el mundo de la Psicología?
Desde pequeña tenía claro que quería dedicarme a algo que me permitiera ayudar a las personas. Durante el instituto, cursé la optativa de Psicología y fue amor a primera vista. Me apasionaba observar y entender las conductas de las personas y sobretodo, me llamaba la atención la psicopatología humana: como la mente podía tergiversar la realidad a su antojo y convertir a las personas en sus súbditas sin darnos cuenta si quiera.
Por esto decidí empezar la que, para mí, ha sido la mejor carrera. A día de hoy, a pesar de las dificultades del camino, volvería a elegir Psicología.
¿Cuándo y por qué escoges especializarte en el mundo deportivo? ¿Cómo empiezas a trabajar con los equipos de fútbol de La Palma F.S.?
Siempre he considerado que la Psicología es un pilar fundamental en el mundo deportivo. He sido gimnasta durante quince años y sé lo esencial que resulta tener una mente entrenada para hacer frente a las situaciones de competición. Sin embargo, no fue hasta la mitad de la temporada 2013, habiendo terminado la carrera recientemente, cuando el entrenador de La Palma F.S. tuvo que dejar su puesto y su sucesor, Jorge Rodríguez, me ofreció la posibilidad de trabajar junto con él y el resto de cuerpo técnico.
Teníamos mucho trabajo por delante. Tuve que ponerme las pilas, informarme y adentrarme todo lo posible en el mundo de la Psicología del Deporte. La experiencia me gustó tanto que, una vez finalizada la temporada, empecé a cursar el máster de Psicología del Deporte y la Actividad Física.
¿Cómo valoras la situación actual de la Psicología del Deporte en España?
Actualmente, queda mucho por trabajar. La historia de la Psicología del Deporte y la Actividad Física marca predominantemente su comienzo en el año 1965 con la celebración del I Congreso Mundial de la Psicología del Deporte en Roma. Sin embargo, en España, no es hasta principio de los 90 cuando la disciplina empieza a consolidarse, sobretodo, a través de la creación de los primeros másteres para la especialidad.
También es que, en las últimas décadas, no solo se ha producido un considerable aumento de publicaciones, tesis y tesinas relacionadas con la Psicología Deportiva, sino también en las revistas, libros y manuales específicos. A esto se suma un incremento en el número de psicólogos que han decidido especializarse en esta rama de la Psicología. De ahí que sea cada vez mayor la difusión de esta “reciente” disciplina, aunque aún son pocos los clubes asociaciones, instituciones o deportistas que apuestan por invertir en ella.
¿Cuáles son, a tu parecer, las habilidades/competencias fundamentales para ser un buen psicólogo del deporte?
En general, son exactamente las mismas que las de un psicólogo que se dedique a otros ámbitos: empatía, interés sincero por las personas, la aceptación incondicional de las personas, autoconocimiento y autoregulación, así como un buen ajuste psicológico.
También es importante la flexibilidad, la escucha activa, la observación y atención a lo no explícito y, por supuesto, tener desenvoltura para el trabajo en equipo. Si bien, aunque estos aspectos son comunes a otras ramas de la psicología, la diferencia principal radica en adquirir una buena formación teórico-práctica en Psicología Deportiva, así como un buen conocimiento de los diferentes contextos deportivos en los que se vaya a trabajar en función de la modalidad deportiva ya que cada una, habrá que incidir más en unos aspectos que en otros.
¿En qué otros equipos quisieras ayudar?
He tenido la suerte de trabajar (y de seguir trabajando) durante varias temporadas con el club que siempre consideraré mí casa: La Palma Fútbol Sala, con el equipo Senior al mando de Jesús Martínez, militando en la tercera división andaluza y, además, con la escuela de categorías inferiores. También con el emblemático y centenario equipo de futbol de La Palma C.F. de la mano de Juan Alfaro, ex jugador del Barsa.
Aunque la experiencia ha sido muy enriquecedora, sí me gustaría trabajar con deportistas de otras modalidades como la gimnasia rítmica o la natación, por poner algunos ejemplos. Sería una buena señal de que estamos avanzando en el campo de la Psicología Deportiva.
Si tuvieras que encargarte de ‘La Roja’, ¿Cuál sería tus primeras decisiones?
Mi primera decisión a todas luces sería realizar una valoración psicológica de cada futbolista de cara a conocer sus puntos fuertes, para sacar provecho de los mismos, y sus puntos más débiles de cara a mejorarlos y potenciarlos. Como dice Pierre Corneille: “Huid de un enemigo que conoce su debilidad”.
Valoración del número de plazas PIR que se ofertan cada año.
Mi valoración al respecto es bastante negativa. He sido opositora PIR en varias ocasiones y bastante frustrante observar como la ratio de plazas es, aproximadamente, de una por cada 30 opositores.
En estos años pasados de crisis, la prevalencia de los trastornos depresivos o ansiosos ha aumentado considerablemente. El problema es que pocas personas han podido plantearse siquiera, la posibilidad de ir a un psicólogo por lo privado dado los costes extras que supone a las familias cuyo perfil predominante ha sido el de tener a alguno o todos sus miembros, en situación de desempleo. Y sin embargo, tampoco disponen la posibilidad de tratamiento inmediato por la vía pública, ya que los pocos psicólogos que trabajan en centros de salud públicos están bastante desbordados y las citas pueden llegar a tardar meses.
Por tanto, la segunda opción es el médico de cabecera que, dado también la cantidad de pacientes que puede tener a lo largo de un solo día, tiene que atender al paciente lo más rápido posible y sobre todo, desde aquello que está en su mano: los psicofármacos. Y, exceptuando los casos más graves que si requieren de la misma, mucho de los trastornos, pueden tratarse desde la psicoterapia sin necesidad de depender de agentes químicos. ¡Cuánto dinero se ahorraría desde la sanidad pública se si invirtiera en la creación de más puestos de psicólogos en los centros de salud!
¿Cuáles son tus próximos retos a futuro?
En principio, tras un año de retirada, esta temporada vuelvo a formar parte del cuerpo técnico de La Palma Fútbol Sala. Con ello y a través de la investigación, espero poder seguir dando a conocer esta disciplina y su efectividad dentro del mundo deportivo.
A largo plazo, mi objetivo es crear un espacio de consulta privada donde, los deportistas a nivel individual, puedan acudir a buscar ayuda para entrenar sus habilidades y competencias psicológicas así como para la adquisición de herramientas como estrategias o técnicas psicológicas que puedan poner en marcha durante las situaciones de entrenamiento o competición de cara a lograr un buen rendimiento deportivo.