En unos tiempos en los que se ha vuelto habitual vivir de espaldas a la realidad, donde es más cómodo maquillar lo inevitable, que es el paso del tiempo, no es de extrañar que las autoridades políticas también cierren los ojos ante lo evidente.
Que el tiempo pasa, que nos hacemos mayores y que España es una de las poblaciones más envejecidas de Europa, lo que requiere acción y preparación para evitar males mayores en el futuro. Un ejemplo más de esta miopía se produce en la convocatoria a los exámenes MIR de este fin de semana, donde por cada plaza que hay para Geriatría hay cinco de Pediatría
No es cuestión de hacer de menos a la Pediatría. De hecho, es una de las especialidades más deficitarias según el Informe de Demografía Médica del Consejo General de Colegio de Médicos (Cgcom). Sin embargo, llama la atención que no se preste el mismo trato preferente a la Geriatría, teniendo en cuenta el envejecimiento de la población y, por contra, la baja tasa de natalidad de nuestro país.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 la tasa de natalidad fue de 7,19 por 1.000 habitantes, una clara muestra de cómo este índice no para de descender si atendemos a la serie histórica.
Esta tasa es un punto inferior a la que se registró en 2017, cuando la tasa de natalidad era de 8,4, y se sitúa cuatro puntos por debajo a la registrada en 2008.
Al contrario, el índice que no para de crecer es el de envejecimiento. A nivel nacional, el INE registra un índice de envejecimiento del 129,11%. Esto quiere decir que por cada 100 personas menores de 16 años que hay en nuestro país, hay 130 de 65 años o más.
Además, el índice de sobreenvejecimiento establece que al menos un tercio de las personas mayores de 65 años tiene más de 80. Una vez más, la serie histórica nos indica que el envejecimiento de la población no para de agrandarse, pues en 2018 era del 120%, nueve puntos menos que en la actualidad.
El informe de Estimación de la oferta y demanda de médicos especialistas del Ministerio de Sanidad 2018-2030, calcula que en 2018 había cerca de 26,8 geriatras por cada 100.000 habitantes mayores de 75 años. Esta cifra, según los expertos, debería duplicarse para atender las necesidades reales de la población de más de 65 años.
5 CCAA con cero plazas en Geriatría en el MIR
Estos datos no se le escapan a la Organización Médica Colegial, que en su Informe de Demografía Médica de 2017 ya advertía que «el más que probable aumento de la morbilidad -cantidad de personas que enferman-, en muchos casos múltiple y con una fuerte carga de cronicidad, conllevará una mayor demanda de atención sanitaria. El envejecimiento de la población probablemente incrementará, de forma muy significativa, la necesidad de atención hospitalaria con ingreso y la necesidad de fortalecer la atención en Medicina de Familia y Geriatría».
A pesar del claro envejecimiento de la población, hay 5 comunidades autónomas que no han ofertado una sola plaza en Geriatría. Son Andalucía, Cantabria, Murcia, La Rioja y País Vasco.
Llaman especialmente la atención los casos de Cantabria, La Rioja y País Vasco, pues las tres cuentan con un índice de envejecimiento por encima de la media española. Así, Cantabria registra un índice del 165%, País Vasco del 158% y La Rioja del 143%.
Desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) lamentan esta situación. «Habría que duplicar la cantidad de geriatras en España. Nuestra misión no solo es tratar al que está mal, sino prevenir que aparezcan las patologías. Se necesita más personal y sobre todo en Atención Primaria», explica Juan García, geriatra del Hospital Infanta Elena.
«La realidad es que la población envejece y lo suyo es fomentar especialistas en personas mayores. Es un problema que viene de largo», añade García.
Defensores de las causas perdidas
García expone que los geriatras son algo así como los defensores de las causas perdidas, los que manejan casos que parecen tener poca solución porque la edad no tiene cura.
«La Geriatría no solo se centra en el diagnóstico de la enfermedad, sino en la situación holística del paciente. Un geriatra hace una valoración general y defiende a un paciente por el que mucha gente asume que no se puede hacer nada. ‘Como es mayor, no se puede hacer nada’, se suele escuchar».
García explica que esa es, precisamente la razón por la que se metió en Geriatría: «El paciente anciano tiene los mismos derechos que el resto, y pocos defensores. Es una persona que tiene sus condicionantes, su historia, su vida… que muchas veces es más rica que la nuestra. Me metí por eso y porque eran personas desahuciadas del sistema. Lo más fácil es asumir que no hay nada que hacer».
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