Eduardo Franco, director editorial de AMIR, considera que la prueba de la convocatoria anterior fue “especialmente sencilla” y dificultó la discriminación entre aspirantes.

Un MIR más difícil. Esa es la petición desde las academias para lograr una prueba mucho más discriminatoria entre los candidatos que optan por acceder a la formación sanitaria especializada. “Es cierto que el examen MIR de la convocatoria pasada fue especialmente sencillo. Eso hizo que la distribución de la puntuación de los alumnos fuera mucho más homogénea que otros años. El examen fue globalmente menos discriminador que otros, y el expediente pasó a tener más peso”, afirma Eduardo Franco, director editorial de AMIR, a IberoEconomía.

De ahí que apunte que el ratio de aspirantes por plaza se mantiene prácticamente constante desde la convocatoria 2009; es decir, de aproximadamente dos aspirantes por cada plaza. “Este año se mantiene dicho ratio, por lo que el nivel de competitividad del examen será básicamente el mismo que en los últimos años”, matiza.

“El número de alumnos inscritos (14.811) y de admitidos provisionales (12.527) para el MIR de este año ha variado poco respecto al examen del año pasado”, apunta Franco, quien indica que “existe un discreto aumento en el número de inscritos, y un menor número de admitidos provisionales, lo que puede deberse a las diferencias en cuanto a la documentación a presentar respecto del año pasado”.

No obstante, puntualiza que “muchos de los alumnos excluidos provisionales lo son por falta de documentación que podrán aportar en los próximos días, de modo que podrán ser admitidos finalmente para realizar el examen MIR”. Por esto, el director editorial de AMIR espera que “este año la dificultad del examen aumente hasta niveles habituales, y que eso haga que el examen MIR sea un mejor discriminador de los conocimientos de los alumnos”.