La reforma laboral podrá acabar con la alianza del PSOE-Podemos que permitió a Pedro Sánchez llegar a Moncloa.
El choque entre las vicepresidentas Nadia Calviño y Yolanda Díaz ya afecta de lleno al presidente del Gobierno.
Pedro Sánchez avala que Calviño tome protagonismo en las negociaciones para reformar el mercado laboral, porque fue él quien dio la «orden» de que la negociación traspasara las fronteras del Ministerio de Trabajo, que hasta ahora capitalizaba el proceso.
La vicepresidencia segunda no está conforme y se revuelve con lo que considera una «injerencia» y mantiene el desafío: Trabajo, históricamente, siempre ha liderado este asunto y así debe seguir siendo, entienden. Y lanza un claro reto al presidente del Gobierno: «Esto no va de quién lidera, sino de qué vamos a hacer en la principal reforma del mercado de trabajo de nuestro país». Un emplazamiento para que el presidente del Gobierno, una vez ha tomado partido, exponga hasta dónde está dispuesto a llegar.
Que el PSOE «se aclare». Porque, para empezar, el PSOE habla de regular un «nuevo marco de relaciones laborales». Nadie en el partido o el sector socialista del Gobierno emplea la palabra derogar. Término que abandera y repite Unidas Podemos, con Díaz a la cabeza. «Hay una parte del Gobierno que sigue discutiendo a día de hoy los contenidos», fue el dardo, poco habitual en Díaz. La vicepresidenta está decidida a dar batalla, llevar hasta el final el asunto, no ya sólo porque sea un tema nuclear para ella o Unidas Podemos, sino por su implicación personal para sacarlo adelante.
El movimiento de La Moncloa y de la vicepresidencia de Asuntos Económicos ha puesto en alerta a Unidas Podemos. Sospechan que el PSOE no está decidido a cumplir con lo pactado en asuntos como la ultraactividad -las limitaciones al ámbito temporal del convenio colectivo- o el hecho de situar como prioritarios los convenios sectoriales frente a los convenios de empresa. Y, sobre todo, porque en Trabajo consideran que Calviño desprecia su labor diciendo, por ejemplo, que sólo ha habido «contactos preliminares» con los agentes sociales.
Sánchez dejó claro este lunes, en este pulso soterrado que ya libra con Díaz directamente -aunque ambos aún no han hablado directamente-, que los cambios no se harán sin la CEOE. «Estos cambios se harán, como se hace en Europa, con diálogo social y vocación de consenso», expresó en un acto en el Ministerio de Asuntos Económicos, donde secundó de nuevo a Calviño en este pulso. La crisis no es la más importante entre ambos socios de Gobierno desde la salida de Pablo Iglesias del Ejecutivo, sino desde la formación de la coalición.
Las heridas y la desconfianza motivaron un fin de semana de llamadas entre socios para tratar de calmar las aguas. Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, y Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE, estuvieron en contacto con Díaz e Ione Belarra, ministra y líder de Podemos.
No entre estos cuatro miembros, pero algunas llamadas entre miembros socialistas y morados en los últimos días, según ha sabido este diario, sí han sido subidas de tono, con palabras gruesas, pues al choque por la reforma laboral se sumó el anuncio de Podemos de una querella contra Meritxell Batet, presidenta del Congreso, tras quitarle el escaño a Alberto Rodríguez.
Este asunto sí se desactivó, pero la herida de la reforma laboral aún sutura. Y mientras el PSOE y Podemos viven una crisis, Pablo Casado entró en juego este lunes para asegurar que presionará en Bruselas en contra de la derogación de la reforma laboral. «Vamos a llegar hasta el final en las instituciones europeas».