La pandemia y las restricciones empujaron a las petroleras a fuertes pérdidas, pero ahora el contexto ha cambiado y estas mismas empresas disfrutan de unos beneficios con muchos ceros.
Entre enero y marzo, la francesa Total consiguió unas ganancias de alrededor de 8.500 millones de euros. La británica Shell, más de 8.600 millones y BP, unos 5.900 millones. El caso más llamativo es el del gigante saudí Aramco, que obtuvo casi 38.000 millones de euros. En nuestro país, Repsol también vio cómo sus beneficios se dispararon hasta superar los 1.000 millones.
Este aumento de ganancias se debe a que el precio del petróleo lleva semanas instalado por encima de los 100 dólares el barril, pero esta no es la cifra en la que debería fijarse el ciudadano de a pie.
Los conductores no compran directamente crudo, sino productos refinados, como los combustibles, y aquí entra en juego el otro factor que explica por qué el sector gana más: el incremento de los márgenes de las refinerías. Por eso, las cotizaciones internacionales de la gasolina y del gasóleo están subiendo más que las del petróleo y esto se traduce en que los carburantes sigan encareciéndose pese a que el precio del crudo se ha estabilizado.
Más demanda de combustibles y menos oferta de las refinerías
“Hay una subida muy fuerte de la demanda de productos derivados del petróleo y, por otro lado, la capacidad de refino no sube. Cuando tenemos este incremento de la demanda y una oferta bloqueada, evidentemente los márgenes suben, los precios suben y los beneficios de las petroleras se disparan”, explica Massimo Maoret, profesor del IESE Business School.
El banco de inversión Morgan Stanley calcula que, más allá de China y de Oriente Próximo, las refinerías producen incluso menos que antes de la pandemia, en concreto, casi dos millones de barriles diarios menos que a finales de 2019.
El profesor explica que el coronavirus ralentizó la actividad de las refinerías y pospuso muchas operaciones de mantenimiento que ahora se deben realizar. Esto dificulta un incremento inmediato de la producción. A esto se añade otro fenómeno: “En los últimos años, las refinerías occidentales recibieron menos inversiones por la transición energética y han sufrido un aumento de los costes de seguridad medioambiental”, explica Maoret: “Ahora sí necesitaríamos estas inversiones, pero a corto plazo ya es difícil conseguir que la oferta iguale a la demanda”.
El experto añade que las refinerías también están optando por producir más combustible para aviones y esto reduce aún más la oferta de gasolina, lo que presiona al alza su precio. Para hacer frente a esta escasez, las refinerías de China y de los países de Oriente Próximo sí tendrían margen para producir más, pero ni unas ni otras parecen querer contribuir a hacerlo.
La guerra también impulsa las ganancias de las refinerías
Por último, el conflicto de Ucrania no ha hecho más que agravar un problema que ya venía arrastrándose. “La guerra ha provocado una redistribución del suministro, que ha hecho aumentar los márgenes de las refinerías. Como muchos países ahora no quieren comprarle a Rusia productos derivados del petróleo o han reducido sus pedidos, el resto de compañías puedan aumentar precios sin que la demanda se resienta, así que los precios suben”, explica Víctor Ruiz Ezpeleta, profesor de OBS Business School.
Además, el diésel no es una especialidad de las refinerías europeas, así que buena parte lo importaban de Rusia. Ahora el sector debe buscar alternativas y esto alimenta la inflación. Los expertos calculan que Rusia ha dejado de exportar más de un millón de barriles diarios de combustibles debido a estas sanciones autoimpuestas por las empresas occidentales.
¿Cuándo veremos que los combustibles se abaratan? “El mercado se estabilizará a la fuerza”, subraya Ezpeleta, pero él no ve una salida hasta, al menos, después del verano. “Esto se resuelve de dos maneras: o baja la demanda o sube la oferta y probablemente pasarán las dos cosas. No todo el mundo puede permitirse precios tan altos y a lo largo de los meses la producción de las refinerías estará donde debe estar”, añade Maoret.
Los gobiernos le piden a las petroleras que contribuyan más
Los beneficios disparados de las petroleras coinciden con una crisis energética que está pasando factura al bolsillo de los ciudadanos, de ahí que algunos gobiernos ya hayan dado pasos adelante para que estas compañías contribuyan más. Italia ha aprobado un impuesto a los beneficios extraordinarios de las energéticas.
Otro camino es el que ha seguido el Reino Unido, que no aumentará la presión fiscal a las petroleras a cambio de más inversiones, como las prometidas por BP. “Juegan con las cartas que pueden, pero sin tener muchos recursos”, sentencia Víctor Ruiz Ezpeleta.
Por su parte, el profesor Massimo Maoret reconoce que “desde el punto de vista ético, no es muy correcto que una empresa consiga beneficios extraordinarios por una pandemia y una guerra”. Por eso, considera correcto que “se ponga un límite a la capacidad de ganar o de invertir esas ganancias”.
España fue pionera en poner en marcha un impuesto a los llamados beneficios caídos del cielo de las eléctricas. Sin embargo, su aplicación no se ha traducido tanto en una mayor recaudación fiscal como sí en poner freno a las subidas de precios.
Precisamente las eléctricas han sido las más interesadas en señalar a las petroleras por sus altos beneficios. Un dinero con el que estas compañías pueden acelerar su giro verde para comerle terreno a las propias eléctricas.
Sin embargo, el profesor Maoret recuerda que estas compañías vienen de años de números rojos y que estas dinámicas de altos precios y beneficios “son períodos que se agotan bastante rápido”. El tiempo lo dirá.