Del 1 al 7 de agosto de 2022, se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna, una fecha que tiene como objetivo crear conciencia y estimular la acción alrededor de la lactancia materna.
La lactancia materna está respaldada por numerosos estudios científicos como la manera más natural de alimentar al bebé. No obstante, hay muchas circunstancias que pueden hacer que sea complicada, o que la madre decida no llevarla a cabo o abandonarla voluntariamente.
Pero para hablar de lactancia materna, primero debemos entenderla desde todas sus perspectivas. Por esta razón, Gema Magdaleno, matrona de atención primaria y asesora de Chicco, detalla cuáles son los beneficios para ambas partes, mamá y bebé, explicando también las alternativas para aquellas madres que deciden optar por otras vías de alimentación diferentes a la lactancia materna.
¿Qué beneficios aporta la lactancia materna a la madre? ¿Y al bebé?
“La leche de las madres es un alimento vivo, que cambia en función del desarrollo y las necesidades de cada niño, y que tiene especificidad (es decir, está adaptada exactamente a las especie humana, al igual que la leche de cada especie mamífera es específica para su cría)”, explica Gema Magdaleno. En este sentido, los beneficios para nuestro bebé, -algunos conocidos, otros no tanto-, según la experta, “son innumerables”:
Inmunológicos: defensa contra infecciones, contra alergias y contra enfermedades de tipo autoinmune,
Digestivos: mejora de las digestiones y prevención del estreñimiento,
Metabólicos, como prevención de la diabetes, la obesidad o enfermedades cardiovasculares,
Neurológicos (mejor desarrollo cerebral),
Y, a nivel emocional, un mejor desarrollo del vínculo madre-hijo.
Para la madre, también se han descrito numerosos efectos positivos: “una mejor recuperación física y emocional en el postparto y, a largo plazo, prevención de algunos cánceres, como el de mama y el de ovario, y un mejor establecimiento del vínculo con el hijo”, detalla Gema Magdaleno.
Con todos estos beneficios, podemos preguntarnos: ¿hay alguna otra leche, para llevar a cabo la lactancia, nutricionalmente mejor que la de las madres? La evidencia científica nos dice que no. Es por ello que la Organización Mundial de la Salud aconseja que los niños y niñas sean alimentados con lactancia materna exclusiva (LME) durante sus primeros 6 meses.
Ahora bien, un reciente estudio[i], elaborado por cinco investigadoras vinculadas a la Universidad Autónoma de Madrid, el CIBERESP, el Instituto de Salud Carlos III y el Joint Research Centre European Commission, afirma que los factores que influyen en la LME deben abordarse a todos los niveles: individual, relacional, comunitario y laboral. Su éxito o fracaso no solo depende de las propias madres.
“Muchas madres se sienten muy inseguras sobre sus capacidades para amamantar, y dudan acerca de si tienen leche suficiente, si su leche es de buena calidad, si el niño queda satisfecho con el pecho, si gana suficiente peso…”, continúa Gema Magdaleno. También hay casos en los que las necesidades laborales -como una pronta incorporación- impiden a la madre disfrutar de su permiso maternal completo y, con ello, mantener una lactancia exclusiva.
Dentro de esta situación -como vemos, de origen multifactorial- nos encontramos con otros casos en los que, especialmente al inicio, las madres “tienen dificultades que convierten a la experiencia maravillosa de la lactancia en algo desagradable y traumático, como grietas, ingurgitaciones, mastitis, que les producen dolor y frustración”, explica Gema Magdaleno.
Es por ello que, si la mamá toma la decisión de optar por una vía diferente a la lactancia materna, necesita el apoyo y la seguridad de su entorno y, por encima de todo, que le hagan sentir que “lo está haciendo muy bien”. Esa es la frase mágica, según la experta.
Sea cual sea la decisión de la madre, Chicco está a su lado para acompañarla. Nos sumamos a la decisión de la madre: porque la mejor lactancia es aquella que decide la madre.
Entonces, ¿con qué alternativas a la lactancia materna cuento?
“Si por la razón que sea, la madre no puede o no quiere amamantar a su hijo, obviamente, la solución es la lactancia artificial con leche de fórmula, bien desde el nacimiento o tiempo después”, explica Gema Magdaleno. No obstante, también hay soluciones intermedias:
Extraer la leche materna con un sacaleches y dársela al bebé en un biberón. Una opción muy útil en madres que tienen dolor, grietas, o necesitan separarse del bebé por cualquier circunstancia (por ejemplo, trabajo). “También, en ocasiones, especialmente si los bebés son muy demandantes y quieren mamar continuamente, algunas madres se sienten cansadas, necesitan compartir el cuidado del bebé con otras personas -pareja, familia-, y deciden introducir biberones para poder descansar”, aclara Gema Magdaleno.
Lactancia mixta. En algunos casos, por decisión de la madre o por recomendación del pediatra, se puede optar por dar el pecho y, además, ofrecer leche de fórmula en biberón.
Productos de lactancia de Chicco y Boppy: adaptados a todos los tipos de lactancia
Chicco cuenta con un sacaleches manual, uno eléctrico y otro eléctrico doble para cubrir las necesidades de todas aquellas mujeres que no quieren o no pueden amamantar. Por otro lado, las almohadas de lactancia ergonómicas de Boppy garantizarán la comodidad tanto de mamá como de bebé durante las tomas. La almohada de lactancia Boppy Anywhere, además, facilitará dar el pecho cómodamente tanto dentro como fuera de casa.