La torre 432 de Park Avenue con sus casi 426 metros de altura llegó a ser el edificio residencial más alto del mundo en 2015, prometiendo un lugar lujoso y de máximas calidades, sin embargo, no ha sido así.
fue la cúspide del boom de los condominios de lujo en Nueva York hace media década, impulsado en gran medida por compradores extranjeros que buscaban discreción y grandes beneficios. Seis años después, los residentes de la exclusiva torre están ahora en desacuerdo con los desarrolladores -y entre ellos mismos- dejando claro que ni siquiera los precios multimillonarios garantizan una vida sin problemas
La construcción del rascacielos, que se destaca con su estructura esbelta en la maraña de edificios en la isla de Manhattan, costó USD 3.100 millones. Entre sus residentes más conocidos está el magnate saudí Fawaz Alhokair, quien compró un penthouse en el piso 96 por USD 88 millones, y Jennifer López y Alex Rodríguez, que compraron un departamento en el 2018 y un año más tarde lo pusieron venta.
Ahora, los propietarios del imponente rascacielos diseñado por Rafael Viñoly contaron cómo las promesas de lujo, vistas maravillosas y comodidades farónicas resultaron ser un fiasco.
Inundaciones, grietas, y aterradores crujidos
Según un informe del New York Times, las quejas han ido aumentando a medida que los problemas de ingeniería afectan al estrecho rascacielos.
El 31 de octubre de 2019, un residente quedó atrapado en un ascensor de la torre de 96 pisos durante casi una hora y media durante los fuertes vientos.
Los propietarios también se quejaron de fuertes ruidos como chasquidos y golpes en sus casas, posiblemente porque los tabiques metálicos se desplazan o el aire silba a través de los huecos de los ascensores. Y en los pisos superiores, las inundaciones “son catastróficas”.
Diseñado por el arquitecto uruguayo afincado en Nueva York, Rafael Viñoly para los desarrolladores Macklowe Properties y CIM Group, el 432 de Park Avenue se terminó de construir a finales de 2015. El director de obra del proyecto fue el gigante internacional Lendlease.
En 2016, el comprador del 84B -un apartamento que cubre la mitad de la planta- informó de una “inundación catastrófica” que terminó dañando también las plantas 83 y 86. Desilusionado, e indignado, decidió deshacerse de él. El semipiso finalmente se vendió en 2017 por USD 44,6 millones.
En 2018 se registraron otras dos inundaciones devastadoras: el 22 de noviembre, una brida se desprendió de alrededor de una tubería de agua de alta presión que daba servicio al piso 60, y sólo cuatro días después otra tubería falló en el piso 74. Había tanta agua por todos lados que, incluso, inundó los huecos de dos de los cuatro ascensores residenciales… En un edificio premium había que hacer fila para subir.
“Estaba convencida de que sería el mejor edificio de Nueva York”, se quejó al NYT Sarina Abramovich, una de las primeras residentes de 432 Park. “Todavía lo venden como un regalo de Dios para el mundo, y no lo es”, insiste indignada.
Abramovich y su marido, empresarios retirados de la industria del petróleo y el gas, compraron allí un apartamento de 325 metros cuadrados por casi USD 17 millones en 2016. La lujosa propiedad estaba destinada a ser su “hogar secundario”, más cerca de sus hijos adultos que viven hace años en la ciudad. Pero cuando llegó el día de la mudanza, ni el edificio ni el apartamento estaban terminados. “Me metieron en un ascensor de carga rodeado de placas de acero y madera contrachapada, con un operario de casco”, contó aún molesta. “Así es como subí a mi apartamento de lujo”, ironizó.
Los problemas empeoraron con el uso, e incluyeron “varias inundaciones”. En una ocasión, el agua entró en el apartamento de Abramovich desde varios pisos más arriba, lo que provocó daños por valor de unos USD 500.000.
Cuenta que la pesadilla no termina con plomeros y obreros trabajando en su casa, sino que hay días que siente un aterrador “balanceo por el viento”. El edificio, de más de 300 metros puede oscilar varios centímetros en una jornada con vientos normales.
En días con vientos de 80 kilómetros por hora, una torre de este tipo puede moverse aproximadamente 15 centímetros. En el raro caso de ráfagas de 170 kilómetros por hora, esta estructura podría moverse hasta 60 centímetros, informó el New York Times
En comparación, el emblemático Empire State Building de Nueva York, con una altura de 381 metros, se supone que se mueve aproximadamente 2,5 centímetros con vientos rápidos. En otro ejemplo, la Torre Willis de Chicago, con una altura de 442 metros, tiene una oscilación media de 7 centímetros desde su “centro real”.
La oscilación del viento es especialmente pronunciada en las “torres lápiz” edificios superaltos que también son superdelgados. En el caso del 432 de Park Avenue, la relación altura-anchura es, según se informa, de 15:1.
El sitio web inmobiliario Curbed New York explicó que “para ponerlo en perspectiva, si se coloca una regla estándar en su extremo, tiene una proporción de 12:1”. Otra forma más simple de medirlo: el Empire State Building mide 129 metros de ancho, mientras que el 432 de Park Avenue, tiene poco más de 90 metros de ancho.
En un comunicado, Lendlease, el gestor de la construcción, dijo: “Como constructor líder en el sector, Lendlease siempre se compromete a entregar sus proyectos de forma segura y de acuerdo con los más altos estándares especificados. Hemos estado en contacto con nuestro cliente en relación con algunos comentarios de los inquilinos, que estamos evaluando actualmente. No podemos dar más detalles en este momento ya que estamos en medio de esta revisión”.
Una de las empresas a cargo del desarrollo del proyecto, CIM Group, aseguró que la construcción y diseño del edificio fue exitoso, tanto así que todos los departamentos se vendieron rápidamente. “Como toda nueva construcción, hay algunos inconvenientes con el mantenimiento”, dijo la compañía al diario estadounidense
Pero aunque los constructores y desarrolladores no asumen errores, el propio Viñoly pidió disculpas en 2016. Habló de “meteduras de pata” en el diseño interior de la torre pero no quiso hacer más comentarios.
Las quejas más habituales tienen que ver con el ruido. Los residentes escuchan gemir los tabiques metálicos entre las paredes cuando los edificios se balancean. Además, reportaron el silbido fantasmal del aire que corre en los portales y los huecos de los ascensores.