Más de un 40 por ciento de los casos de daño renal agudo son producidos por la toxicidad de medicamentos contra el cáncer, el sida o infecciones graves, pero investigadores españoles han hallado una molécula completamente inocua capaz de frenar su progresión sin interferir en la efectividad de esos tratamientos.
Se trata de la celastinina, el primer nefroprotector desarrollado en el mundo y que sus creadores, los investigadores del Laboratorio de Fisiopatología Renal del madrileño Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Alberto Tejedor y Alberto Lázaro, confían en que pueda usarse ya en los primeros ensayos clínicos a partir del año que viene.
El fracaso renal agudo supone una detención brusca de la función de los riñones, que en su fase inicial puede ser reversible, pero, si no se retira la causa, puede progresar y acabar en diálisis.
Lo padecen entre un 3,5 por ciento y un 7 por ciento del total de pacientes que ingresan en un hospital y entre el 36 por ciento y el 67 por ciento de los enfermos críticos, lo que conlleva un alargamiento de las estancias de un mínimo de cuatro días y hasta dos semanas y aumenta la tasa de reingreso.
Hasta ahora, «lo único que había» para prevenir o contrarrestar los daños renales era hidratar mucho a los enfermos con el objetivo de que el medicamento tóxico circulase a mayor velocidad, ha explicado el doctor Tejedor.
Pero, una vez producido ese perjuicio, algo que ocurre en más del 40 por ciento de los casos, los tratamientos que venían recibiendo los pacientes debían ser sustituidos por otros menos eficaces y más costosos para la sanidad pública y llegaban incluso a tener que ser interrumpidos.
La celastinina no impide el inicio del fracaso renal agudo, que comienza cuando las células que reciben el medicamento tóxico lanzan «señales de muerte» a sus vecinas, que acaban muriendo; lo que hace, precisamente, es bloquear esa ruta de transmisión, con lo que detiene la expansión del daño.
No es una molécula nueva, puesto que en los años 90 ya se usaba en combinación con un antibiótico en trasplantes; y éste fue el punto de partida para que el equipo del Gregorio Marañón realizara un metaanálisis de los resultados obtenidos en distintos países en pacientes con trasplante cardiaco, pulmonar y renal.
Con ello, descubrieron que la combinación reducía el riesgo de diálisis en un 72 por ciento y el daño renal agudo en un 50 por ciento, lo que dio lugar a que extendieran su investigación sobre la función protectora de la celestinina a fármacos quimioterápicos, analgésicos y antifúngicos, en los contrastes iodados, en antirretrovirales y en inmunosupresores.
Más de una década de trabajo les ha llevado demostrar esa función protectora en más de un 80 por ciento de los casos, y a día de hoy el hospital ya ha realizado todos los ensayos preclínicos y ha publicado sus resultados en las revistas internacionales Kidney International of Nephrology.
En este tiempo, han logrado mantener el «secreto» de su investigación, financiada por el Programa BIO, de la Comunidad de Madrid, el Instituto Carlos III y la Universidad Complutense, y que en breve será llevado a la práctica clínica a través de la biofarmacéutica Spherium Biomed, del Grupo Farrer, dueña de la patente.
Aunque no han podido decir si su primer uso en seres humanos se hará solo en hospitales españoles o también europeos y americanos, los científicos han confiado en que el coste del nuevo medicamento sea «asequible«, dado que el proceso de obtención de la molécula «es sencillo«.
Sus esfuerzos se centrarán ahora en el estudio de otras causas del fracaso renal agudo, un problema recurrente y complicado que puede ser provocado por las toxicidades del propio cuerpo, la falta de riego o patologías crónicas como la diabetes y que afecta a uno de cada cinco adultos y uno de cada tres niños, con unas ratios de mortalidad de entre el 50 por ciento y el 80 por ciento.