Como el coronavirus, el teletrabajo ha ido yendo y viniendo por olas desde que comenzó la pandemia. En marzo de 2020, millones de personas se vieron de un día para otros obligados a trabajar desde casa, antes de pasar a un modelo mixto ese verano.
Un año después, a lo largo de este otoño, empezó la vuelta gradual a la presencialidad, una vuelta que se ha visto súbitamente interrumpida en las últimas semanas ante otro aumento explosivo de los contagios por la expansión de la variante ómicron.
Grandes empresas como Telefónica, el Banco Santander, Mapfre o Endesa han recuperado el teletrabajo. Otras, incluidos algunos organismos públicos, han vuelto a modelos mixtos que permiten trabajar desde el hogar la mayor parte del tiempo.
Si la primera experiencia masiva de la jornada telemática fue «caótica» e «improvisada», según varios testimonios en la situación actual las compañías ya llevan «algo aprendido» de estos meses y han llevado mejor el cambio.
Muchos empleados, tras haber disfrutado por primera vez del teletrabajo, agradecen ahora volver a él. «Mi trabajo siempre se ha podido hacer desde casa, yo llevaba años pidiéndolo, aunque sin hacerlo 100%, porque se pierde el contacto con los compañeros», explica Félix, informático en una gran empresa que en la última semana ha vuelto a permitir el trabajo en línea.
En muchos casos han sido las compañías las que han implantado de nuevo el teletrabajo, y en otras esta opción siempre estuvo sobre la mesa y los trabajadores se han acogido masivamente para evitar contactos en plena sexta ola.
Por parte del Gobierno y la mayoría de comunidades no ha llegado ninguna orden, ni tampoco ninguna recomendación para fomentar el trabajo telemático, como reclamaban algunos expertos. De hecho, el último ‘semáforo Covid’ elimina la recomendación de fomentar el teletrabajo que estaba vigente desde el pasado marzo.
«No permitieron el teletrabajo y muchos se fueron»
En algunos entornos de trabajo la vuelta a casa no ha llegado exenta de conflicto, como en el caso de un importante medio de comunicación en Madrid, donde un brote había dejado más de una decena de positivos.
La empresa mantenía el modelo vigente hasta ahora y exigía mínimo dos días a la semana presenciales, ante lo que varios trabajadores enviaron una queja a la dirección para pedir volver al trabajo presencial, según relata una empleada que prefiere mantenerse en el anonimato.
Ante la «falta de respuesta» de la dirección del medio, según denuncia, una responsable intermedia decidió ella misma permitir turnarse y reducir al máximo el número de personas en la redacción. Tras esa decisión, la «oficina se quedó vacía».
En el bufete de abogados de Sofía, antes de septiembre tenían un modelo «parcial» en el que se turnaban los trabajadores en casa y en la oficina. Cuando ese mes se volvió a la presencialidad total «hubo ciertos problemas y quejas constantes de la plantilla», hasta el punto de que muchos abandonaron la empresa, explica. Alarmados, los directivos de la empresa recularon y permitieron de nuevo el teletrabajo aunque de manera «excepcional» y mientras dure la grave situación epidemiológica.
A ella, personalmente, la decisión le causó «cierto desapego, falta de motivación por la falta de conciliación», además del inconveniente del desplazamiento diario. «El sistema ideal es aquel híbrido que fomenta que el trabajador pueda rendir y desempeñar sus funciones cómo, cuando y donde quiera», asegura, aunque cree que la flexibilidad sobre el teletrabajo también puede llevar a que algunos trabajadores vayan para «transmitir una imagen de mejor empleado a los jefes».
Distintas políticas en las instituciones públicas
También ha habido polémica en el Instituto Cervantes. Allí se restringieron al máximo actividades presenciales, como las visitas culturales, mientras que desde el sindicato CGT denuncian que se llevó a cabo físicamente la reunión anual de directores de los centros del Instituto en el extranjero, lo que supuso que 70 personas de 45 países viajaran a San Sebastián el pasado 20 de diciembre. El organismo público tiene una política «contradictoria» respecto al trabajo en remoto, denuncian fuentes de la plantilla.
En otros centros públicos, como algunos departamentos del CSIC, se ha vuelto al teletrabajo, igual que también ha ocurrido en administraciones autonómicas. A nivel estatal, el Gobierno acordó con los sindicatos una nueva regulación que permitirá a los funcionarios trabajar desde casa tres días a la semana y dar facilidades a quien lo quisiera hacer desde la España vaciada. En octubre, después de mantener un modelo mixto, la Administración General del Estado impuso un día como máximo de teletrabajo a la semana.
Las empresas donde el teletrabajo ha llegado para quedarse
Finalmente, incluso a pesar de estos conflictos, el teletrabajo se ha ido imponiendo rápidamente entre quienes pueden hacerlo. Aunque no hay datos oficiales, los números del tráfico en hora punta en Madrid muestran un descenso del 10% a principios de esta semana respecto a la misma de noviembre. Los datos de usuarios de autobús en esta ciudad también muestran un descenso continuado de viajeros en las últimas semanas.
Algunas empresas no han tenido que cambiar al teletrabajo porque ya mantenían un modelo flexible desde el inicio de la pandemia. Es el caso de la multinacional de software donde trabaja Jorge, que ha ido dando más facilidades en los últimos días. «Ahora permiten teletrabajar desde otras comunidades. Hay gente que ha pedido irse a vivir a Barcelona o Málaga y se lo permiten, antes era impensable», relata.
Él mismo contesta a las preguntas de este reportaje desde un autobús entre Madrid, donde está su empresa, a Murcia, de donde es y donde teletrabajará en las próximas semanas. Como requisitos, le piden dar de alta un «domicilio alternativo» y enviar fotos de su puesto de trabajo para demostrar que cumple con el reglamento de riesgos laborales. En su compañía, el teletrabajo ha llegado para quedarse.
Jorge empezó a trabajar en pandemia, cuando su compañía estaba al 100% en trabajo remoto, y aunque al principio «echaba de menos tener compañeros», ahora reconoce estar «muy contento con el modelo de tener total libertad para ir o no».
La brecha generacional del teletrabajo
Su caso es el de muchos trabajadores jóvenes que no han conocido otro modelo que el de la flexibilidad a la hora de acudir a la oficina, y que ahora no quieren volver a la presencialidad total. Demófilo es periodista y trabaja en la delegación de un medio nacional en Málaga, una delegación «joven y que nació después de la pandemia y ya tras la experiencia del teletrabajo durante el confinamiento».
Por ello, desde el primer día no tenían un modelo definido: todos los redactores podían acudir tanto físicamente como trabajar desde casa. En las últimas semanas, la redacción se ha ido vaciando. «No ha sido un mandato desde arriba, sino que orgánicamente hemos ido decidiendo teletrabajar», cuenta. Él es partidario de tener total libertad para elegir: «Para el empleado es ideal tener ese poder de decisión sobre sí mismo siempre, siempre y cuando responda, obviamente».
Con 25 años, cree que hay una «brecha generacional» en la manera de entender el trabajo. «Para nosotros, que hemos tenido las primeras experiencias laborales en pandemia, el trabajo es así, no se sabe dónde va a ser. Enlaza con la idea del mercado laboral que tenemos, más líquido, para lo bueno y para lo malo», prosigue.
Sofía también percibe una «diferencia acusada» en su empresa, no tanto por la edad, sino por concebir el trabajo según «la vieja y la nueva escuela». «Los perfiles de cierta edad y jerarquía, que no son los más jóvenes, han podido disfrutar también de las ventajas que aporta el teletrabajo. Al final, no somos los más jóvenes los que tenemos familia y necesidades de conciliación», señala.
Mónica trabaja como administrativa en la sede española de una multinacional sueca en la que funcionaban con un modelo flexible. Pensaban volver a la presencialidad total el 1 de enero, pero tras registrar un positivo en la oficina su responsable les envió un correo en el que les pedía «volver inmediatamente a casa». Ahora se regirán por un control de los días de teletrabajo al mes, una medida que ve con buenos ojos, aunque no entiende por qué si su empresa es «tan moderna en todo, por qué no permiten que vaya quien quiera y cuando quiera».
Por el momento, esta vuelta al teletrabajo es temporal, generalmente hasta las primeras semanas de enero, pero muchos esperan que se imponga definitivamente un modelo parcial. Las empresas «se han adaptado después de la primera experiencia con el confinamiento», cuenta Félix, aunque «no tan rápido» como deberían.
Más del 50% de las empresas permitió el teletrabajo en el primer trimestre de 2021