Economía y sostenibilidad unidas, ¿es posible?

El aumento de precios de energía registrado en los primeros seis meses de 2021, es muy significativo. Tanto que es más fácil ganar en los casinos online que librarte de un cobro elevado de la factura de luz.

Y es que, la guerra de Rusia en Ucrania ha impulsado el incremento del costo de la gasolina, la energía eléctrica, el trigo, etc.

Todo ello ha generado un gran impacto desde un enfoque económico, social y ecológico.

Una crecida constante de precios que hay que frenar 

La reciente ofensiva que inició Rusia en Ucrania, provocó una subida del coste de combustible en precios récords.

En consecuencia, los montos han superado los dos euros por litro en ciertas estaciones, tanto en España como Francia. Lo que significa que, solo está al alcance de unos cuantos.

Todos estos conflictos recientes y las restricciones pasadas, hacen que las personas se cansen en un sentido emocional.

Además, todo ello debilita una economía que apenas se está levantando luego de las restricciones de los últimos dos años. Al mismo tiempo, desafía las políticas ecológicas que hacen frente a la emergencia climática.

En este sentido, los gobiernos de España y toda Europa, ya están discutiendo algunas medidas para ayudar los presupuestos familiares. Como, por ejemplo, descuentos directos de gasolina, precios cuidados, reducción de IVA o recortes de impuestos.

Entretanto, en España y Francia ya entró en vigor un apoyo referente al consumo de gasolina.

Asimismo, un subsidio directo de 20 céntimos por litro. Lo que supone para las arcas del estado un monto total de 1.423 millones de euros. Según lo que indica el Ministerio de Hacienda español.

Pero, hay que ser conscientes de que esto es muy complejo. Además, estas contribuciones relacionadas con los combustibles fósiles son opuestas al imperativo ecológico.

Sin dejar de mencionar que, los precios seguirán aumentando por cualquier motivo, ya sea político, climático u otra.

Desde un punto de vista diferente y centrado a largo plazo, se debe ajustar el tema social con la transición ecológica.

¿Es posible que se pueda hacer esto?, pues ya hay herramientas enfocadas en la eficacia.

 Una propuesta con otra perspectiva 

En vez de disminuir los precios de combustible de modo estructural, conviene mejorar la eficiencia de su utilidad para bajar su coste. Por ejemplo, en los medios de trasporte, ya que es uno de los gastos principales de los ciudadanos.

De modo que, muchos han optado por la modalidad de movilidad compartida, no por razones ecológicas, sino económicas.

Además, la ocupación promedia de los viajes a larga distancia es de 1,7 personas. En cambio, las de trayectos en auto compartido es de 3,9. Según los datos a disposición.

Si bien esto no es un reemplazo de lo que el gobierno ofrece, puede ser una solución complementaria factible.

Además, permite favorecer el poder adquisitivo de las familias, sin dejar atrás la lucha necesaria contra la emergencia climática.

De modo que, el estado podría invertir ese mismo gasto de asistencias, en movilidad sostenible. También debería ser respaldada e impulsada por los poderes públicos.

Pues el nuevo anteproyecto, ya divulgado en España, parece prometedor y es una estrategia que conviene desarrollar de una manera rápida y ambiciosa.

Sobre todo, si los beneficiados serán los ciudadanos que enfrentan esta inflación y se puede tratar los inevitables desafíos climáticos.

Por lo tanto, quizás es hora de aprovechar la trascendencia de la movilidad compartida. No solo sería un complemento de transporte público, también brinda un servicio eficaz.

Es el momento de seguir esta maniobra con una amplia red de carriles y transporte público desde próximas zonas de bajas emisiones.

Así como de facilitar a las comunidades autónomas, ayuntamientos y diputaciones la promoción de viajes diarios mejores y más eficientes.

Pese a los retos a corto, mediano y largo plazo, hay que atender lo que es urgente, sin dejar de ver lo importante.