Una cita es una puerta de entrada a conocer a esa persona que nos gusta. Hay que evitar ser de los que no ven nunca el momento de marcharse o por contra, ser Speedy González. Hay que plantear el encuentro como una invitación de corta duración.
Con 90 minutos (lo que dura un partido de fútbol) está más que bien. En este sentido, para una primera cita, descarta los planes que incluyan sumar todo un día juntos, que puedan volverse largos o que incluyan pasar una noche fuera. La mejor primera cita es la que da lugar a una segunda. Vamos despacito y con buena letra para conseguirlo.
Acertar es cuestión de método
Aprovecha la etapa previa de chateo para conocer lo que no le gusta a tu match. Aquí puedes incluir aquellas cosas que le dan miedo, le producen alergia, o directamente no puede hacer. Por ejemplo, si tu match es vegano, tenlo en cuenta para proponer el restaurante en el que se sienta en su salsa. O si tu match sufre de mal de alturas, no le propongas una terraza en la azotea del sitio de moda de la ciudad… Cuanta más información tengas acerca de tu match, estas propuestas estarán mejor encaminadas y tendrán más éxito en tu cita.
Una copita, sí; pero ¡no seis!
Muchas citas se plantean con un vino mediante. Esto ayuda a soltar la lengua e iniciar una conversación que se tornará más distendida con los brindis, y con la adrenalina disparada. Cuando estés en ese momento, acuérdate que con dos copas las personas pueden ser más divertidas o habladoras, quizá más entretenidas y mejores confidentes, pero con seis copas, la cosa cambia. Lo que tendremos delante puede llegar a chocarnos porque el habla, la memoria, la coordinación y la observación de los detalles se pierde. Y cuando estas cosas se pierden, la cita puede terminar del revés.
Ni en tu casa ni en la mía
La mejor cita es la que permite a ambos estar cómodos y disfrutar de una tarde o de una velada que permanezca en la memoria. Para conseguirlo, es bueno que vayamos con un ritmo pausado y que nos permita saborear este encuentro. Quedar en la casa de un match es mucho más comprometedor. Además, al quedar en una casa, así sea la tuya, se está compartiendo información que no siempre es adecuada para el primer día. En principio, un match no tendría que conocer detalles como la dirección, portal o piso; son datos que se conocerán después, cuando la cosa haya cogido vuelo y de pie a situaciones de mayor intimidad. Empezar por aquí, es como empezar la casa por el tejado. Desde Meetic, no lo recomendamos en absoluto.
Es verano; los días son más largos; las noches más agradables y mejor disfrutar al aire libre en estos primeros encuentros.
Qué decir y qué no
Para una cita, hay muchos temas que se pueden prever, y que tienen que ver con aspectos de lo que puede aparecer en tu DNI, con limitaciones claro. Yo nací ese mismo año, mi madre es de Pamplona como tú, de dónde viene tu nombre, cómo te gusta que te llamen… pueden ser algunos ejemplos. Esto es, porque la información de registro funciona como un marco de información sobre una persona que no hemos visto nunca.
Si tu match es de otro país, lo habitual es preguntarle por cómo es ese lugar, cuándo llegó aquí, o qué es lo que resaltaría de su cultura. Y aquí es importante saber que, en una cita, lo que hará que las cosas salgan mejor es tener una visión imparcial de las cosas.
Cómo se dice
Ante cuál debe ser el tono de conversación de una cita, siempre serán mejor bienvenidas las charlas tolerantes, optimistas, positivas y comprensivas. Esto funciona como una sugerencia de coaching para cualquier asunto vital. Las personas con disposición positiva caen mejor, se les considera más resolutivas y su compañía se desea más, que aquellas personas que ven el vaso vacío y su vida sin oportunidades.
Ojo, no se trata de que si tu match se dedica a lo que menos te gusta del mundo le mientas y le digas que te encanta. Se trata de ser positivo en las reacciones, o tolerante en ellas, antes que mostrarse irritable, agresivo o censurador. Si tu match trabaja en una empresa de lomo ibérico y tú eres de Green Peace, a lo mejor conviene saber qué otros puntos en común tenéis, antes de que alguno se levante de la mesa sin intentarlo.
Los temas que conviene dejar para más adelante y otras fechas son los que se conocen como sensibles: la política, la religión, el dinero y la enfermedad, los familiares (hijos o padres), y los ex.