El modelo, empleado por un gran número de emprendedores, requiere de tomar en cuenta una serie de aspectos personales y económicos antes de invertir.
Invertir en una franquicia es una de las opciones más valoradas por quienes buscan emprender. Este modelo permite dar los primeros pasos como empresario con el respaldo de una marca que brindará el ‘know how’ y años de experiencia. Sin embargo, no todas las personas se sienten a gusto con este modelo, por lo que es fundamental tomar en consideración algunos aspectos clave antes de realizar una elevada inversión. Por ejemplo, el primer aspecto a considerar es no confundir independencia con plena libertad empresarial.
Los emprendedores que apuesten por una franquicia deben comprender desde el primer momento que, a pesar de contar con independencia societaria, forman parte de una red de franquicias, por lo que están condicionados por una serie de normas internas marcadas en el contrato. Una situación que, a veces, genera enfrentamientos entre franquiciado y franquiciador, ya que mientras uno establece las líneas generales para el bienestar de su red, el otro busca personalizar los procesos o decisiones según sus intereses.
Si tener unas líneas generales no representa un inconveniente, ya se podrá pensar en el siguiente paso: el nivel de involucración. Al momento de acceder a las franquicias se podrá optar por una inversión o por la gestión. Es decir, si se destinará una suma de dinero como un proyecto en el que solo se estará trabajando parcialmente o, por el contrario, un compromiso donde además del dinero se trabajará día completo en el establecimiento como gestor de la unidad adquirida. En ambos casos será fundamental valorar la experiencia y formación del franquiciado.
Otro de los aspectos fundamentales es la capacidad para adaptarse al cambio. Las franquicias suelen modernizarse con regularidad con la finalidad de adaptarse a las nuevas exigencias del consumidor y adelantarse a los cambios previstos en la competencia. La eficiencia de esos cambios también pasará por la flexibilidad del franquiciado, quien tendrá que ser capaz de cumplir con las líneas estratégicas reduciendo al mínimo las barreras al cambio que se puedan generar por parte de sus empleados o del equipo.
Números en mano
Si las decisiones personales están en línea con el espíritu del modelo de las franquicias, el inversor ya pasará a la siguiente fase, donde entrará en el difícil proceso de escoger en dónde situar su capital. Para evitar engaños, hay que estar muy atento a las cifras ofrecidas por las compañías, verificando en la medida de lo posible que los datos de riesgos, beneficios, facturación y rendimiento se ajustan a la realidad. Sin embargo, no es el único aspecto del que estar atento al momento de realizar este tipo de operación.
En el caso de promesas de amortización inferiores a un año, lo recomendable será solicitar a la central los detalles del cálculo en los que se basa para la realización de estas estimaciones, ya que en algunos casos no se valoran los escenarios más negativos, por lo que el cliente asume un riesgo mayor al que pensaba.
En el contrato también hay pistas que podrán garantizar un proceso más seguro. Las franquicias más reconocidas suelen tener las cláusulas muy cerradas, por lo que no se prestan a ningún tipo de cambio. Lo contrario ocurre en las más pequeñas o inestables, quienes permitirán modificar puntos con gran flexibilidad, lo que genera un doble riesgo: el primero, la posibilidad de que existan agravios comparativos entre varias franquicias de una misma red; el segundo, que solo se trata de una empresa que busque abrir muchos establecimientos a cualquier precio.