La economía crecerá. El Banco de España ha estimado en 3,1 por ciento el aumento del Producto Interior Bruto (PIB) para el cierre del presente ejercicio, una tendencia que se moderará al 2,5 por ciento y el 2,2 por ciento en 2018 y en 2019, respectivamente. Sin embargo, ¿cuáles son los factores que hacen que la institución sea tan positiva respecto a los resultados que alcanzará la maquinaria productiva española?
Según indica en un comunicado, las proyecciones contemplan “una prolongación de la fase de expansión de la economía española a lo largo del período 2017-2019, apoyada en las ganancias de competitividad acumuladas desde el inicio de la crisis, los avances en el proceso de desendeudamiento del sector privado y la persistencia de unas condiciones financieras favorables, a lo que contribuye la orientación acomodaticia de la política monetaria”.
De ahí que la institución esté convencida de que “a medida que vaya transcurriendo el período de proyección, se espera que tenga lugar una moderación del crecimiento de la actividad y del empleo, conforme terminen de desvanecerse los efectos desfasados de algunos impulsos expansivos que han operado en el pasado”.
En comparación con las proyecciones precedentes, publicadas el pasado 3de abril, estas cifras suponen sendas revisiones al alza de tres décimas en el crecimiento del PIB previsto para 2017 y 2018. Estos cambios se producen como resultado de una evolución reciente en el ámbito nacional e internacional más favorable de la anticipada previamente, y de la actualización de los supuestos técnicos y exteriores sobre los que se condicionan las proyecciones, que ha motivado revisiones al alza en los distintos componentes de demanda.
Más aspectos a favor
“El avance del producto continuará sustentándose en la demanda nacional, para la que, no obstante, se prevé una prolongación de la desaceleración observada en 2016. Por su parte, la demanda exterior neta continuaría ejerciendo una contribución positiva a lo largo del horizonte de proyección”, apunta el Banco de España.
Las previsiones incorporan el mantenimiento de ritmos elevados de creación de empleo, que se irán moderando conforme avance el período de proyección, en consonancia con el perfil esperado para la actividad. “El aumento de la ocupación permitirá descensos adicionales de la tasa de paro, cuyo nivel disminuiría hasta el entorno del 13 por ciento a finales de 2019”, calculan.
En el ámbito de la inflación, tras el intenso repunte del índice de precios de consumo (IPC) a principios de 2017, se proyecta una ralentización en el resto del año, como resultado de la trayectoria a la baja del componente energético. Por el contrario, se proyecta una senda moderadamente ascendente de la inflación subyacente, a causa de una brecha de producción cada vez menos negativa. Como resultado, se prevé un aumento del IPC del 2 por ciento en 2017, en términos de las medias anuales, e incrementos más moderados en adelante, del 1,3 por ciento en 2018 y del 1,6 por ciento en 2019.