Cerca del 11% de los hogares españoles sufren pobreza energética, un 3,3% más que en 2019 (7,6%). De ellos, el 16,8% padece lo que se denomina pobreza energética desproporcionada –su participación del gasto energético de los ingresos es más del doble de la media nacional–. Mientras, la pobreza energética escondida se reduce ligeramente y se sitúa en 10,3% de los hogares (en 2019 el dato fue de 10,6%).
Estos son algunos de las cifras que se desprenden de la última actualización de Indicadores de la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética, publicada por el Ministerio para la Transición Ecológica el y Reto Demográfico, donde se analiza y explica la evolución de la pobreza energética en España.
El documento constata que la situación de emergencia económica y social generada por la crisis del coronavirus, así como los largos períodos de confinamiento que sufrió la población, incrementaron el número de hogares con dificultades para mantener su vivienda a una temperatura adecuada en invierno, destacando el colectivo de las personas mayores de 65 años, solas y con bajos ingresos, como el más vulnerable (28,48% sufre pobreza energética desmedida). El Ministerio también establece una relación directa entre la antigüedad del parque edificado, su estado y el equipamiento existente, y la pobreza energética desorbitada.
Desde Andimat, Asociación Nacional de Fabricantes de Materiales Aislantes, recuerdan que el aislamiento térmico es la primera barrera del edificio frente al frío y la medida más efectiva para luchar contra la pobreza energética.
“El parque edificado español es altamente ineficiente, representando casi el 35% del consumo total de la energía. El esfuerzo económico y de consumo energético que supone calentar una vivienda podría verse reducido notablemente con una acción tan sencilla como invertir en la mejora de la envolvente del edificio a través del aislamiento térmico”, afirma Luis Mateo, director general de Andimat.
En este sentido, la asociación señala que acciones como el bono energético para los hogares más vulnerables son un “parche puntual”, frente a actuaciones como el aislamiento térmico de la vivienda, “que puede contribuir al ahorro de entre 300 y 500€/año en el consumo de energía, solucionando, a largo plazo, los problemas asociados al gasto energético y al confort”, explica Mateo.
Además, Andimat recuerda que la pobreza energética no solo es un problema económico. Las dificultades para mantener una vivienda a una temperatura adecuada conllevan importantes trastornos para la salud, e, incluso, puede provocar la muerte. Investigadores de la Agència de Salut Pública de Barcelona han comprobado que gran parte de los fallecimientos que se producen en España asociados al frío extremo podrían evitarse con algo tan simple como el aislamiento térmico de las fachadas de los edificios.
Por este motivo, desde la asociación de fabricantes de materiales aislantes ponen especial énfasis en la rehabilitación del parque edificado con criterios de eficiencia energética como la mejor (y definitiva) medida para combatir la pobreza energética, destacando la gran oportunidad que suponen las ayudas a la rehabilitación anunciadas por el Gobierno.
“Estos fondos nos sitúan en un escenario único para acometer la transformación de nuestros edificios, reduciendo su impacto ambiental y convirtiéndolos en espacios más seguros, confortables y eficientes; reduciendo su dependencia energética y sus emisiones contaminantes. Hagamos posible que el aislamiento sea una parte fundamental de estas rehabilitaciones y pongamos, al mismo tiempo, freno a la pobreza energética”, finaliza el director general de Andimat.
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