Alimentos como el aceite de girasol han empezado a escasear de los supermercados españoles por la guerra en Ucrania, que es el mayor productor a nivel mundial de esta semilla y también el mayor exportador del aceite que se produce con ella. Algunas grandes cadenas han empezado a racionar su venta después de que los consumidores hayan hecho acopio de este producto, ante el riesgo de desabastecimiento y de una posible subida de precios.
“Comprar aceite de girasol es casi una misión imposible, ayer conseguí llevarme dos litros y hoy ya no quedaban existencias”, asegura que trabaja en una cafetería en Madrid. También Eduardo Garrido acudía este martes a comprar aceite de girasol a su supermercado habitual ante las noticias que alertaban de que se iba a acabar en las próximas semanas: “No me lo creía, pero parece que ha pasado lo mismo que con el papel higiénico durante la pandemia”, nos cuenta este padre de familia, que se inclinaba por consumir este tipo de aceite porque es más económico que el de oliva.
La escasez que se está produciendo en los productos vegetales en los últimos días a raíz de la invasión de Rusia tiene una clara explicación: Ucrania es el granero de Europa y uno de los grandes productores mundiales. Al entrar en conflicto, el mundo en general y España en particular pierde a su mayor proveedor, pues nuestro país importaba de Ucrania hasta un 68 % de esta semilla.
La situación es complicada también para las empresas, pues muchas compañías alimentarias utilizan el aceite de girasol para elaborar sus productos. Es el caso de la conservera Orbe, con sede en Pontevedra. Su director, Juan José Vicente, explica que “la gravedad del problema es tal” que calculan que “en unas tres semanas” se van a quedar “desabastecidos”, por lo que no descartan parar durante algún día de la semana para ralentizar la actividad o poner en marcha un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) hasta que la situación se clarifique. “Nunca habíamos vivido una situación igual y llevamos trabajando desde el año 1941. Estamos en shock”, lamenta.
El trigo o el maíz, también afectados
El sector confirma que el desabastecimiento no solo afecta al aceite de girasol, otras materias primas como el maíz o el trigo también penden de un hilo. Y es que tanto Rusia como Ucrania suman un tercio de las exportaciones mundiales de trigo y la mitad de las de girasol y maíz.
Especialmente sensible al desabastecimiento del maíz ucraniano es la ganadería, que importa de aquel país un tercio del que usa para alimentar a sus animales. Y también el sector de los piensos, que atraviesa una situación complicada de antemano ante la falta de lluvia. “En principio tenemos asegurado la mercancía a corto plazo, pero el problema puede ser muy grave a partir del mes de abril», subraya el director de compras de Agropienso, con sede en Binéfar (Huesca), Luis Blasco.
Pero, ¿hay un riesgo real de desabastecimiento?
Diferentes asociaciones alimentarias consultadas aseguran que de momento la situación “está controlada”, si bien no se atreven a dar un pronóstico de lo que sucederá si continúa el conflicto en Ucrania, dada nuestra dependencia. “Ahora mismo no hay desabastecimiento y creo que la actitud del consumidor de hacer acopio ha obligado a los supermercados a racionar el producto para evitar esa sensación”, apunta el presidente de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), Mauricio García Quevedo, en una entrevista en el Canal 24 Horas.
La Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS), la que representa un 70 % de la superficie comercial de alimentación, ha difundido un comunicado en el que asegura que algunas empresas de distribución han tenido que tomar decisiones para evitar el desabastecimiento de “un número muy limitado de productos relacionados con el aceite de girasol procedente de Ucrania”, los cuales están teniendo una «demanda anómala».
Su director, Ignacio García Magarzo, ha querido mandar “un mensaje de tranquilidad” a los consumidores, pues “la cadena agroalimentaria española es una de las más seguras del mundo”. “En circunstancias difíciles hemos asegurado el abastecimiento y en esta ocasión también lo haremos”, destaca, confiando también en la acción del Gobierno y la Unión Europea (UE), que a su juicio “están adoptando medidas urgentes para facilitar que otras alternativas lleguen cuanto antes”.
Abrir el mercado a Argentina o EE.UU., una de las soluciones
Precisamente el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha puntualizado este martes que el Gobierno “es consciente” del problema y que movilizará los recursos “que sean necesarios” para “responder ante una situación extraordinaria”. Entre otros, ha reclamado que se aumenten las tierras de cultivo para reducir la dependencia de otros países: «Las superficies en barbecho o de interés ecológico creo que en este momento tienen que estar orientadas a la producción alimentaria», ha destacado.
Con el fin de buscar una solución y evitar ese desabastecimiento, España también ha reclamado flexibilizar los requisitos para la importación de cereales a la UE, de forma excepcional y respetando los criterios de seguridad alimentaria. A favor de esta iniciativa se ha posicionado también el secretario general de la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (ACCOE), José Manuel Álvarez, quien ha considerado que Europa debería relajar las exigencias para poder importar de otros países como Estados Unidos o de Latinoamérica que actualmente están prohibidos por los transgénicos que utilizan.
Además, desde la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas apuestan por “flexibilizar el etiquetado” de muchos de los productos elaborados con el fin de que los cambios en las materias primas “no rompan las cadenas de suministros o incrementen los costes adicionales”, eso sí, siempre salvaguardando la seguridad alimentaria. “Y también un reforzamiento de la Política Agraria Común (PAC) para, de manera temporal y coyuntural, volver a plantar en España determinado tipo de semillas”, reclaman.
“Creemos que hay medidas que, en función de cómo evoluciona el conflicto, se pueden tomar para evitar problemas de abastecimiento de acopio, pero es necesario tomarlas y cuanto antes mejor para evitar que podamos llegar a una situación de tensión de aprovisionamiento», asegura García Quevedo.
Utilizar alternativas como el aceite de oliva u otros vegetales
Hasta que lleguen esas soluciones, las empresas afectadas por la escasez de estas materias primas buscan alternativas para poder continuar con su actividad y no incurrir en pérdidas, pues sus cuentas están mermadas ya de por sí por el golpe de la pandemia y un nuevo “parón” obligaría a muchas a echar el cierre definitivo.
Primitivo Fernández, director de la Asociación de Industrias, Envasadores y Refinadores Aceites Comestibles (ANIERAC), señala que “más allá del aceite de girasol” hay “otros aceites vegetales comestibles que podrían ser sustitutivos como el maíz, la soja o la colza».
Desde Conservas Orbe, por su parte, creen que podrían utilizar aceite de oliva para elaborar sus productos, aunque señala que “el mercado no está adaptado a eso”. “Si todos nos pasamos al aceite de oliva, podríamos también agotarlo”, advierte. Además, considera que “sería complicado encontrar otros aceites que no alteren la calidad ni el sabor del producto” pues muchos son “modificados genéticamente”. “Nosotros consumimos entre 35 y 40 toneladas de aceite de girasol a la semana, por lo que conseguir una alternativa es prácticamente imposible”, lamenta.
¿Subirán los precios?
Además del desabastecimiento, otro de los temores tanto del sector como de los consumidores es que la escasez de producto se traslade a los precios. “Estamos hablando del gas, de la electricidad, los combustibles, los fertilizantes, el propio plástico de las botellas… hay una serie de imputs que necesitamos para producir que dependen de factores internacionales y que ahora mismo están en el aire”, alerta Fernández.
De momento, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los precios mundiales de alimentación han alcanzado en febrero un récord histórico, detrás del cual está el alza de los aceites de palma, de soja y de girasol. También en España el repunte de la inflación, hasta niveles que no se veían en 33 años, ha incrementado el coste de la cesta de la compra en los últimos meses.
Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lamentan la restricción de las ventas de aceite de girasol que están practicando algunas cadenas, ya que en su opinión “genera una creciente alarma entre los consumidores y favorece, por lo tanto, la subida de su precio”. Un precio que, precisamente, “viene ya incrementándose notablemente desde el año pasado por circunstancias ajenas a la guerra de Ucrania”.
La organización advierte además de que la Ley del Comercio Minorista, en su artículo 9.2 prohíbe limitar la cantidad de artículos que pueden ser adquiridos por cada comprador. Y recuerda a los consumidores que estos productos tienen una fecha de consumo preferente de alrededor de un año desde su envasado, “pasada la cual pierde calidad y empieza a enranciarse”. “Un motivo más para no almacenar aceite de forma compulsiva”, concluyen.
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