Rusia aprieta el botón de pánico y aumenta el riesgo de guerra nuclear: qué arsenal tiene

«Para proteger a nuestro pueblo, usaremos todos los medios a nuestra disposición. No es un farol. Lo repito. Todos los medios a nuestra disposición». Palabra de Vladimir Putin. Inclinado hacia delante, con las dos manos apoyadas sobre la mesa, y con tono desafiante, Vladimir Putin ha decidido subir la apuesta. «Recuerdo que nuestro país tiene armas de destrucción tan poderosas como las de la OTAN», ha dicho. «Y si se amenaza la integridad territorial de Rusia, sin duda usaremos todos los medios para protegernos». Su programa favorito de televisión recomendó bombardear el funeral de Isabel II.

Y esto, añade con pausa dramática, no es un farol. La velada amenaza de un país con 5.000 cabezas nucleares viene de atrás. Pero esta vez tiene un subrayado. Y también una inquietante línea roja: Putin habla de integridad territorial justo cuando se preparan en el este y en el sur de Ucrania -controlados por el Kremlin- referéndums de anexión a Rusia.

La movilización de reservistas, que el ministro de Defensa ha cifrado en 300.000, debería ser según el presidente para especialistas y veteranos del ejército. Pero en los textos oficiales no se especifica nada al respecto. Rusia se adentra en tierra desconocida desde la II Guerra Mundial. Y el mundo teme ser arrastrado con ella.

Rusia tiene el mayor arsenal nuclear del mundo

La amenaza proviene del país con el mayor arsenal nuclear de todo el mundo. El informe más actualizado revela que Rusia cuenta con 4.477 ojivas nucleares, los dispositivos que desencadenan una explosión atómica, porque 1.500 habrían sido desmanteladas. Por tanto, Putin tiene casi 1.600 cabezas nucleares desplegadas estratégicamente, 812 en misiles balísticos terrestres, unas 200 en bases de bombarderos pesados y 576 en submarinos nucleares que realizan maniobras por todo el mundo y podrían atacar en cualquier punto en cualquier momento. Almacenadas hay al menos 977 ojivas estratégicas junto a 1.912 ojivas no estratégicas.

La diplomacia internacional se rige en estos momentos por el Tratado de No Proliferación Nuclear, en el que aparece reconocido el estatus nuclear de Rusia y Estados Unidos. En ese contexto post Guerra Fría se sitúa el START III o Nuevo START, firmado por Barack Obama y Dmitri Medvédev, entonces los respectivos presidentes de Estados Unidos y Rusia, en 2010. Las partes se comprometieron a reducir su arsenal atómico en dos tercios, con lo que se limitaría a 1.550 ojivas el arsenal de cada país.

El arsenal del que dispone Rusia

Además, también se incluyó un sistema de inspección de los arsenales y se limitó a 700 el número de misiles balísticos intercontinentales, el de los desplegados en submarinos y bombarderos estratégicos equipados para armamento nuclear. Se reducía a 800 las lanzaderas para misiles intercontinentales, las lanzaderas submarinas para misiles balísticos y los bombarderos estratégicos equipados para armamento nuclear, estén desplegados o no. Estas obligaciones tenían que ser aplicadas durante 10 años. En febrero de 2021, Rusia y Estados Unidos prorrogaron por cinco años este último tratado de desarme.

Entre las armas que Rusia puede usar encontramos los misiles balísticos de clase Borei con un alcance de 8.000 kilómetros que pueden llevar entre 6 y 10 cabezas nucleares, misiles intercontinentales Yars con un alcance estimado de 12.800 kilómetros o misiles hipersónicos Avangard con un alcance de aproximadamente 10.000 kilómetros. Superan 20 veces la velocidad del sonido, pudiendo llegar a EEUU en 15 minutos.

También poseen los misiles de alta precisión Kalibr. Con un alcance de entre 2.000 y 2.600 kilómetros, pueden ser instalados en buques y submarinos; los misiles de corto alcance Iskander con un alcance de entre 280 y 400 kilómetros o los misiles balísticos Sarmat.

La táctica de Putin

Los líderes separatistas de cuatro enclaves controlados por las fuerzas rusas y sus apoderados en Ucrania anunciaron la celebración de “referendos’ para decidir si sus territorios se unen a Rusia. Estas votaciones, que son ilegales según el derecho ucraniano e internacional y que la mayoría de los analistas consideran una farsa, son similares a las que Rusia desplegó tras la anexión de Crimea en 2014.  Tras la anexión de los territorios, Moscú probablemente declararía que los ataques ucranianos a esas zonas son asaltos a la propia Rusia. Y ahí están ya las amenazas.