Estados Unidos dio a conocer la semana pasada que permitirá la entrada a los viajeros extranjeros vacunados contra el coronavirus, flexibilizando las restricciones migratorias.
La Administración Biden anunció que pondrá fin a las restricciones impuestas hace 18 meses a raíz de la pandemia por el Gobierno de Donald Trump para los visitantes extranjeros provenientes de destinos como el Reino Unido y la Unión Europea.
Sin embargo, ha trascendido que la nueva normativa que entrará en vigor en noviembre finalmente excluirá a muchas personas que hayan recibido la vacuna rusa Sputnik V, pese a ser consideradas inmunizadas.
La medida podría afectar a cientos de miles de rusos que, pese a la complicada relación entre los países y la limitada demanda de viajes internacionales, se ven impedidos de ingresar al territorio norteamericano. De acuerdo a los datos de la Asociación de Viajes de Estados Unidos, unos 300.000 ciudadanos rusos visitaron los Estados Unidos en 2019.
En concreto, la nueva normativa estadounidense exige que cualquier extranjero que deseen ingresar al país, debe haber completado el ciclo de inmunización con alguna de las vacunas aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) o por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Entre las vacunas aceptadas se encuentras las fabricadas por Pfizer y Moderna, al igual que las vacunas desarrolladas por empresas chinas como Sinopharm y Sinovac.
Sin embargo, Sputnik V no ha sido aprobada por la OMS. De hecho, el organismo sanitario internacional ha declarado que ha suspendido el proceso de revisión de la vacuna, alegando la preocupación por las prácticas de fabricación en las plantas de producción en Rusia y por la posibilidad de que la vacuna pueda producirse de forma consistente con el nivel necesario.
Hasta antes del cambio en las normativas, Estados Unidos no tenía restricciones generales a los viajeros provenientes de Rusia, que solo debían presentar una prueba negativa por Covid-19 para entrar en el país.
Las nuevas restricciones podrían afectar, además de a los rusos, a unas 448 millones de personas que podrían haberse inmunizado con la vacuna desarrollada por el Instituto de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, con sede en Moscú, de acuerdo a los datos del Global Health Innovation Center de la Universidad de Duke, que indican que es la cantidad de dosis adquiridas en todo el mundo, muchas de ellas por países de bajos ingresos.
Algunos gobiernos se han quejado de la lentitud de las entregas desde Rusia, debido a los retrasos en su producción.