El nuevo modelo educativo, diseñado para acabar con las distinciones sociales, permite combinar el aprendizaje grupal con el individual.
Cuando el peruano Jorge Yzusqui terminó el bachiller, su padre, cabeza de familia de un hogar de nivel medio-bajo, le advirtió de que si quería estudiar una carrera debía hacerlo en la universidad pública en Perú, pues a la privada solo tenía acceso aproximadamente el dos por ciento de la población más rica del país.
En aquel momento, el grupo guerrillero Sendero Luminoso estaba muy presente en el día a día de la vida universitaria, organizando paros y huelgas continuas, por lo que terminar una licenciatura de cinco años por la vía pública podía llevar varios más.
Decidió entonces postular en secreto a la privada y al ser seleccionado habló con su padre para decirle que a sus 17 años comenzaría a trabajar para pagar sus propios estudios. Aunque se matriculó en Ingeniería Química, pronto comenzó a dar clases de matemáticas para obtener un sueldo. Fue en ese momento cuando, además de descubrir su vocación por la enseñanza, comenzó a entender que la educación en Perú «era de muy baja calidad».
Este dato no es subjetivo. De los 65 países que evalúa cada año en materia educativa el informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (Informe PISA), en 2017 Perú se situó en el puesto 63. En 2016 y 2015 ocupó la última posición del ranking.
Jorge no había cumplido los treinta cuando una institución privada le invitó a formar parte de su dirección y le encomendó que se encargara de un proyecto de capacitación docente en zonas rurales. Subió a las montañas, «donde vive la gente realmente pobre del país», y observó aquellas escuelas precarias, sin electricidad, donde los profesores apenas hablaban español.Investigó y supo que en esas condiciones estudiaban dos de los cerca de ocho millones de alumnos que tiene el país andino.
Eso le hizo ver que Perú no iba a ser un país sostenible en el largo plazo. «Nunca vamos a tener paz social si no somos capaces de conseguir que todo el mundo tenga acceso al mismo nivel de conocimiento«, relata a Notimérica por videoconferencia desde su coche, en el que va de copiloto tras dejar a sus dos hijos pequeños en el colegio. Y continúa con su sólido argumento, base para creer «ciegamente» en lo que hace: «Los países se empeñan en dar comida a los pobres, pero el único camino que existe para terminar con las tensiones sociales es la educación».
Era 2006 cuando abrió el primero Innova School, su primera escuela con la que trataría de demostrar que con 150 dólares al mes por alumno se puede ofrecer enseñanza del mismo nivel que «las escuelas americanas que cobran a los alumnos más de mil dólares». Educación al alcance de la clase media peruana. Desde aquel año, y tras cinco «de trabajo tremendamente duros» en los que se planteó en numerosas ocasiones tirar la toalla, hoy tiene en funcionamiento 49 colegios con un total de 37.000 alumnos.
Comenzó a desarrollar un nuevo modelo de enseñanza que combinara el aprendizaje grupal con el individual. Para ello se rodeó de los mejores profesionales, amantes de la educación venidos de las mejores universidades del mundo. Cuenta Jorge que en las entrevistas de trabajo jamás pregunta por la experiencia laboral del interesado. «Yo me siento a hablar de educación. Si le brillan los ojos en esa charla, esa persona está dentro», explica.
Tiene 61 años y su día transcurre entre las escuelas que tiene en catorce departamentos de Perú. Colegios «amigables» en los que el 70 por ciento de las clases se convierten en debates generados a raíz de la pregunta que el maestro lanza al comenzar la sesión. El otro 30 por ciento del tiempo, cada alumno accede a su sesión online y va avanzando en las distintas materias a su ritmo.
Aquí no se siguen libros de texto ni se exige a los alumnos el mismo nivel de conocimiento en el mismo momento. Los maestros por su parte ya no son tampoco esa figura «que lo sabía todo». No preparan las clases, sino que están ahí simplemente para supervisar el desarrollo de cada estudiante. Las tardes, cuando puede, las emplea en responder a los cientos de emails que se le acumulan en su cuenta de correo electrónico.