En términos generales se percibe una sólida creación de empleo, inversiones y caída del déficit público.
La economía de la zona del euro está en vías de crecer. Las estimaciones de la Comisión Europea apuntan que este año se alcanza el ritmo más rápido de la década, con un alza media del Producto Interno Bruto (PIB) del 2,2 por ciento. Una cifra que logra superar las estimaciones realizadas por la institución internacional durante la primera, cuando se estimó que llegaría al 1,7 por ciento.
Según sus previsiones, la Comisión Europea pronostica que el crecimiento se mantenga tanto en la zona del euro como en la Unión Europea a un ritmo del 2,1 por ciento en 2018 y del 1,9 por ciento en 2019 (previsiones de primavera: 2018: el 1,8 por ciento en la zona del euro, el 1,9 por ciento en la Unión Europea). “El crecimiento económico y la creación de empleo son sólidos, la inversión está repuntando y la deuda y el déficit públicos están disminuyendo gradualmente”, explica Valdis Dombrovskis, vicepresidente responsable del Euro y el Diálogo Social.
A esto suma que “hay indicios de la reanudación de un proceso de convergencia de las rentas reales de los ciudadanos. Sin embargo, existen diferencias importantes entre los Estados miembros y algunos de ellos siguen adoleciendo de una atonía considerable en el mercado laboral”. Por lo que insiste en que “nuestras políticas deben seguir estando enfocadas claramente a hacer que el crecimiento sea sostenible e inclusivo”.
Pierre Moscovici, comisario de Asuntos Económicos y Financieros, Fiscalidad y Aduanas, ha afirmado que “tras cinco años de recuperación moderada, el crecimiento europeo se ha acelerado ahora. Creemos que hay buenas noticias en muchos frentes: se crean más puestos de trabajo creados, aumentan las inversiones y se consolidan las finanzas públicas”. No obstante, advierte que “subsisten dificultades tales como niveles de endeudamiento elevados e incrementos salariales moderados”, por lo que “es necesario un esfuerzo decidido de los Estados miembros para garantizar que dure esta expansión y que sus resultados se repartan equitativamente”.
La economía europea presenta resultados mucho mejores que los previstos para este año, impulsada por un consumo privado resiliente, un crecimiento más fuerte en el mundo y la reducción del desempleo. La inversión también está recuperando unas condiciones de financiación favorables y un mejor clima económico, tras disiparse la incertidumbre. Las economías de todos los Estados miembros se están expandiendo y están mejorando sus mercados laborales, pero los salarios solo están aumentando con lentitud.
Un contexto político cambiante
Aunque la recuperación cíclica lleva ya 18 trimestres ininterrumpidos, sigue siendo incompleta, ya que, por ejemplo, sigue habiendo bastante atonía en el mercado laboral y el aumento de los salarios es excepcionalmente bajo. Por lo tanto, el crecimiento del PIB y la inflación siguen dependiendo de políticas de apoyo.
El Banco Central Europeo ha mantenido muy flexible su política monetaria, mientras que otros bancos centrales del mundo han empezado a subir los tipos de interés. Se prevé que varios Estados miembros de la zona del euro adopten unas políticas presupuestarias expansionistas en 2018, pero se pronostica que la estrategia presupuestaria general de la zona del euro se mantendrá neutra en términos generales.
La creación de empleo se ha mantenido y las condiciones del mercado laboral se beneficiarán de la expansión impulsada por la demanda nacional, la moderación salarial y las reformas estructurales aplicadas en algunos Estados miembros. Se prevé que el desempleo en la zona del euro este año ascienda al 9,1 por ciento como media, su nivel más bajo desde 2009, ya que el número total de personas empleadas se eleva a una cifra récord.
A lo largo de los dos próximos años, la tasa de desempleo disminuirá al 8,5 por ciento en 2018 y al 7,9 por ciento en 2019. En la Unión Europea, la tasa de desempleo se situaría en el 7,8 por ciento este año, el 7,3 por ciento en 2018 y el 7 por ciento en 2019. Se prevé que se modere la creación de empleo, ya que los incentivos presupuestarios temporales se diluyen en algunos países y se está produciendo una escasez de personal cualificado en otros.