“¡Hacen preguntas muy difíciles! Y es temprano por la mañana”. El economista Richard Thaler, que ganó el Premio Nobel en 2017, se defendía este miércoles con modestia durante un desayuno con periodistas en Salamanca sobre los retos que supone para el sistema económico una mayor esperanza de vida y un creciente número de personas con más de 65 años. Sin embargo, en dicha sesión y a lo largo del Congreso ‘Economía de la Longevidad’, el estadounidense sí ha desgranado algunas medidas que “en combinación” pueden ayudar a mantener el sistema de pensiones: “dejar entrar” a migrantes, retrasar la edad de jubilación o desplegar planes de ahorro “automáticos” son algunas de ellas.
Extranjeros que buscan trabajo, países que necesitan trabajadores
De este modo, la receta de Thaler tiene, primero, una vía macroeconómica. “Si tenemos vidas más largas y saludables y seguimos teniendo menos hijos, tenemos un problema, porque no podemos esperar que la siguiente generación pague por los mayores (…) Necesitamos la inmigración”, ha expuesto en el evento organizado por Centro Internacional sobre el Envejecimiento (CENIE) y la Fundación General Universidad de Salamanca. “Hay mucha gente ansiosa por trabajar y muchos países en el mundo que no tienen suficientes trabajadores. Eso tiene una solución bastante obvia”.
Pero el economista de la Universidad de Chicago -que elevó la reputación de la economía conductual con sus teorías sobre la irracionalidad de las personas para tomar decisiones financieras y de ahorro- es consciente de los “obstáculos políticos” a la medida. “La población local suele creer que hay más migrantes de los que realmente hay”, ha valorado, si bien, no ha dudado en afirmar que sería la primera política que llevaría a cabo “si alguien cometiera el gran error” de ponerlo al frente del porvenir de Estados Unidos.
Con todo, Thaler también ha advertido sobre las declaraciones “exageradas” que hablan del colapso del sistema: “no es que de repente un día nos vayamos a quedar sin dinero. Pero si el dinero que entra es menor que el que se ha estado pagando, hay que arreglarlo de alguna manera”.
Así, ha vuelto a echar mano de las matemáticas para mostrar que, si no se hace nada, “habrá que reducir las prestaciones, aumentar los impuestos, elevar la edad de jubilación o una combinación” de todas ellas. Las puertas abiertas a trabajadores, ha insistido, aún pueden ayudar a nuestras economías a sustentar la jubilación de la numerosa generación del ‘baby boom’.
“Empujoncitos” para ayudar a ahorrar para la jubilación
Pero si por algo es célebre Richard Thaler es por su teoría del “empujoncito” (“nudges”, en inglés) para precisamente ayudar a las personas a tomar decisiones favorables a su ahorro, inversión y planificación de la jubilación. Se trata, según sus palabras, de “crear una serie de herramientas” que refuercen determinadas acciones “sin forzar” a los ciudadanos y, por lo tanto, respetando su libertad.
En ese sentido, ha puesto como ejemplo el modelo del Reino Unido, quienes inspirándose en su teoría, han obligado a todas las empresas a ofrecer un plan de ahorro privado para la jubilación a sus trabajadores, como complemento al sistema público.
“Todo lo que las empresas estaban obligadas a hacer es a inscribir automáticamente a los empleados en el plan de ahorro, pero los trabajadores puedan optar por desinscribirse. Muy pocos lo hicieron, menos del 10%”, ha desarrollado el economista. La adhesión de cerca del 90% de los empleados es posible, según su visión, gracias a la afiliación “automática” que puede resumirse con el mantra: “hazlo fácil”.
A esto, se suma otra medida, la de “crear una estrategia de inversión por defecto”, que resulte sensata y, de nuevo, fácil para un trabajador que no es experto en finanzas. “Puede ayudar especialmente a las clases medidas, mientras las pensiones estatales cubren a una mayor proporción de los ingresos del tercio inferior. Del tercio superior, no hay que preocuparse tanto”, ha valorado.
Finalmente, respecto a este paquete de medidas, Thaler ha subrayado el poco coste que tiene para los gobiernos. “El dinero viene de los bolsillos de la gente y volverá a ellos, porque es suyo. Es invertir ahora para gastar después”, ha zanjado el estadounidense quien, como otros ponentes del Congreso, ha criticado las exenciones fiscales para los planes privados porque beneficia solo a las rentas altas y resta recaudación. Su propuesta, en cambio, ha sido tachada de “paternalista”, aunque él siempre ha hecho gala de su ironía contestando que se trata de un “paternalismo libertario”.
Edad de jubilación y productividad más allá de los 65
En relación al pago de las pensiones, durante las distintas ponencias sobre la Economía de la Longevidad, la cuestión de un cambio en la edad de jubilación y la productividad más allá de los 65 años ha sido transversal. “Nos fascina la edad de jubilación, pero va a ser ineludible trabajar más. Si vives hasta los 100 años, vas a tener que trabajar hasta los 80”, ha esbozado Andrew J. Scott, profesor de Economía en la London Business School y académico consultor en el Centro de Longevidad de la Universidad de Stanford.
El ministro de Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ha ahondado especialmente en ese punto, aunque sin poner una cifra a la prolongación de la vida laboral. “Se desaprovecha muchísimo talento y experiencia, y se pierden ganancias de productividad. El reto del envejecimiento hace que tengamos que pensar que las personas dispuestas a trabajar más tiempo son un bien público general. El mantenimiento del estado de bienestar pasa por tener una base de población ocupada al menos en los niveles actuales”, ha defendido el ministro en la ponencia de cierre del día. “Lo que no puede ocurrir es que personas que quieren trabajar a determinada edad se encuentren con dificultades”.
Así, Escrivá ha descrito las medidas del Gobierno para incentivar jubilaciones tardías y ha defendido implantar un modelo de transición más flexible. Es decir, que quienes así lo deseen no tengan que pasar de la jornada completa a la inactividad laboral, sino que puedan retirarse de forma gradual con una “jubilación activa o parcial”, por ejemplo.
El titular de Seguridad Social ha concluido presumiendo de los esfuerzos del Gobierno y el Pacto de Toledo para dotar de estabilidad al sistema y, en definitiva, de certidumbre para los contribuyentes. Los economistas en la sala, sin embargo, pedían más compromiso por parte de las administraciones.
“Es un problema que la sociedad tiene que resolver, al igual que el cambio climático”, ha reclamado antes Thaler, comparando la dimensión y, en parte, el origen conductual de las dos cuestiones. “A veces se habla de demografía o de que la población envejece pero no se le da la misma prioridad o sentido de urgencia [que a otros temas, como la tecnología o la sostenibilidad]”, ha aportado Scott. “Eso tiene que cambiar”.