Hdeivd, el hombre que quiere deforestar el Amazonas

Hdeivd Queiroz de Jesus Alves

Hdeivd Queiroz de Jesus Alves, presidente de la Asociación de Productores Rurales de Río Bonito (ASPRORIB), afirma que se debe deforestar la selva para el progreso de Brasil

Entonces, llueve. «Esto es bueno para mi tierra», dice. Su satisfacción es inexpresiva, ni una risa, ni por un segundo una risa. Afuera, sigue quemando el aire pero el pasto se apaga al contacto con el agua. Cuando la tierra se quemaba era así: troncos caídos hacia un costado sin haber llegado al piso, árboles derribados reposando sobre otros árboles. Humo, de la tierra y de la madera. Como un bosque de arena que alguien vino y pateó y llenó de bengalas para espantar.

«Esto fue hecho con máquina», dice. «Cuando el desmonte es así brusco, que no se ve el corte en los árboles, es que lo hizo una máquina». Hdeivd se llama Hdeivd Queiroz de Jesus Alves. En Campo Novo es conocido como el presidente de la Asociación de Productores Rurales de Río Bonito (ASPRORIB). Para otros, los que están en tema, es conocido como el testaferro de su primo, un tal Queiroz y el responsable de la toma ilegal de tierras protegidas, la deforestación y la quema de esas mismas tierras. Es también señalado como el líder de una organización criminal que reparte amenazas de muerte a los funcionarios de la zona que quieren evitar que tome posesión. Un colaborador de ICMBio (Instituto Chico Mendes de Conservação da Biodiversidade, la organización del Ministerio del Medio Ambiente que se encarga de cuidar el Parque Nacional Paccas Novos -la reserva natural más cercana a Campo Novo-) dice que Hdavid, una fracción menor de la policía y algunos políticos están llevando a cabo un plan para deforestar tierras del estado de Rondonia y ganar espacio para la ganadería.

Hdeivd Queiroz de Jesus Alves (Crédito de foto: Joaquín Sánchez Mariño)

Hdeivd Queiroz de Jesus Alves (Crédito de foto: Joaquín Sánchez Mariño)

Campo Novo es una ciudad pequeña, de diez cuadras de largo por cuatro de ancho. Hay cuatro puestos de comida en una plaza, un pequeño restaurante/hotel, un local de electrodomésticos, dos bancos, una farmacia, y algunos quioscos. Además, dos galpones de minería y madera, montones de madera alrededor. Dicen los vecinos de Campo Novo que tienen solo dos estaciones: verano e invierno. Ahora, verano. Es difícil no pensar en fuegos cuando uno camina por sus calles.

Hdavid responde el teléfono con desconfianza. ¿Quién es?, pregunta. Un periodista argentino, respondo. Le explico: estoy cubriendo los incendios y leí algunas notas sobre él. Quiero escuchar su versión, eso le digo. Se enoja. Me dice que la última vez que dio un reportaje al medio Globo habló cuarenta minutos y solo mostraron uno. «Fue un reportaje completamente tendencioso… si usted quiere hacer eso no me interesa», me advierte.

No quiero que se enoje, Hdavdid. Estoy solo, no conozco la zona y nadie me conoce a mí. Le prometo que no seré tendencioso y que solo quiero escucharlo. Acepta. «Nos vemos en la plaza después de almorzar… Yo te busco», dice.

Por prudencia, hablo con el jefe de policía de Campo Novo. Lo conocí mientras caminaba por ahí. Me vieron extranjero y me pidieron documentos. Le conté lo que estaba buscando y me dijo que lo mantuviera al tanto de mis movimientos. Entonces, lo informo. Me pregunta dónde será la entrevista. En la granja de Hdavid, respondo.

Llega a bordo de un auto gris. Baja la ventana. «¿Estás solo?», pregunta. Le digo que sí. Me abre la puerta. Saluda fríamente. A poco de arrancar comienza a hablar de la entrevista de Globo. Está enojado. «¿Para qué me piden un reportaje, eh? ¿Para qué?».

Unas pocas cuadras y estamos fuera del pueblo, toma un camino de tierra entre campiñas. La tierra es colorada y el pasto amarillo, oxidado, en la tonalidad del calor. Andamos veinte minutos hasta llegar a una tranquera. Detrás de ella, dentro de la finca, ya comienzo a ver el humo. Se ve un monte enorme antecedido por otro monte que fue como batido. «Esto fue hecho con máquina», dice. Es la tierra de su vecino, que vive delante de él.

-¿Él hizo el desmonte y la quema?

-Sí.

-¿Y a usted no le molesta?

-¿Cómo me va a molestar? Es necesario.

Después de la primera tranquera llegamos a un alambrado de púas. Me pide que baje a abrir. Lo hago. Pasa el auto, cierro. Aparecen algunas vacas. Son de Hdavid y de su vecino, producen juntos. Hdavid tiene el sueño de que su Asociación concentre a todos los productores rurales de Rondonia y hagan peso para que el modelo ganadero crezca en el país. «Nuestro presidente hoy gracias a Dios está apoyando al productor rural. No podemos confundir al productor rural con un invasor de tierra indígena y con un invasor de una reserva. Son dos cosas diferentes. El que invade una reserva está cometiendo un crimen».

-¿Hay muchos invasores por la zona?

-Hay.

-¿Por qué ustedes no lo son?

-Porque somos los únicos que quisimos pagar por la tierra. Y tenemos todos los papeles para mostrarlo, pero ahora inventan que es una reserva natural e indígena.

-¿Qué relación tiene con los indígenas de la zona?

-Ninguna.

-De algún modo son dueños de tierra que para usted sería valiosa…

-Nosotros respetamos la tierra protegida. Eso debe quedar claro. Ahora, los indígenas no están siendo cuidados realmente. Si un indígena vende una sola hectárea de su tierra, va preso… ¿Cómo es eso? ¿No es que era su tierra?

-Los ambientalistas consideran que ampliar la frontera agropecuaria va a generar un daño irreparable al planeta.

-Para los ambientalistas hay que dejar todo como está. Si fuera por los de ICMBio no se corta ni un árbol. Todo bien… Ahora, ellos tienen que saber que el arroz que está en su mesa, la carne que ellos consumen no se produce en la selva. No hay cómo producir ahí dentro.

-¿Qué opina de la actitud del presidente de Francia, Emmanuel Macron, que se mostró muy preocupado por lo que pasa en Brasil?

-Macron habla mucho. ¿Por qué no planta en su casa entonces? Yo le diría: en vez de discutir con nosotros, tome el dinero que está disponiendo y ponga árboles donde está usted. Si su preocupación es con los árboles, plante árboles allá, en Francia… Si precisa ayuda Brasil lo ayuda. Los que hablan de Brasil están preocupados por el oro que existe en la Amazonia, están preocupados por los diamantes, por el petróleo. Es para eso que están acá.

-Para usted, ¿la Amazonía debería ser más productiva?

-Mucho. La selva Amazónica tiene muchas áreas improductivas donde usted no consigue producir. Pero no en todos lados hay que desmontar eh, sino solo donde se puede hacer producción. Hay áreas que son solo piedra, ¿para qué vamos a deforestar ahí?

Las tierras de las que alega ser dueño son cerca de 50 mil hectáreas de plena Amazonía. Según ICMBio, pertenecen a un Parque Nacional y nunca pudieron ser comercializadas (según documentos, el estado indemnizó a sus viejos dueños en la década del 70). Según Hdeivd, esas tierras nunca estuvieron en el Parque y pertenecen a Vitoria Pando, una señora de 92 años a quienes ellos (Hdeivd en nombre de la Asociación) compraron las tierras por un valor de 21 reales la hectárea. En total: un millón doscientosmil reales a pagar en seis cuotas. «Pero te aclaro: todavía no lo terminamos de pagar. Recién lo vamos a hacer cuando podamos tomar posesión de la tierra», dice Hdeivd.

La disputa es feroz. No solo en la justicia sino también en el campo. En la parte legal, Hdeivd presentó todo tipo de documentación que prueba la valía de la compra. Según ICMbio, se trata de puros documentos falsos. Es una práctica habitual en Brasil. Los famosos «grileiros» son personas que gracias a cierta influencia en la justicia logran hacerse de títulos de propiedad de tierras que no le pertenecen. ¿Son falsos los documentos que Hdeivd me muestra y luego me envía? Imposible para mi saberlo.

En el territorio la cuestión es más feroz. Las tierras tomadas en parte ya fueron desmontadas. Entran, cortan, queman y salen. Los efectivos del ente de control me explican que los invasores -comandados por Hdeivd y su primo- tienen un sistema de radio satelital y muchos recursos para logística. «Entran en motos. Tienen armas y bases guardadas en el lugar. Y cuando saben que vamos desaparecen, pero hubo más de un tiroteo ahí dentro», me dice un oficial de prefectura en Campo Novo.

Hdavid tiene dos motos debajo de un árbol en su hacienda. El auto gris en el que me buscó y una camioneta 4×4 blanca. «Hace unos años detuvieron a mi primo y ICMBio lo maltrató mucho verbalmente. Hay una persecusión hacia nosotros», dice.

«Hace cinco años me invitaron junto a un grupo a hacer unas demarcaciones de tierra. No fui por varios motivos: primero, porque los asesinatos en Rondonia por problemas de tierras son muy habituales así que tuve miedo, y segundo porque había que hacer una caminata de 27 kilómetros a través de la selva y yo no estaba preparado físicamente. Pero hubo un grupo que sí fue, como 150 o 160 personas… Y volvieron de ahí con sus tierras demarcadas. No sabían si era reserva o qué».

Seis meses después le surgió la oportunidad de comprar una propiedad de un muchacho que no podía pagarla. Aceptó. Junto a los otros compradores, comenzó a hacer trabajos de desmonte y poner plantaciones de banana, mandioca, y algo de ganado. La diferencia entre desmonte y deforestación es que puede haber desmonte y reforestación: se talan los árboles y se deja volver a crecer nuevos. En cambio, en el caso de la deforestación la idea es que donde hay un árbol ya no lo haya sino que se cambio por territorio, por ejemplo, para ganadería. Toda deforestación tiene antes un desmonte. Aunque no lo expresa explicitamente, el «desmatamento» del que habla Hdeivd es uno que termina en deforestación.

(Crédito de foto: Joaquín Sánchez Mariño)

(Crédito de foto: Joaquín Sánchez Mariño)

«La gente se preguntaba cómo íbamos a hacer para tener los documentos. Y ahí comenzó la batalla. Dos años después de eso sucedió la detención de mi primo alegando que estaban dentro de una reserva indígena dentro del Parque Nacional Paccas Novos. Pero la Policía Federal desestimó y lo dejaron libre».

-¿Cuál es el propósito de la Asociación para con las tierras que están disputando? ¿Producción rural?

-Sí. Ya hay un poco de producción plantada de hecho. Hay ganado y agricultura.

-O sea que cuando tomen posesión de las tierras quieren deforestar…

-Sí. Para producir hay que hacer deforestar. No hay cómo sino. Si cultivás en medio de la mata no vas a producir. Vos no ves a las vacas comer hojas de los árboles. Las vacas comen pasto. Hay que hacer el desmonte.

-¿Y el medioambiente? ¿Qué opina de la fuerte crítica que hacen los ambientalistas?

-La gente dice: vos estás a favor de acabar con todo. No. Acá mismo hay preservación. Te digo: ningún país tiene derecho a hablarle a Brasil de preservación. Nosotros somos el país que más preserva en el mundo. Siempre el productor brasilero va a desmontar solo lo que necesita, nunca de más.

-¿Usted querría más área productiva en la Amazonia, aunque suponga menos reserva natural, con todo lo que significa para el planeta?

-Necesitamos tener más áreas productivas. La única cosa que da ganancias ciertas al país es el sector agropecuario. Brasil necesita crecer.

(Entrevista de Infobae).

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