Gorbachov, el hombre que reformó su país y transformó el mundo

Mijaíl Gorbachov es una de las figuras políticas más relevantes y controvertidas del siglo XX. En los seis años que estuvo al frente de la URSS, introdujo una reforma de gran calado en su país, acercó a su pueblo a la libertad y puso fin a la Guerra Fría.

Pero, durante su mandato, la Unión Soviética se derrumbó. Muchos nunca se lo perdonaron. A sus 90 años, enfermo y aislado en su casa a las afueras de Moscú, revela en este documental-entrevista sus sentimientos sobre lo que fue su liderazgo político y su vida personal.

Gorbachov, el hombre libre

En 1985, Gorbachov fue nombrado Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética y se convirtió en el máximo dirigente de la URSS. .

Su llegada al poder supuso una ruptura total con la política que el Partido había llevado a cabo hasta entonces. «Si no soy yo, ¿quién será? Y si no es ahora, ¿cuándo será?» son las célebres palabras de Gorbachov que resuenan décadas después en la televisión de la casa donde vive con 90 años y aislado.

«¡Sabes que casi me muero!, ¡chicos!, mi salud se ha deteriorado mucho», les dice a los periodistas a los que ha decidido hablarles sobre su liderazgo político y su vida personal. «Podéis referiros a esta entrevista como una charla con un bicho raro», comenta Gorbachov mostrando su característico sentido del humor. «¿Se siente usted un hombre libre?», le pregunta el periodista. «Sí», responde con determinación. «Yo hablo, doy mi opinión y escribo sobre las cosas con franqueza», explica.

La conversación discurre sobre quién escucha la opinión de Gorbachov hoy en Rusia. «Los que quieren me escuchan», afirma, pero confiesa que hay periódicos que se negaron a publicarle. “Me dicen, ‘recuerda que la época de Gorbachov terminó’. Y respondo: ¿y eso quién lo dice? Esta época es solo el comienzo. Todos los pueblos deben tener la oportunidad para ser libres», asegura con rotundidad. Y es que desde el primer momento de su mandato vio en la glásnost el motor con el que arrancar la transparencia y la libertad de expresión en su país.

Un reformista que se abrió al mundo

Mijaíl Gorbachov, el último presidente de la Unión Soviética, pasa sus últimos días en su casa de Moscú, el único legado que el Estado le ha dejado mientras viva. «Sigo considerándome socialista, francamente, sigo viendo a Lenin como nuestro guía», afirma sin vacilar. Pero en Rusia no todos le creen. «Algunos piensan que yo he destruido el socialismo», insiste. Se refiere a todos esos detractores que nunca le perdonaron la desintegración de la URSS durante su mandato.

Que acometiese una gran reforma de la política y la economía de su país, que derribara el muro de Berlín, que consiguiera acabar con la Guerra Fría y que la superpotencia soviética se abriera al mundo, no fue suficiente para calmar los ánimos de sus enemigos. «¿Dónde está la democracia?», le dice el periodista. «Pero, ¿por qué me lo preguntas a mí?», responde Gorbachov dejando el interrogante en el aire. «Imagínate por lo que Gorbachov ha tenido que pasar», concluye.

Raisa, o amar hasta la muerte

Acompañado por sus cuidadores, Gorbachov vive en soledad desde 1999, cuando falleció su esposa. «Todavía no lo he superado», asegura entristecido. De hecho, cuando Raisa Maksimovna murió, Gorbachov dijo públicamente que la vida ya no tenía sentido.

«No importa lo que digas, no importa lo que hagas, los años siempre pasan factura y el tiempo vuela», afirma sonriendo, mientras escucha las palabras del himno ruso, Nuestra Patria libre. «Nuestra Patria libre», repite, «¿Pero quién nos trajo la libertad?» se pregunta esperando que en pocos segundos entre el Año Nuevo.