El Fondo Monetario Internacional estima que, además, el PIB caerá drásticamente en un 18 por ciento.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha alertado del «colapso» económico de Venezuela, para la que proyecta una tasa de inflación del 1.000.000 por ciento a finales de 2018 y una caída del PIB del 18 por ciento, comparando la situación actual del país con la de Alemania durante la República de Weimar o la crisis de Zimbabue a finales de la década pasada.
«Proyectamos que la inflación se disparará a 1.000.000 por ciento para fines de 2018, lo que indicaría que la situación de Venezuela es similar a la de Alemania en 1923 o Zimbabue a fines de la década de 2000″, ha señalado el mexicano Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, en la actualización de perspectivas para América Latina de la institución.
De este modo, el FMI anticipa una contracción del PIB venezolano del 18 por ciento este año, después de la caída del 14 por ciento registrada en 2017, mientras que para 2019 prevé un retroceso de la actividad del 5 por ciento, a causa de la significativa reducción de la producción de petróleo y de las distorsiones generalizadas a nivel micro y los grandes desequilibrios macroeconómicos.
La economía de Venezuela permanece en recesión desde 2013 y, según las expectativas a más largo plazo del FMI, el PIB del país caribeño seguirá contrayéndose al menos hasta 2023.
En este sentido, Werner ha advertido de que el Gobierno de Venezuela seguirá registrando grandes déficits fiscales, financiados exclusivamente con la expansión de la base monetaria, lo cual seguirá alimentando la aceleración de la inflación a medida que la demanda de dinero siga desplomándose.
De este modo, el FMI ha señalado que el «colapso de la actividad económica», la hiperinflación y el deterioro cada vez más grande de la oferta de bienes públicos (salud, electricidad, agua, transporte y seguridad), junto con la escasez de alimentos a precios subsidiados, «generaron grandes flujos migratorios, que intensificarán los efectos de contagio a países vecinos».
En cuanto al resto de América Latina, el FMI ha destacado que la actividad económica sigue recuperándose, anticipando un crecimiento de la región del 1,6 por ciento en 2018 y del 2,6 por ciento en 2019, algo por debajo de las previsiones del pasado mes de abril de la institución.
Sobre esta cuestión, Werner ha apuntado que la solidez del ritmo de crecimiento estadounidense beneficia a las economías de América Latina con vínculos estrechos con Estados Unidos, mientras que el aumento de los precios de las materias primas apoya a los países exportadores de la región.
Sin embargo, el experto del FMI ha reconocido que el aumento de la demanda mundial no ha sido tan alto como se esperaba en todos los países, acentuando los riesgos a la baja para la demanda externa de la región. Al mismo tiempo, si bien siguen siendo acomodaticias, las condiciones mundiales de financiamiento se están endureciendo gradualmente.
Así, las presiones del mercado financiero han sido especialmente acusadas para los países de la región con fundamentos económicos más débiles, o en países en los que hay incertidumbre en materia de política y en torno a las políticas.
Por su parte, el aumento de los conflictos y las tensiones en relación con el comercio mundial está incrementando los riesgos a la baja para las perspectivas actuales, lo que incluye el posible impacto sobre la incertidumbre y la inversión.
De este modo, en el caso de Argentina, las nuevas previsiones del FMI contemplan un crecimiento del 0,4 por ciento este año y del 1,5 por ciento en 2019, mientras que para Brasil anticipa una expansión del 1,8 y del 2,5 por ciento, respectivamente, y en el caso de México las proyecciones auguran un crecimiento del PIB del 3,8 por ciento este año y del 3,4 por ciento el siguiente