El lucrativo negocio del litio en Chile, ¿una muerte lenta del país?

litio en Chile
La flexible regulación sobre la explotación podría ser una amenaza para el ecosistema chileno.

El salar de Atacama cuenta con un 52 por ciento de la reserva mundial de litio de todo el mundo

Las reservas de litio en Chile representan una millonaria fuente de recursos. De hecho, la zona norte del país sudamericano acoge el segundo salar más grande del mundo. Sin embargo, la flexible regulación sobre las empresas explotadoras podría ser una amenaza para el ecosistema chileno.

Litio en Chile
El litio es el componente básico de las baterías de iones de litio.

El salar de Atacama cuenta con un 52 por ciento de la reserva mundial y el interés industrial sobre esta ha aumentado en los últimos años. ¿Por qué?

La atracción sobre este depósito salino es el litio, componente básico para la fabricación de baterías de iones de litio –dispositivos que almacenan energía eléctrica empleando como sustancia para la electrolisis la sal de litio–.

La actividad minera se ha visto intensificada en el país sudamericano desde hace al menos dos décadas, cuando comenzó a extraerse este mineral de forma intensiva, lo cual amenaza, por extensión, a la capacidad de recarga hídrica del salar.

De acuerdo con el Comité de Minería No Metálica de Chile, el salar tiene una capacidad de recarga de 6.682 litros por segundo. La directora de Proyectos de la ONG chilena FIMA, Gabriela Burdiles, señaló sobre el riesgo de superar esta cantidad que «el proceso extractivista consume mucha agua, ya que por cada tonelada de mineral, se eliminan por evaporación alrededor de dos millones de litros de agua dulce», indicó Burdiles en declaraciones a ‘Sputnik’.

La lucrativa actividad que genera este mineral impacta de forma directa en los llamados ‘pueblos sacrificio’, aquellos que se «venden» ante las compensaciones económicas que ofrecen las empresas explotadoras.

El principal problema para las comunidades que habitan en la zona norte de Chile es el agua, ya que el salar se nutre de los ríos «más caudalosos» de San Pedro de Atacama, los cuales también se ven amenazados por la sequía. Por su parte, las comunidades necesitan de este agua para el mantenimiento de sus cultivos y ganados.

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