El país azteca espera con anhelo su gran festividad, considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
México y su industria turística esperan con anhelo la celebración este fin de semana de los festejos del Día de los Muertos, la fiesta más conmemorativa del país azteca, que según datos oficiales atrae más de 7,5 millones de visitantes foráneos durante los últimos días del mes de octubre.
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) desde el año 2003, la festividad está previsto que deje ingresos por valor de más de 208 millones de dólares en todo el territorio nacional, tal y como ha indicado la Secretaría de Turismo de México (SECTUR).
La festividad, celebrada a nivel nacional, tiene especial importancia para el sector turística y hostelero de Aguascalientes, Guanajuato, Michoacán, Oaxaca, San Luis Potosí y Ciudad de México. El desfile organizado en la capital, que tendrá lugar el 27 de octubre, es una de las citas más importantes en el calendario de la metrópoli, acogiendo a más de un millón de asistentes cada año.
«En ningún otro lugar los visitantes pueden experimentar una celebración tan colorida, mágica y surrealista«, subrayó en una nota de prensa el Director Ejecutivo de la Junta de Turismo de México, Héctor Flores Santana. «Nuestra oferta cultural es una de las razones por las que México se ha convertido en el sexto país más visitado del mundo», destacó Santana al citado medio.
Muertos vivientes en las calles
El Día de los Muertos es una combinación del legado ancestral de los pueblos aborígenes con el Día de Todos los Santos, una mezcla cuyo fin último es honrar la vida de los seres queridos que ya no están con alegría y ofrendas de alimentos, como calaveras de azúcar, amaranto, frutas cristalizadas, pan y calabaza en almíbar. Asimismo, otros elementos importantes en la celebración son la sal y el agua para purificar el alma y calmar la sed.
Así, por un lado, la festividad se basa en la milenaria creencia popular de que los fallecidos regresan anualmente para visitar a sus familiares vivos, al tiempo que para disfrutar de los platos y banquetes con los que sus descendientes homenajean sus vidas pasadas. Por otro lado, durante el periodo colonial, indígenas y mestizos se vieron obligados a esconder esta festividad y a incluir en la celebración de este día elementos religiosos católicos, como santos, vírgenes o cruces en altares establecidos en el interior de lugares cerrados, como casas o iglesias (los hoy conocidos como Altares a los muertos).
Una de las imágenes que más puede verse en torno a esta celebración es la de la calavera Catrina. Esta procede de la antigua conmemoración del noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, que era presidido por la diosa Mictecacíhuatl o ‘Dama de la Muerte’. Esta deidad se relaciona con el personaje de José Guadalupe Posada de ‘La Catrina’, aunque la popularidad de La Calavera Catrina deriva del mural ‘Sueño de una Tarde Dominical en la Alameda Central’ (1947), de Diego Rivera.