Con el dólar como valor comparativo, la región registra remuneraciones muy desiguales que oscilan entre los tres y los 700 dólares mensuales.
Menos de tres dólares. Esa es la remuneración mensual que percibe un venezolano con salario mínimo actualmente. A pesar de que el presidente del país ‘bolivariano’, Nicolás Maduro, anunció en septiembre un incremento del 40 por ciento, el salario mínimo integral (que incluye el bono de alimentación y el sueldo base) sólo llega a los 325.544 bolívares, lo que equivale a unos 2,98 dólares al cambio extraoficial, siendo el índice más bajo de toda América Latina.
Si se analiza la misma cifra con el cambio oficial implementado por el Gobierno, el sueldo sube hasta los 32 dólares, lo que le convierte en la segunda remuneración más mísera de toda la región, sólo logrando superar los 23 dólares que reciben los trabajadores en Cuba. Ambos países comparten un modelo económico que ha sido criticado por las instituciones internacionales por su incapacidad productiva, así como por los devastadores efectos que produce en la generación de riqueza y bienestar social.
Los salarios repuntan considerablemente a partir de México, donde la remuneración es el equivalente a 105 dólares, quedando por debajo de los 115 que se perciben en Nicaragua o los 251 que suma El Salvador; sólo cuatro dólares por debajo de los 255 percibidos en el salario mínimo de Perú. No obstante, no todas las remuneraciones son tan bajas dentro de Latinoamérica, así como lo evidencia Panamá.
El país centroamericano lidera los salarios mínimos más elevados con 744 dólares. Una cantidad que supera en unos 200 euros a su competidor más cercano, como es el caso de Costa Rica, donde las ganancias mensuales equivalen a los 512 dólares. El ‘top cinco’ de los países con las mejores remuneraciones queda completado por Argentina, que suma un total de 479 dólares; Chile, con un salario de 413 dólares; y Uruguay, donde el sueldo es de 386 dólares.
Otros países que destacan por el tamaño de sus mercados y oportunidades de crecimiento se han quedado en la mitad de la tabla, así como ocurre con Colombia y Brasil. En el caso del primero, con una remuneración de 282 dólares se sitúa en el mismo nivel que Bolivia (262 dólares) y República Dominicana (288 dólares); mientras que el país de la Samba tiene un salario mínimo de 290 dólares, inferior al percibido en Paraguay (340 dólares) y Honduras (341 dólares).
Las marcadas diferencias salariales también son un reflejo del estado de la economía, el valor de su moneda y la competitividad internacional del modelo implementado. En este sentido, son un indicador utilizado por los trabajadores y empresarios interesados en la búsqueda de nuevas oportunidades dentro de la región, aprovechando la similitud cultural y la cercanía geográfica.