Colombia uno de países más cotizados para el turismo de salud

El turismo de salud generó en Colombia en 2021 más de 16 millones de dólares.

De esta cantidad se desconoce qué parte procede de la cirugía plástica y de los procedimientos estéticos, un negocio que no para de crecer y que deja beneficios millonarios.

Las cifras son difíciles de calcular porque el sector ha despuntado prácticamente sin que el Gobierno colombiano se diera cuenta. Cada año, en el país se realizan más de medio millón de intervenciones; miles de extranjeros eligen el Caribe para remodelar su figura.

En la consulta del doctor Carlos Alberto Ríos, miembro de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, el cirujano nos explica qué es lo que atrae a estos viajeros: los resultados y los precios internacionales, «porque el cambio de la moneda hace que sea mucho más económica una cirugía de excelente calidad que en otros países». «Una cirugía de 25.000 euros en España vale la cuarta parte en Colombia. Siendo costosa en Colombia, es infinitamente más costosa en Europa» afirma Ríos.

Este médico reconocido internacionalmente se ha especializado en la retirada de biopolímeros, una sustancia sintética compuesta por siliconas de ferretería, derivados del petróleo, aceites de cocina o líquidos inflamables que, a pesar de que está prohibida en muchos países, sigue utilizándose en el mercado negro.

Muestra el vídeo de su última intervención: «En el quirófano la paciente se incendia porque tiene un producto inflamable. Esto es muy peligroso porque, en caso de incendio masivo, la paciente podría morir» aclara el doctor mientras muestra en imágenes la llama que se produce en el glúteo de la mujer durante la operación. Cada año cientos de turistas, muchos de ellos extranjeros, acuden a su clínica para la retirada de estos rellenos y reconstrucción de las zonas afectadas.

Un modelo de belleza voluptuoso

Amparo ha pasado los dos últimos meses en la ciudad de Cali. Es el tiempo que ha tardado en recuperarse de la cirugía a la que se ha sometido para quitarse los biopolímeros que se puso hace casi una década para levantar los glúteos. Al principio quedó encantada, pero con los años empezó a sufrir dolores insoportables e incluso depresión.

«Yo creo que en ese momento fui como de las últimas que me apliqué eso. Yo no tenía nada de cola. Entonces, mi hija me lo regaló con una amiga. Cuando me la colocaron estaba súper feliz porque el cambio fue total» cuenta, confesando que fue su madre la que le inculcó esa adicción por la estética.

«Mi mamá qué no se hizo. Se estiró la cara, se levantó los ojos, se hizo senos, se hizo de todo. Ella fue la que nos lo pagó. Al tiempo con una hermana nos hizo lo de la nariz» dice Amparo, que a sus 61 años tiene muy claro que esta es la última vez que se hace un procedimiento estético.

El modelo de belleza voluptuoso que durante años imperó entre las colombianas –pechos, glúteos o labios ostentosos– tiene parte de su origen en la cultura del narcotráfico. La serie Sin tetas no hay paraíso, creada a partir del libro escrito por el senador Gustavo Bolívar, fue una revolución en el país caribeño. Empezó a cuestionar este prototipo de mujer y a denunciar el daño moral que provocaron los grandes narcos.

«Mujeres de estratos populares de bajos recursos querían operarse para tener la oportunidad de entrar a ese paraíso que para ellas significaba el mundo narco. Con el tiempo se volvió indiscriminada la cirugía estética de todos los estratos de la sociedad, empezó a haber como una revolución y un auge de las operaciones estéticas incluso con tallas gigantes» asegura Bolívar.

 

Los turistas logran ahorrar hasta un 100%: «Se economiza uno bastante»

El turismo médico en Colombia no solo se centra en la estética, también incluye otras especialidades como la oftalmología y la odontología, que también están despuntando. Muchos viajeros aprovechan las vacaciones para ver a diferentes especialistas. Es el caso de María Teresa, que cada año visita tres veces el país caribeño para acudir a varias consultas.

«Hoy me ha tocado dentista. A veces también vengo a ver a un médico general para mis exámenes y traigo a mis hijas para que les hagan también algún mantenimiento en la cara; de láser o de limpieza. Se economiza uno bastante. A veces, prácticamente sale el pasaje gratis con lo que uno paga aquí en Colombia a lo que yo pagaría en EE.UU.» asevera esta turista recién aterrizada de la ciudad de Aspen.

El 60 % de los pacientes de la doctora Adriana Labrador Rincón son extranjeros. En su clínica dental recibe a turistas estadounidenses, europeos o suramericanos. Según la procedencia, el ahorro puede ser importante.

«Es cada vez más común que las personas se hagan implantes, que es un tratamiento muy común hoy en día», cuenta Labrador. Para este tipo de tratamientos, los pacientes deben hacer dos viajes, mientras que para otros más grandes, como cirugías maxilofaciales, el paciente debe permanecer en Colombia por lo menos seis semanas. «Y compensa, porque si hablamos de Europa estamos hablando más o menos de que se están ahorrando entre el 30 y el 40 % y en el caso de EE.UU. incluso el 100 %», explica la odontóloga.

Pero en medio de todos estos profesionales médicos emerge un mercado negro de todo tipo de clínicas low cost, conocidas popularmente como de garaje, que ofrecen procedimientos muy baratos y de dudosa profesionalidad. Los expertos advierten a los pacientes que deben investigar muy bien en manos de quién ponen sus vidas.