El Informe Mundial sobre Drogas revela que el 62 por ciento de los nuevos consumidores en el país latinoamericano tienen entre 12 y 25 años.
En el mundo, 192 millones de personas consumen marihuana, según el Informe Mundial sobre Drogas que la Organización de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Onudd) lleva estudiando desde hace más de 20 años y en el que Chile ocupa el tercer puesto. En el citado país sudamericano, el 62 por ciento de los nuevos consumidores tienen entre 12 y 25 años.
El número de consumidores en todo el mundo sigue aumentando, triplicándose las cifras desde 2008 entre la población chilena que tienen una edad comprendida entre los 15 y los 64 años, pasando de 75.981 personas reconocieron haber consumido cannabis o cáñamo índico al menos una vez al año en 2008 a 254.993 en la actualidad, según el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda).
Inmerso en un debate sobre si despenalizar o no el autocultivo de la marihuana mediante la Ley 20.000, hoy en día Chile se encuentra en el top de los ranking mundiales de consumo de este estupefaciente con un 15,1 por ciento de la población, solamente superado por Israel (27 por ciento) y Estados Unidos (17 por ciento), según los últimos datos recogidos por la Onudd.
Cada vez es mayor y más fácil el acceso a esta droga y así lo han comprobado en los colegios del país donde el 15,7 por ciento de los niños de 13 años la consumen, en comparación del 3 por ciento que la consumía en 1995. Lo mismo ocurre con los jóvenes de 17 años ya que los consumidores alcanzan actualmente el 38,9 por ciento frente al 24,4 por ciento de 1995.
«Esto se debe a la creencia generalizada de que el consumo de cannabis no tiene efectos negativos. La ausencia de síntomas de abstinencia es una idea errónea», recalca la especialista en neurología pediátrica, Viviana Venegas. El cannabis contiene una sustancia liposoluble que permanece en nuestro organismo entre 20 y 25 días sin generar síntomas de privación, lo que produce una falsa sensación de controlar la adicción.
Investigadores de la Universidad de McGill, en Canadá, y la de Oxford, en Reino Unido, acaban de vincular el consumo de esta droga en personas jóvenes a la depresión, la ansiedad y el suicidio en la edad adulta temprana, efectos de los que no se tenía constancia hasta ahora ya que todos los estudios anteriores se centraban en sus trastornos psicóticos.
Además, a largo plazo sus efectos también son fisiológicos, ya que se muestran de manera latente asociando su consumo con enfermedades del hígado, particularmente hepatitis C, los pulmones, el corazón y los vasos sanguíneos.