Así lo explica Luis Carranza, presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina, en la 21ª Conferencia Anual CAF, celebrada en Washington DC.
Los países de América Latina requieren de un esfuerzo común para incrementar la productividad. Así lo ha indicado Luis Carranza, presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), a los más de 1.000 líderes globales reunidos en la 21 edición de la Conferencia Anual CAF de Washington DC. En este sentido, ha destacado la necesidad de conseguir un gran pacto por la productividad.
«La región ha pasado por dos grandes pactos políticos en los últimos años, el de la estabilidad macroeconómica y el de la desigualdad, y en ambos hemos sido exitosos”, apunta Carranza. En la misma línea, considera que “necesitamos consolidar los avances que tenemos y eso requiere prudencia fiscal, pero también un pacto por la productividad que tiene que estar en la agenda de todos, tanto del sector público como del privado”. Para el presidente de la CAF, es clave “desarrollar cadenas de producción globales, clústeres productivos, aumentar significativamente la inversión en infraestructura, hacer crecer y fortalecer las clases medias y contribuir a la mejora de la institucionalidad en nuestros países».
Es importante recordar que América Latina logró en las últimas décadas una estabilidad macroeconómica reflejada en menor inflación y un mayor poder adquisitivo para sus habitantes. En el ámbito social se ejecutaron políticas eficientes contra la pobreza que se redujo, en poco más de 10 años, desde niveles cercanos a 50 por ciento a niveles por debajo de 25 por ciento en promedio, según explicó Carranza durante el discurso principal de la 21ª Conferencia CAF.
En el primer panel de la Conferencia moderado por Michael Reid, columnista de The Economist, un grupo de destacados expertos internacionales coincidió en que el Brexit y las renovadas olas proteccionistas impulsadas por Donald Trump tendrán una incidencia directa en la configuración del nuevo orden económico mundial. En este sentido, los panelistas concluyeron que el cambio de alianzas entre países y la creciente importancia de actores tradicionalmente secundarios -como los países del sur- están cambiando el equilibrio de poderes y ofreciendo nuevas oportunidades de liderazgo a potencias emergentes.
«Con la globalización tenemos un poder mucho más diluido. La economía mundial ha permitido que hayan muchos países con buen rendimiento económico», aseguró Pierre Pettigrew, exministro de Asuntos Exteriores de Canadá. Pero este rendimiento económico, como destacó Gabriela Ramos, directora de gabinete de la OCDE, no ha sido equitativo, y regiones como América Latina sufren altas tasas de desigualdad social, hecho que limita sus aspiraciones de lograr un desarrollo integral. Esta situación, afirmó Ramos, obliga a enfocar las políticas públicas hacia el 40 por ciento más vulnerable de la población.
Por su parte, Chris Alden, director de la Unidad del Sur Global del London School of Economics, dijo que actualmente los países del sur tienen un papel determinante en la configuración del nuevo orden mundial. «Pensar en resolver los problemas globales sin contar con la participación de todos los actores es algo inviable», sentenció. En cuanto a la creciente importancia de China en el tablero geopolítico global, Wang Huiyao, presidente del Centro para China y Globalización, dijo que «China no está creando un nuevo orden mundial, pero el orden existente tiene desafíos que requieren de una corrección».
Ante este panorama, América Latina necesita crear un sistema de reglas comunes para insertarse mejor en las cadenas globales de valor y así mejorar su rendimiento comercial, aseguró Susana Malcorra, exministra de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina.