Este miércoles, un buque de la Marina italiana ha llegado a Albania transportando a los primeros 16 migrantes que serán alojados en los centros de identificación y retención que Italia ha establecido en el país balcánico. Esta acción marca el inicio de la polémica estrategia de externalización de la gestión migratoria de Italia fuera de la Unión Europea.
Los migrantes, 10 personas de Bangladesh y 6 de Egipto, intentaron llegar a Italia a través del Mediterráneo central y fueron rescatados el pasado domingo cerca de las costas libias. Tras su llegada al puerto albanés de Schenhgjin, serán sometidos a controles sanitarios y de identificación antes de ser trasladados al centro de acogida de Gjader, a pocos kilómetros de distancia.
Este sistema ha sido posible gracias a un acuerdo entre los gobiernos de Italia y Albania, que permite a Roma gestionar las solicitudes de asilo y la posible repatriación desde territorio albanés. Las instalaciones, operativas desde la semana pasada, han sido calificadas por las autoridades italianas como una respuesta efectiva para reforzar las expulsiones de migrantes irregulares provenientes del norte de África.
Sin embargo, la medida ha generado reacciones críticas tanto en Italia como en organizaciones internacionales. Fuerzas de la oposición, como el Partido Demócrata, cuestionan el costo del operativo, mientras que ONG como Médicos Sin Fronteras advierten que esta política puede aumentar las violaciones de derechos humanos al dificultar el acceso de los migrantes a procedimientos de asilo adecuados.
Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha respaldado este enfoque, anunciando que presentará una nueva propuesta legislativa para agilizar los procesos de deportación dentro de la UE. Sin embargo, algunos países, como España, ya han expresado su oposición a la creación de centros de deportación fuera de la Unión Europea.