Las dos emprendedoras han empezado de cero convirtiéndose en responsables de uno de los locales de la franquicia especializada en productos americanos.
Una joven abre una puerta. Inmediatamente, le invade el aroma de los coloridos cereales que tantas veces ha visto en las escenas de las películas de Estados Unidos. Con su primer paso en el interior, observa productos que pensó que sólo existían en las producciones de sus series favoritas, como el famoso ‘Flaming Moe´s’ de Los Simpson o la mantequilla de cacahuete. El interior del Taste of America es un viaje al corazón de Norteamérica, así como una oportunidad para probar aquellos productos que parecen salidos de la gran pantalla.
Detrás de la Coca-Cola de diversos sabores, los milkshakes de M&M y la bandera de las barras y estrellas está la historia de dos emprendedoras latinoamericanas: Yolanda Padilla y Ximena Sequera. Ninguna tenía previsto comenzar su negocio al mudarse a Madrid, ya que Yolanda se formó como Ingeniera Química en México, mientras que Ximena lo hizo en Estudios Liberales en Venezuela. Dos caminos que se cruzarían por primera vez en 2012, cuando una amistad en común les convenció para abrir su propio Taste of America.
Aunque Yolanda había trabajado en Administración de la Central de la franquicia, el proceso de dirigir una tienda fue nuevo para ambas. “Emprender es como ir a la escuela. Cada día aprendes algo”, apunta la joven venezolana Ximena Sequera. “Al principio estaba un poco perdida, había pasado de Aristóteles, en el Máster que cursé en Madrid, a vender productos de Estados Unidos”, afirma a IberoEconomía. No obstante, reconoce que ha ido adquiriendo los gajes del oficio con gran rapidez.
“Lo principal fue entender que cada céntimo cuenta. Hay que tener todo presupuestado y un control absoluto de los gastos”, revela. Una lección que adquirió tras cometer algunas equivocaciones, debido a que “la inversión inicial para una franquicia ronda los 60.000 euros, pero en nuestro caso la cifra fue superior porque gastamos más de lo necesario en aspectos que considerábamos útiles y no lo fueron”. Sin embargo, éste no ha sido el único aprendizaje para las jóvenes latinoamericanas, quienes han tenido lidiar con los comerciales, ser un poco más extrovertidas y profundizar en los conocimientos sobre administración de empresas.
Productos que se venden solos
El proyecto empresarial de Yolanda y Ximena cuenta con cinco años de trayectoria. No todos han sido fáciles. “Para lograr un equilibrio, tuvimos que dedicar entre dos y tres años a procesos de ajustes y optimización, por lo que tuvimos que tomar decisiones según las situaciones que percibíamos en el local”, apuntan. No obstante, consideran que ya están en el mejor momento. “Hemos logrado un buen posicionamiento, nos conocen tanto los clientes esporádicos como los que pertenecen al propio barrio de Chueca”, matizan.
La fidelización de los clientes pasa por el conocimiento de la marca. “Son productos que tienen una gran reputación, por lo que se venden por si solos”, apunta Ximena. Los que mejor los conocen son los clientes de origen norteamericano o latinoamericano (que son un 50 por ciento), “ya que lo han visto en sus casas desde jóvenes y les recuerda una época de su vida previa a España”, puntualiza.
A esto se suma el ‘boom’ que ha generado el uso de productos estadounidenses por parte de muchos ‘youtubers’ más conocidos, siendo los caramelos de Jelly Beans los más solicitados. ¿El motivo?, La variedad de sorprendentes sabores en una misma caja: tutti fruti, palomitas, vómito, huevo podrido, comida de perro… Por lo que son ideales para hacer ‘challenges’ o retos con amigos.
La gran aceptación de los productos permite que la facturación media sea de entre 18.000 y 20.000 euros mensuales, cifra que puede ascender hasta los 27.000 euros en la temporada alta y que desciende hasta los 14.000 en agosto, “el peor mes por la poca afluencia de personas en Madrid”, afirman. No obstante, las emprendedoras latinoamericanas cuentan con otro ‘as’ bajo la manga para seguir creciendo en el mundo de los negocios.
“Hemos percibido que los clientes solicitan otros productos de origen internacional. De ahí que estemos valorando expandirnos a las áreas más demandadas”, apunta la joven venezolana, quien advierte que “por las limitaciones de la franquicia se trataría de un proyecto individual que aún estamos diseñando”. En este sentido, Yolanda Padilla y Ximena Sequera quieren aprovechar su experiencia como ‘embajadoras’ de los productos de americanos en Chueca, para seguir creciendo y poner una nueva ‘aduana’ hacia el sabor de otras regiones del mundo.