Antonieta Corona, fundadora del restaurante Cattleya, ha reinventado la oferta de la gastronomía venezolana en Madrid a través de una carta menos conocida, pero igual de sabrosa.
Una maracucha quiere dar el salto en la oferta gastronómica de Venezuela en Madrid. Antonieta Corona, proveniente del caluroso Maracaibo, es la emprendedora detrás del restaurante Cattleya. Un espacio donde lanza un mensaje cada día que se para frente a los fogones: “En Venezuela no sólo se come arepa y tequeño. Hay una gran variedad de platos que están pasando desapercibidos, pero que forman parte de nuestra cultura y de nuestros sabores”.
Más venezolana que una hallaca en Navidad, la joven emprendedora decidió emigrar a Madrid con el título de Administración de Empresas recién otorgado. “Hugo Chávez tenía dos años en el poder y la situación del país comenzaba a mostrar malos síntomas. Decidí emigrar diciéndole a mis padres que, quizás algún día, les vendría bien que estuviera en el exterior. Nunca imaginamos que íbamos a estar tan acertados”, apunta a IberoEconomía.
A pesar de que no venía del mundo de la gastronomía, Corona decidió dar sus primeros pasos como emprendedora invirtiendo, junto a su madre, en un restaurante. “Ahora ese proyecto se ha disuelto y hemos tomado la decisión de que, a pesar de que seguimos en el mismo sector, esta vez lo haríamos nosotras solas”, afirma la maracucha. Una apuesta que, hasta el momento, le ha ofrecido unos muy buenos resultados. “Cada día crece el número de personas que nos conocen y nos visitan. No sólo los venezolanos, sino también el público español”.
El restaurante Cattleya, nombre oficial de la orquídea que representa a Venezuela, tuvo que luchar contra la adversidad para llegar hasta su satisfacción actual. “Tuvimos que realizar una inversión que osciló entre los 75.000 y 80.000 euros. Una cifra elevada porque nos entregaron el local con sólo cuatro paredes, así que fue necesario pagar el alquiler, la fianza, el papeleo, la adquisición del stock inicial y, como si fuera poco, superar la inundación que tuvimos inesperadamente”, recuerda Corona.
“Para emprender, es fundamental tener paciencia”. Una recomendación que tuvo que internalizar la emprendedora venezolana en la difícil etapa inicial del proyecto. No obstante, ahora recoge el fruto de su esfuerzo y rompe con los tópicos de la gastronomía venezolana a diario. “Acá se encuentran los platos que parecían olvidados en el exterior. Por ejemplo, el pescado playero, los huevitos de codorniz o el antipasto”, matiza. Eso sí, tampoco faltan “los tequeños que hacemos nosotros mismos al momento, ya que nada en este restaurante viene congelado o prefabricado”.
Corona está clara en cuál es su gran sueño a futuro: “Darme a conocer como el establecimiento de comida venezolana donde se buscan los platos más tradicionales. Quiero ser quien muestre al español que en Venezuela no sólo se come arepa y tequeño».