Andrea Berl, fundadora de El Taper de mi Madre, está revolucionando el concepto gastronómico de Madrid al establecer una tienda donde los platos tradicionales están listos para tomar y llevar.
Pocos sabores se igualan a la cocina de una madre. Platos que acompañan a lo largo de la infancia y que, posteriormente, se trasladan en las tarteras hasta la universidad o trabajo. El mismo concepto que, visto desde un punto de vista empresarial, ha permitido a Andrea Berl fundar El Taper de mi Madre, una tienda especializada en la elaboración y venta de platos caseros en recipientes que pueden llevarse directamente al hogar para “calentar y comer, sin ningún tipo de preocupación adicional y con la seguridad de contar con una alimentación sana y equilibrada”.
El proyecto, que cuenta con nueve meses de trayectoria, comenzó casualmente durante la Navidad. “Estábamos con mi madre y preparamos un conjunto de hallacas (plato típico de Venezuela) que posteriormente vendimos entre amigos y conocidos. En total, hicimos tres lotes de unas 300 hallacas, por lo que valoramos la opción de emprender en el área de la gastronomía”, ha explicado la caraqueña a IberoEconomía. Después de largos meses de preparación, la idea tomó forma en la primera tienda de El Taper de mi Madre.
Con una inversión inicial de unos 450.000 euros, Berl abrió la tienda afrontando el reto de cambiar el modelo de consumo de los clientes españoles.“En Latinoamérica y Estados Unidos el sistema de comida casera preparada para el consumo en el hogar está mucho más extendido que en España, por lo que estamos trabajando en trasladar este modelo al público de aquí”, apunta. Los esfuerzos no han sido en vano, ya que el volumen de la clientela se mantiene en constante crecimiento y alcanza una media de unas 40 personas al día.
“Las opiniones de los clientes que nos visitan han sido clave en el proceso de crecimiento de El Taper de mi Madre. Muchos nos indican qué platos les gustaría encontrar o en qué tamaño consideran más cómodas las presentaciones, siendo aspectos que valoramos y que se pueden llegar a incluir en nuestra oferta”, precisa la fundadora. Es importante destacar que esta flexibilidad en el modelo de negocio le ha permitido adaptarse a las necesidades del mercado, “contando incluso con clientes de la tercera edad que, por motivos de salud, nos piden que les preparemos la comida de día a día y que se adapta a la dieta propuesta por el médico”, puntualiza.
Andrea que estudió un grado en Administración y Marketing, y aspira a ampliar el negocio en Madrid. “La idea es contar con una cocina central donde se preparen todos los platos que se distribuirán a todas las tiendas y así poder llegar a un mayor número de clientes”, afirma. Aunque el formato no pasa por la transformación en franquicia, no descarta el potencial del modelo, “por lo que no nos cerramos a oportunidades, aunque habrá que estudiar cuál es el sistema más beneficioso”.
Uno de los motores para conquistar la expansión comercial está siendo los platos estrella de la tienda, “entre los que destacan, por ejemplo, la carne mechada, el arroz salvaje, o ensalada de quínoa”. Así como aquellos platos elaborados a petición de los clientes y un área extra destinada a la decoración de las mesas, donde encontramos piezas artesanales. Una combinación que remiten a los sabores y olores de la cocina de las madres o abuelas, por lo que cada tupper está realizado con “el mismo cariño que pondría la madre de cada persona”.