Tras un año trabajando para una cadena de peluquerías, el emprendedor decidió montar su propio negocio y ya suma más de 10 años de trayectoria en la capital española.
Un niño observa cómo trozos de cabello oscilan en el viento antes de caer hacia el suelo. A sus pies, una alfombra de pelos. Los mismos que, segundos atrás, estaban en la cabeza del último cliente que entró a la peluquería de su abuelo en la ciudad argentina de Córdoba. Sonríe travieso y los barre. No se imagina que estos recuerdos se quedarán impregnados en su memoria. No solo cuando hizo sus primeros cortes de cabello en su adolescencia, sino incluso, cuando pasados los años estaba sentado en las aulas para formarse como Técnico Electricista y, posteriormente, Ingeniero Eléctrico.
A pesar de que trabajó en otras áreas, la peluquería estuvo constantemente en la historia profesional de Jorge Ferreyra. Con su llegada a España en 2001, se convirtió en su primera salida laboral para el argentino. “Comencé a trabajar en el sector de las peluquerías. Tenía la experiencia adquirida en mi país de origen y rápidamente pude hacerme un lugar en el mercado laboral”, recuerda. A lo largo de esta etapa inicial, se desempeñó profesionalmente en una gran cadena, donde permaneció un año. “El tiempo necesario para contar con los recursos que me permitieran emprender en mi propio negocio”, asegura.
Con una inversión inicial de 18.000 euros, Ferreyra inaugura en 2002 su primera peluquería en la capital española. Un espacio donde, durante 15 años, logró conquistar no sólo al público del barrio, sino además a las personas que circulan por la transitada zona de Conde de Casal. “Son muchas las personas que pasan de camino a sus trabajos y se paran para retocarse el cabello o la barba, mientras que otro porcentaje importante son los vecinos del barrio, quienes por más de 10 años han venido a cortarse el cabello conmigo”, precisa el argentino.
La fidelidad de los clientes fue una de las armas que permitieron a Jorge sobrepasar la coyuntura económica que atravesó España con la explosión de la burbuja inmobiliaria. Además, afirma que “fue una época en la que, a diferencia de ahora, no había cinco peluquerías en la misma calle, por lo que había una menor competencia”. Su capacidad para sobrevivir a la crisis económica parece que fue inspiradora para la zona del barrio, donde con el repunte de la economía comenzaron a abrirse nuevos locales dedicados a la peluquería.
Alianzas estratégicas
Ferreyra asegura que, ante el ‘boom’ de aperturas en la misma calle, intentó llegar a alianzas de tipo estratégicas con otros de los establecimientos de la zona. La búsqueda de un reforzamiento llegaría con la captación de inversiones, dando una vuelta al modelo de negocio de la ‘Peluquería Flavia – Gastón‘, así como a su imagen. “Se utilizó el capital para un proceso de remodelación, hicimos la fachada mucho más llamativa y adoptamos un estilo más moderno”, indica.
Aprovechando el repunte de la moda de las barbas, se adoptó un modelo de barbería que tuvo una gran aceptación en el barrio. “Aumentó la demanda de los clientes, por lo que el ticket medio subió al ofrecer un servicio más completo de cabello y barba”, afirma Ferreyra, quien admite que “existe el doble de clientes en comparación con años anteriores”.
Con nuevas perspectivas de crecimiento y consolidación de la marca, Jorge sigue manteniendo viva la enseñanza de su abuelo, mientras sigue viendo a diario cómo los trozos de cabello oscilan en el viento antes de caer hacia el suelo.