Dana Araque, colombiana de 56 años, pasó su infancia rodeada de cacao. Procedente de una familia campesina, trabajó en fincas, se capacitó en control de plagas y en producir de manera sostenible. Creció en San Vicente de Chucurí, la capital cacaotera del país; durante décadas azotada por la violencia, es el cuarto municipio de la región con más víctimas de desplazamiento, como Dana: “Pasaba la guerrilla, entraba, y sembraban cultivos ilícitos y debido a eso llegaba la violencia”, recuerda con tristeza. La apuesta por el cultivo de cacao como sustituto al de la coca, contribuyó a la pacificación de la zona: “Para nosotros el cacao es lo mejor que hay: es el fruto de la paz”, asegura Dana.
Además, el cultivo de cacao ha favorecido el empoderamiento de mujeres colombianas emprendedoras: “Para mí lo más duro es la falta de oportunidades, sin dinero una no puede hacer nada pues la maquinaria es muy costosa”, señala. Sin embargo, gracias a tres pequeños
créditos de Bancamía, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA) en el país, Dana ha podido gestionar su propio negocio de producción de cacao y venta de chocolate.
Además, esta emprendedora “berraca” forma parte de una asociación que apoya a mujeres rurales que han sido víctimas del conflicto armado: “Yo les digo que no les de miedo emprender. Hay que salir adelante con berraquera y luchar por los sueños”, cuenta.
América Latina es la región más emprendedora del planeta: un 33% de las mujeres y un 37% de los hombres tiene intención de emprender. El 21% de las mujeres y el 25% de los hombres en la región está creando o tiene una nueva empresa, según datos del último
informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM).
El emprendimiento es una de las opciones clave para salir de la pobreza: “aMi mayor motivación son mis hijas. Cuando entraron en la universidad no podíamos asumir ese gasto y me puse una meta de ventas que pudiera cubrirlo. Quiero que tengan las oportunidades que yo no tuve”, explica Greicy Campos, artesana dominicana. Esta emprendedora comenzó a tejer con 8 años y con valentía, sacrificio y el apoyo financiero de Banco Adopem, entidad de la FMBBVA en el país, ha conseguido poner en marcha un negocio con el que mantiene a su familia y contribuye al medioambiente. Greicy elabora bolsos, carteras, sombreros y lámparas con lilas; una planta acuática que extrae del río Ozama, el cuarto más importante del país: “La lila es una especie invasora, tapa el río completamente y eso es un problema porque acaba con las especies que lo habitan. Yo trabajo con la fibra de las lilas: las recibo en su estado natural, las lavo a mano, una a una, y las pongo a secar al sol durante 15 días. Es un proceso largo y laborioso pero me encanta mi trabajo. Desde el 2017 he capacitado a más de 300 mujeres y no cobro un peso por ello. Ellas ganan su dinero y yo no estoy sola”.
Las creaciones de Greicy han ganado varios reconocimientos nacionales. También ha firmado acuerdos con prestigiosos diseñadores para la elaboración de piezas exclusivas. Sus productos se exportarán próximamente a Japón y EEUU. Su inspiradora historia demuestra que emprender puede ser la forma de cumplir sueños. El Día Mundial del Emprendimiento tiene como objetivo impulsar el espíritu emprendedor, como el de Dana y Greicy, para fomentar la generación de ideas y su puesta en marcha. Los pequeños negocios representan el 90% de las empresas del mundo, entre el 60 y el 70% del empleo y el 50% de la economía mundial, según Naciones Unidas