El emprendedor ecuatoriano cuenta con tres franquicias de la cadena de supermercados en Madrid, donde ha visto realizado su ‘sueño español’.
Cuando Álvaro Jiménez se mudó a España, sólo tenía 20 años. Atrás se quedaba Ecuador, sus recuerdos, sus familiares y un grado en Administración de Empresas aún por terminar. Era el año 2001 y, como muchos emigrantes que buscaban una oportunidad para acceder al mercado laboral, comenzó a trabajar en sectores como la construcción o la hostelería. No obstante, su vida cambiaría cuando el destino le pondría en los pasillos de Carrefour Express, donde se desempeñó durante 10 años como reponedor.
“Estuve en distintos departamentos, como ‘frescos’, charcutería, o el área de bebés. Fue un trabajo del que aprendí mucho y que me permitía seguir creciendo tanto personal como profesionalmente”, apunta Jiménez a IberoEconomía. Una evolución que alcanzaría uno de sus puntos más altos a través de un anuncio publicado en la revista de la reconocida cadena de supermercado. “Habría la opción para emprender internamente y acceder a una de las franquicias de la marca. Era una oportunidad que, tras pensarlo con mi esposa, no quisimos dejar pasar”, recuerda.
Jiménez y Karina Luzuriaga, quien llevaba cinco años en la empresa, se postularon para convertirse en gerentes de su propia franquicia de Carrefour Express, para lo que fue necesaria una inversión estimada de 50.000 euros. De a poco, fueron superando los filtros y, para 2012, lograron abrir su primera tienda en la calle San Bernardino. “Era un local muy pequeño, pero con grandes posibilidades. Al principio, tuvimos que superar el miedo a convertirnos en gerente y asumir las responsabilidades, siendo los primeros tres meses los más complicados”, puntualiza.
No obstante, reconoce que “desde la cadena siempre nos ofrecieron la formación y apoyo constante que permitieron llevar las riendas del establecimiento”.
Los resultados obtenidos fueron tan positivos que, en 2014, se abrió el segundo local de 330 metros cuadrados. “En la primera tienda que asumimos éramos la única tienda en el barrio, pero en la segunda entramos a competir en una zona con otras cadenas, por lo que tuvimos que hacerlo muy bien para no sólo destacar sino para incluso triplicar las propias estimaciones previstas para la tienda”, afirma el emprendedor ecuatoriano.
Dos años después volvería a repetirse la fórmula y llegarían a otro establecimiento en la calle San Bernardino. A pesar de la cercanía con su primera franquicia, lograron captar y fidelizar al público del barrio. No en vano, en menos de un año harían un traspaso de este local por otro situado en la misma calle, pero con un total de 1.000 metros cuadrados, “lo que nos permite aumentar la oferta para nuestros clientes, así como seguir avanzando en el posicionamiento de la marca y su presencia en el mercado español”.
Asesoría constante
El matrimonio emprendedor, que cuenta con una plantilla de 36 personas bajo su control, reconoce que el respaldo de Carrefour fue fundamental para lograr crecer a un paso tan agigantado. “El secreto es tener una marca tan reconocida y con una excelente reputación como es Carrefour Express. Son ellos quienes nos han ayudado, a tiempo real, con todas las dudas que nos han surgido, así como también en materia de financiación y en la gestión de los proveedores”, admiten. Una fórmula a la que han agregado la importancia de un servicio de calidad.
Con los locales abiertos en “barrios muy cosmopolitas”, Jiménez argumenta que “nunca he sentido que he tenido barreras por ser de un país extranjero. Al contrario, los clientes saben que soy de un país extranjero, pero ni se interesan por saber de cuál, por lo que me tratan como a uno más”. Una experiencia que se extiende por otros miembros de su familia, quienes también forman parte del personal de algunas de las tiendas gestionadas por el ecuatoriano.
Un arma secreta
El gerente de tres tiendas Carrefour Express asegura que nada de esto fuera posible “si no tuviera el constante apoyo de mis familiares. Son ellos el motor que me ayuda en los momentos más difíciles”. Mirante el sendero por el que ha caminado durante los últimos años, sonríe y recomienda “a quienes tengan la oportunidad de emprender que lo hagan. Es, sin duda, una experiencia maravillosa. Hay que ser valientes y arriesgarse”, puntualiza.
Cuando se habla del futuro, el emprendedor hace balance y afirma que “es el momento de disfrutar de lo que tenemos, dedicarnos al empleo las horas que sean necesarias pero sin descuidar otros aspectos fundamentales de la vida, como es la familia”.