Hasta un tercio de los jóvenes trabajadores de entre 15 y 29 años que tenían empleo antes de la pandemia fue despedido o sufrió un ERTE debido a la crisis económica generada por el Covid-19.
Así lo recoge el estudio ‘De puertas adentro y de pantallas afuera. Jóvenes en confinamiento’ realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, financiado por Telefónica y Banco Santander, y que se ha presentado este jueves.
El informe ha sido realizado a partir de las respuestas de 1.200 jóvenes de entre 15 y 29 años representativos de esta franja. La muestra fue tomada durante el mes de mayo de este año, una vez comenzada la fase 0 de desescalada en todos los territorios.
Entre los datos que ha destacado en la presentación la subdirectora del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, Anna Sanmartín, está la situación de aquellos jóvenes trabajadores que sí mantuvieron su empleo a pesar de la pandemia, ya que un 42% lo hizo con reducción de jornada y sueldo, frente al 58% que pasó a teletrabajar.
CASI EL 90% CONTINUÓ SUS ESTUDIOS ONLINE
En este ámbito, el 59,3% afirma haber tenido alguna (46,2%) o bastantes dificultades (13,1%) para desarrollar su actividad; mientras el 38,9% dice haberse adaptado perfectamente. La principal dificultad que en este caso señalan los jóvenes trabajadores es la falta de un espacio adecuado para teletrabajar.
En el otro lado, están los jóvenes que aún estudian. En este sentido, el estudio recoge que, casi 9 de cada 10 jóvenes continuaron sus estudios de manera conectada durante el tiempo que estuvieron cerrados los centros escolares, aunque el 71% con algunas (51%) o bastantes (20%) dificultades.
Las dificultades para lograrlos tienen que ver con la imposibilidad de concentrarse en el hogar (31,4%); la falta de preparación del profesorado para impartir clase online (28,9%); la existencia de dudas difícilmente resolubles en casa sin apoyo (24,7%); o no encontrarse bien anímicamente (23,1%). Esta última, indican los datos, ha sido una dificultad mucho más señalada por ellas que por ellos.
Por contra, porcentajes muy minoritarios señalan como problemas el no saber utilizar el ordenador (2,5%) o no saber utilizar las plataformas de educación a distancia (3,3%).
DIFERENCIA DE CLASES
Y es que, generalmente los jóvenes se consideran más habilidosos digitalmente que sus padres y madres (71,4%), y, en más de la mitad de los casos, que sus docentes y empleadores (55,8%). En el caso de las amistades o el resto de gente de su edad las diferencias son menos notables, lo que muestra que la brecha digital percibida tiene un importante componente generacional.
Aún así, Sanamartín ha explicado que, tanto en el entorno académico como en el laboral, la clase social declarada es determinante para el nivel de adaptación. Así, ha señalado que en los dos ámbitos se han acomodado mucho mejor aquellos jóvenes «posicionados en las clases altas y medio altas» frente a sus compañeros de «clases medias y medias bajas».
«Los hombres y aquellos encuadrados en la clase alta o media alta son los que destacan en la percepción de mayores habilidades que sus compañeros generacionales o incluso que sus amigos más cercanos», ha explicado.
En congruencia, se constata que los jóvenes se convirtieron durante el confinamiento en importantes prestadores de ayuda para las personas que les rodean. Según el estudio, el 72,4% han prestado ayuda a algún conocido y en el 60,2% de los casos a su padre o madre.
ALFABETIZACIÓN DIGITAL
Aún así, se recoge en la encuesta que el camino para el aprendizaje tecnológico es, principalmente, autónomo, ya que la autocapacitación es la fuente más relevante de alfabetización digital, la recepción de apoyo social es también bastante habitual.
Para los expertos es notable que un 42,8% de jóvenes haya recibido ayuda sobre temas tecnológicos durante este periodo de una gran variedad de personas (progenitores, amistades, pareja y hermanos, principalmente).
Si bien, señala el estudio, las plataformas más comunes para comunicarse con familiares y amigos se vinculan con el teléfono móvil, los sistemas empleados para comunicarse con finalidades de estudio o trabajo durante el confinamiento se localizan en PC u ordenadores portátiles.
En concreto, un 66,5% de los encuestados indica haber usado las videollamadas por móvil para hablar con personas de su entorno afectivo, mientras que el 50,6% han usado el ordenador para comunicarse por este mismo medio con personas de su entorno laboral o de estudios.
PREOCUPACIÓN POR LA BRECHA DIGITAL
Las aplicaciones de mensajería instantánea también son utilizadas en ambos casos, pero más con un uso personal que para cumplir con el deber. El 78,5% de jóvenes las señalan para comunicarse con las personas con las que no conviven frente al 47,1% que las han usado en su rol de estudiantes y trabajadores.
Para la directora de Propósito, Diversidad y Agenda 2020 de Telefónica, Arancha Díaz-Lladó, «es tremendamente relevante conocer las transformaciones que la crisis del coronavirus ha producido en las actitudes y comportamientos de los y las jóvenes en el ámbito digital ya que, de esta manera, todos, empresas y sociedad, podrán trabajar para impulsar soluciones reales a los nuevos retos que nos ha planteado esta situación».
Por su parte, la directora de Santander Universidades, Susana García Espinel, ha señalado que «reducir la brecha digital entre los estudiantes y reforzar la empleabilidad de los jóvenes son dos de los principales objetivos» de su compañía.
Finalmente, la directora general de Fad, Beatriz Martín Padura, ha declarado que «la transformación digital del sistema educativo es aún una asignatura pendiente, pero se están dando grandes pasos». «Tenemos que ser muy cuidadosos y trabajar para que el nivel de digitalización no se convierta en un factor más que cree brechas sociales», ha concluido.