LA OPOSICIÓN
En cuanto a la oposición venezolana y española, debemos contextualizar las diferencias entre unos y otros tanto en el tiempo como en capacidad de acción de cada uno.
Cuando Hugo Chávez llega al poder en 1999, la oposición se encontraba en uno de sus peores momentos, el desgaste del sistema bipartidista (AD-COPEI).
Este desgaste dio paso al llamado “chiripero” o adhesión de numerosos pequeños partidos en torno a CONVERGENCIA, tolda política creada por el expresidente Rafael Caldera luego de su salida de COPEI y que pretendió evitar lo inevitable, la llegada del chavismo.
El modelo bipartidista fortaleció la democracia garantizando una alternancia en el poder de los dos principales partidos lo que dio a Venezuela un periodo de estabilidad política y desarrollo económico nunca visto.
Sin embargo, los escándalos de corrupción de ambos partidos, el discurso populista, el clientelismo político y una pésima gestión de las ganancias petroleras acabaron con la confianza de los ciudadanos.
Desde la llegada de Chávez, la oposición trató en numerosas ocasiones de consolidar una unidad superior que pudiera dar una victoria electoral pero estos intentos partieron con desventaja desde el principio.
En primer lugar, se enfrentaban a quien representaba el cambio, aquel que asumió el liderazgo aquel 4 de Febrero de 1992 y dio un paso al frente contra la oligarquía, la corrupción y todos los vicios que la democracia bipartidista representaba.
En segundo lugar, la falta de visión ante la amenaza que representaba Chávez para la democracia, los intereses personales y la falta de propuestas para implementar el cambio generacional necesario dentro de los partidos opositores.
Y es que el liderazgo opositor no era creíble ya que prometía erradicar los vicios que ellos mismos habían creado o dejado crear, por lo que no tuvo la más mínima oportunidad ante un demagogo carismático con formación militar y con un equipo acostumbrado a trabajar con disciplina, estrategia y táctica y que entendían el poder de otra manera.
Una persona que durante su mandato fue respaldada por intereses políticos, económicos y sociales diversos, contó con asesoría política para el control social por parte de la dictadura cubana y asesoría ideológica de varios “pensadores” de izquierda entre los que se encontraban Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero entre otros y que hoy son parte directa o indirecta del gobierno de España.
En cuanto a España, el sistema político también era bipartidista, el poder político nacional era dirimido entre el PSOE y el PP aunque en algunas ocasiones debieran pactar con partidos minoritarios para formar gobierno, se puede decir que era un sistema bipartidista.
Aquí también se siente un desgaste del sistema de partidos debido a casos de corrupción, la crisis económica de 2008, los sacrificios hechos para salir de ella y el surgimiento de partidos con un discurso enfocado en sectores de la población que se sentían marginados, tal es el caso de CIUDADANOS, PODEMOS, VOX y en 2016 la unión de Izquierda Unida IU y PODEMOS que da lugar a Unidas Podemos UP.
Esto convirtió el tablero político español en una paleta de actores donde para poder formar gobierno, Pedro Sánchez tuvo que pactar con PODEMOS, BILDU y ERC, partidos que buscan abiertamente el cambio del sistema político español, así como la independencia o separación de distintas Comunidades Autónomas en contra de la Constitución y las leyes.
Ante esta situación, la oposición española se muestra, al igual que la venezolana en su momento, sin estrategia conjunta, desunida en torno a un objetivo común como debería ser hacer frente a la amenaza que para la democracia representa esta alianza de partidos.
Ciudadanos se ve más preocupado por ayudar al gobierno a cumplir su agenda, lograr ciertos beneficios políticos y seguir en la palestra política con la aparente esperanza de recuperar algunos de los votos que han venido perdiendo desde su debacle hace pocos años.
VOX, segundo partido de la oposición va a presentar una moción de censura que no tiene ninguna posibilidad de salir adelante, ya que no cuenta ni con los números de votos necesarios ni con el apoyo de los otros dos partidos de la derecha democrática.
Por su parte el PP, primer partido de la oposición y que ostenta varios gobiernos autonómicos además de muchas alcaldías, se ha embarcado en una espiral de presentaciones de propuestas al gobierno que, si bien son necesarias en estos momentos de pandemia y crisis económica, no han sido tomadas en cuenta por el gobierno ya que puede gobernar con sus actuales socios independentistas o anti constitucionalistas.
Pareciera que, a pesar de las buenas intenciones, la oposición está dejando pasar la legislatura para llegar con mejores opciones a las próximas elecciones generales, sin pensar aparentemente en lo que vivirán los ciudadanos ni en lo que pueden hacer los ex asesores de Chávez, los separatistas catalanes, junto a los socialistas del siglo XXI español en los tres años que quedan de legislatura.
Pero, la sociedad española también tiene comportamientos parecidos a la sociedad venezolana de 1999…