Boris Johnson no ha podido concretar una propuesta convincente para la Unión Europea y el Parlamento mientras las tensiones aumentan cada día
Los problemas de Boris Johnson en torno al Brexit están lejos de estar resueltos, en momentos en los que la cuenta regresiva hacia el deadline del 31 de octubre se acelera. El jueves, tanto la Unión Europea como el parlamento británico se manifestaron contrarios a la nueva propuesta de salida del primer ministro.
Durante una conversación telefónica mantenida hoy, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, comunicó a Johnson que su nueva propuesta no le convence. “Mi mensaje al primer ministro Boris Johnson: seguimos abiertos, pero todavía no estamos convencidos”, escribió el político polaco en un mensaje en Twitter.
La nueva propuesta de Johnson supone que Irlanda del Norte se mantenga alineada con las normas del mercado único tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea, pero solo en la circulación de mercancías y de forma temporal. Además, esa provincia británica en la isla de Irlanda saldría junto con el resto del Reino Unido del espacio aduanero de la UE, lo que involucraría la instalación de controles fronterizos entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.
Más tarde, y pese a la tibia respuesta de Bruselas, Johnson se dirigió a los legisladores cuyas circunscripciones votaron a favor de abandonar la Unión Europea en el referendo de 2016. El primer ministro alegó que los cambios de su propuesta sobre la regulación del comercio entre Irlanda e Irlanda del Norte después del Brexit deberían resolver las preocupaciones que llevaron a varios parlamentarios a rechazar en tres ocasiones el acuerdo negociado por su predecesora, Theresa May.
“Hemos hecho un esfuerzo genuino por cerrar la brecha, para reconciliar lo aparentemente irreconciliable”, dijo al comenzar su intervención.
Johnson presentó la propuesta como un compromiso. El plan crearía “una zona regulatoria en toda la isla de Irlanda, que cubriría todas las mercancías, incluidos productos agrícolas de alimentación”. Eso mantendría a Irlanda del Norte sujeta a la regulación de la UE para productos de alimentación, agrícolas e industriales, eliminando la necesidad de controles de frontera.
Sin embargo, durante la tarde del jueves, Jeremy Corbyn aseguró que ningún diputado laborista podría apoyar la alternativa de Boris Johnson al backstop, porque sus planes eran simplemente “inviables”, y parte de un ataque cínico contra los derechos de los trabajadores.
“Con o sin acuerdo, la agenda de este gobierno es clara”, dijo. “Quieren un Brexit de acuerdo con Trump que colapsaría nuestra economía y eliminaría los estándares que ponen un piso bajo los derechos de las personas en el trabajo”, afirmó Corbyn.
“Ningún parlamentario laborista podría apoyar un acuerdo tan imprudente que se usaría como trampolín para atacar los derechos y estándares en este país”, agregó.
En ese cuadro, la posición del mandatario es precaria porque no tiene mayoría en el Parlamento.
Además, la propuesta británica no da un plazo para mantener esa situación, aunque la Asamblea de Irlanda del Norte tendría que renovarla cada cuatro años. Sin embargo, esa asamblea lleva más de dos años suspendida por una disputa entre los dos partidos que compartían el poder, los principales grupos unionistas y nacionalistas.
Según el plan, aún habría controles aduaneros, pero Johnson sugirió que podrían realizarse lejos de la frontera, en “otros puntos de la cadena de suministro”.
Johnson insiste en que Gran Bretaña abandonará la Unión Europea el 31 de octubre con o sin acuerdo, pero el Parlamento ha aprobado una ley que le obliga a pedir un aplazamiento si no se alcanza un acuerdo.