Nueva victoria para la igualdad. Las ecuatorianas Pamela Troya y Gabriela Correa han contraído matrimonio civil y han puesto fin así a seis años de una ardua batalla legal, luego de que la máxima instancia judicial del país autorizara su unión, convirtiéndose en una de las primeras parejas homosexuales en casarse en un país mayoritariamente conservador.
La pareja, que inició su lucha para legalizar el matrimonio igualitario en Ecuador en agosto del 2013, llegó con unos minutos de retraso a su cita en el Registro Civil, en el centro de Quito, donde las esperaban familiares, activistas y medios de comunicación. Por los nervios, olvidaron sus documentos que luego les ha llevado un familiar.
«Este es un día importante porque cerramos un ciclo (…) Esta lucha no es sólo de nosotras, fue parte de un país que ahora es un poco más justo e igualitario», ha dicho Troya, vestida con un traje blanco y con un ramo de coloridas flores naturales.
La odisea para contraer matrimonio comenzó cuando Troya y Correa acudieron al Registro Civil para casarse pese a que la Constitución y las leyes ecuatorianas prohibían la unión civil entre personas del mismo sexo. La petición fue rechazada por las autoridades.
Tras la negativa, iniciaron un litigio en contra del Estado ecuatoriano para poder casarse. Un año después, pidieron una acción de protección a la Corte Constitucional de Ecuador, que tras varios cuestionamientos finalmente autorizó su matrimonio en junio.
La resolución abrió el camino para que otras parejas homosexuales puedan contraer matrimonio en el país. Según datos del Registro Civil, hasta la fecha se han celebrado ocho matrimonios igualitarios en el país.
«Que viva el amor, que vivan los derechos, que viva la igualdad. Hoy por fin somos ciudadanas al igual que el resto de personas», ha resaltado Correa, vestida con un traje negro, después de dar el «Sí, acepto» ante un juez y testigos en una corta ceremonia.
El tema del matrimonio igualitario ha despertado un fuerte debate en el país, cuya mayor parte de la población es católica. La Iglesia ha cuestionado la resolución del tribunal y ha liderado importantes marchas en varias ciudades para defender la «familia tradicional».
El vicepresidente, Otto Sonnenholzner, dijo recientemente en un programa de televisión que «no se puede negar a nadie su derecho (…) siempre y cuando se respete al otro, de un lado y del otro». «Yo personalmente defenderé con uñas y garras mi derecho de educar a mis hijos como yo pienso», aclaró.