De la prensa al porno y de vuelta: La periodista que vivió el lado oscuro del cine XXX

actriz porno
Amaranta Hank inició su aventura en 2017

En el porno, tienes que aguantarte que todo el mundo esté drogado y que crean que estás a su orden para tener sexo después de los rodajes» denuncia

 

En mayo de 2017, la periodista colombiana Alejandra Omaña reveló que dejaba su profesión para comenzar una nueva carrera dentro de la industria pornográfica. La noticia no sólo repercutió en su país. La oriunda de Cúcuta se mudó a Bogotá y adoptó el nombre de Amaranta Hank para luego dar vueltas por el mundo mediante propuestas que incluyeron sexo, rodajes, productoras, dinero, fama, experiencias y un desgaste que la llevó a renunciar a aquella decisión dos años más tarde.

 

«No me hice actriz porno por dinero, aunque debo reconocer que se gana mucho mejor», dijo Amaranta Hank el 6 de mayo de 2017 en una entrevista con Infobae. Por aquel entonces, enemistada con su familia por su nueva vida, la mujer de 26 años aseguraba: «El porno es lo que no se muestra, es el tema de vergüenza. No es común que un medio acuda a una actriz porno como columnista, analista o fuente, porque para los medios una actriz no es más que un símbolo sexual, no un ser pensante en un trabajo que puede revolucionar el mundo».

 

Sus ideas y la posterior comunicación que efectuó en las redes sociales la hicieron famosa en su país y requerida en las productoras más importantes de Europa. Sin embargo, tras varios shows e innumerables escenas, decidió abandonar la pornografía luego de que, a comienzos de año, en los medios españoles comenzara a circular que el actor porno Nacho Vidal había contraído VIH.

 

— ¿Cómo fueron estos dos años como actriz porno?

 

— Fueron dos años repletos de viajes y muchos compromisos. En su mayor parte lo disfruté. El balance general es positivo. Nunca había sido tan libre y tan feliz en toda mi vida.

 

— ¿Por qué lo dejaste?

 

Ya no disfrutaba los rodajes. Ya lo veía más como un trabajo y no quería que eso pasara porque mi sexualidad estaba en el medio y no quiero dejar de disfrutar del sexo. Hay otros factores que pesaron para que esto sucediera, como el escándalo de VIH que me dio mucho temor. También los abusos de algunas productoras que hacen que uno siempre esté a la defensiva.

— ¿Qué tipos de abusos?

 

— No quiero darle mucha relevancia a lo malo porque no quiero que los medios tergiversen. Lo único que he dicho es que me parece realmente incómodo hacer acuerdos con una productora de un tipo de escena, llegar al rodaje y que sea otra cosa. Te dicen: «Grabás con un solo hombre» y cuando llegás hay dos chicos esperando para tener sexo con vos.

 

— ¿Cómo se manejan las productoras que se dedican a la pornografía?

 

— Algunas son muy profesionales, respetan a los artistas y uno se siente como en casa. Otras son una mierda, tenés que aguantarte que todo el mundo esté drogado y que crean que estás a su orden para tener sexo después de los rodajes, en privado. En lo que sí coincido es en que casi todas las actrices estamos un poco cansadas del trato de los consumidores de porno, que siempre envían fotos de sus penes sin que lo pidamos o que están criticando nuestros cuerpos como si ellos tuvieran derecho a opinar.

 

— Justamente una de las críticas que se le hace a la pornografía es que degrada y menosprecia a la mujer mientras paralelamente avala y pondera la cultura machista…

 

— Los que afirman eso no tienen criterio porque no han estado dentro para saber cómo realmente funciona. Si se refieren al producto final de los videos, debo decir que el porno es una empresa que obedece a la demanda, entonces hay que revaluar los gustos de quienes ven porno. Además, a muchas chicas les gusta que les peguen y las escupan. Lo que sí vulnera realmente es la segmentación que la sociedad hace hacia nosotras, creyéndonos a veces de segunda categoría o menos valiosas.

 

— ¿Disfrutabas tener sexo en tu vida privada?

 

— Hubo una temporada en la que no lograba concentrarme para disfrutar, porque ya estaba acostumbrada a estar pendiente de las posturas y los ángulos. Ya puedo concentrarme de nuevo. También dejé de tener parejas sexuales fuera de los rodajes porque no quería ser el trofeo de nadie. Muchos hombres se me acercaban con la idea de tener sexo con una actriz porno y nada más.

 

— ¿Qué imagen tenías antes de ingresar y cuál te llevás de la industria?

 

— Yo no tenía nada estructurado de lo que podía ser la pornografía. Fui a ver qué pasaba, sin prejuicios, a ver cómo funcionaba todo. Con tres productoras me pasaron cosas horribles, y me di cuenta que buscan lo mismo con las chicas latinoamericanas. Me quedaba en casas en donde todo el día estaban consumiendo drogas y si me quedaba dormida se te metían en la cama. En la mayoría de los lugares me atendieron perfectamente, me sentía muy segura. Por suerte pude hacer el contraste.

 

— En redes sociales comenzó a circular la noticia de que te retirabas porque también habías contraído la infección del VIH. Lo relacionaban a tu escena con Nacho Vidal, ¿cómo lo percibiste?

 

— La verdad es que no me impactó lo de la gente en las redes sociales. Estaba y estoy acostumbrada a los agravios y a las mentiras. Sí me molestó mucho lo que leí y escuché de los colombianos, que fueron los que más me atacaron, no podía creer que le desearían algo a una persona. En realidad no me afectó eso, me afectó más pensar en que compañeras mías estuvieran infectadas. Lo de la gente va y viene, terminé reponiéndome.

 

— ¿Qué le pasa a una mujer latina que va a incursionar a otro país?

 

— A veces percibo que creen que las latinas somos tercermundistas, y cambian todo el rodaje y nos quieren someter a no tener otra opción. A mí no me pasó, pero hay otras chicas que aceptan trabajar con lo que le cambiaron o se vuelven para su país. Les toca ceder ante lo que pongan las productoras, o hacer prácticas que no estaban pensadas. Nunca permití que hicieran eso conmigo.

 

— ¿Te ofrecieron dinero a cambio de sexo fuera de los rodajes?

 

— Todo el tiempo me ofrecían ser prostituta. «Mi sueño es estar con una actriz porno, mi sueño es estar contigo», eso siempre estuvo. Dentro de la pornografía sucede mucho. Pero también muchas chicas utilizan la pornografía para que sus servicios cuesten más. En la vida real, en la calle, cuando la gente se me acerca, nunca hubo nada malo. Siempre hubo abrazos y cariño.

 

— Cuando comenzaste dijiste que no buscabas ganar dinero, sino disfrutar. Por lo que contás no la pasaste tan bien…

 

— Yo no creo que hacer pornografía sea un sinónimo de sufrimiento. Hay tantas cosas buenas como cosas malas, como en cualquier otra área. Se pueden hacer en mejores condiciones de producción. Prácticas, cada uno elige qué quiere hacer y qué no. Antes de cada rodaje se habla con las chicas y se les pregunta qué quieren y qué no. Esas condiciones pueden mejorar muchísimo, eso haría un mejor porno. Me gustaría que se grabara con preservativo. Si lográramos que haya rodajes con preservativos todo sería más fabuloso. Podríamos disfrutar mucho más. Las cosas cambiarían un montón.

 

— Hace poco lanzaste una escuela de porno en Medellín, ¿de qué se trata?

 

— La creé porque hay mucha gente que quiere ser actor, actriz, socio, productor. Todo el mundo quiere estar en esa industria. La hicimos para resolver las dudas de la gente. Capacitamos para saber cómo monetizar, cómo hacer un rodaje, qué escena hacer, los territorios inexplorados en la pornografía que son potencialmente exitosos. Hacemos una práctica con alguna actriz y un actor y yo les muestro cómo pararse, cuál es el ángulo y todas esas cosas que pasan inadvertidas.

 

— ¿Te arrepentís de algo?

 

— No me arrepiento de nada. Tuve una mala experiencia de una vez que terminé con una herida de cinco centímetros, pero todo sirvió para aprender, para crecer. Estoy satisfecha con todo lo bueno y lo malo que me pasó.

 

La primera universidad del porno en el mundo, el proyecto de Amaranta Hank