Hace unos días tuvimos el honor, Edo Sanabria y un servidor de Internet, de hacer la presentación de la primera novela de Moisés Naím, cuyo título encabeza este escrito.
Moisés Naím es un exponente global de la “intelligentsia” venezolana. Sus libros son exitosísimos en diversos idiomas y está considerado entre los intelectuales más influyentes del mundo. Escribe en El País de España (aunque muchos no están de acuerdo en que España es un país) y en otros medios de importancia mundial, estuvo al frente de la revista “Foreign Policy” (policía del extranjero), es un “think tank” reconocido en Washington (como los tanques de agua que tenemos en los apartamentos en Caracas, pero un su caso de pensamiento), recibió el premio Ortega y Gasset ( Gasset y no CD porque ya él usa “Spotify”). Lo anterior es solo parte de su haber intelectual. Por ello, cuando nos llamó a Edo y a mi para proponernos que presentáramos conjuntamente su libro con nuestra “Historieta de Venezuela”, nos dio como cosita con él. “Este está tratando de apoyarse en nuestro prestigio para conseguir más éxito” -nos dijimos-. Estuvimos a punto de decirle que no, pero al final a Edo y a quien suscribe nos conmovió su gesto y decidimos aceptar. Hay que apoyar a todos los paisanos para que surjan por el mundo y nosotros -la verdad sea dicha- pensamos que el tiene cierto talento y que merece nuestro apoyo.
Entrando en el libro: la primera novela de Naím tiene como telón de fondo lo que podríamos llamar, parafraseando lo que se ha usado para otros caudillos, el “auge y caída” de Hugo Chávez, aunque en este caso más que caída fue fallecimiento (perdón por el “spoiler”). En ese período de tiempo, una pareja de espías, de la CIA, ella (Chávez tenía razón) y de la inteligencia cubana, él (Guaidó tiene razón), desarrollan sus actividades en Caracas. El argumento tiene intriga, acción, persecuciones (con economía de carros destrozados porque eso es de serie gringa, no de novela latinoamericana de un país en crisis), romance y -aunque Naím se nos presente con esa carita de santo florentino- sexo, ¡mucho sexooo! Bueno en realidad el sexo no es tanto, pero como Naím necesita con urgencia vender este libro, exageramos un poquito lo del sexo, porque sabemos que vende.
La literatura, a diferencia de otro género de escritura, como el ensayo académico (en el que se ha destacado Moisés Naím), tiene a su favor el recurso de la ficción. Moisés Naím lo aprovechó al máximo para decir cosas que fuera de la literatura requerirían del rigor de la prueba. Pero la historia reciente de Venezuela tiene tal escala de surrealismo que a veces el lector se pierde en la novela: hay cosas que uno duda de si sucedieron en verdad, si son obra de la envenenada y maliciosa mente del escritor o de la envenenada y maliciosa mente del político que le sirve de protagonista.
“Dos espías en Caracas” es una síntesis, muy apegada a los hechos, de la tragedia que nuestro país enfrentó como consecuencia de la desmedida ambición de poder de Hugo Chávez, de su autoritarismo personalista y de la entrega que hizo del país a los designios de un líder extranjero cuyo nombre no voy a rebelar, mulato (recuérdese que Naím fue agente de la “Foreign Police” y tiene datos, expedientes e informes). Uno siente que el autor realiza un trabajo de arqueología literaria completando en la ficción literaria algunas secuencias de la difícil realidad política venezolana bajo del régimen chavista que aún dejan muchas incógnitas y explicaciones pendientes para los venezolanos, gracias al severo proceso de desinformación al que fuimos y somos sometidos, del cual, dicho sea de paso, también se da cuenta en sus páginas.
Hablando como lector, la novela me ayudó a revivir hechos y circunstancias cuya gravedad había olvidado con la aparición de nuevas razones para el dolor y la angustia. Este régimen realmente es mucho peor de lo que a veces alcanzamos a recordar, por tal razón este inventario de los males que en Venezuela produjo la antipolítica no nos viene mal a ninguno, a fin de repasar la lección que debemos aprender. Al lector de latitudes distintas a la nuestra, Naím le facilita la comprensión de algo que los venezolanos no podemos explicar completamente, todo ello en medio de un tejido de interesante ficción, de inesperados sucesos, con personajes tan reales que parecen imaginarios y tan bien imaginados que parecen reales.
Hace poco, en uno de sus escritos semanales, decía Vargas Llosa que Venezuela tenía que producir la literatura que analice, que de cuenta de los sucesos de los últimos tiempos, parece que hasta que la literatura las plasma las cosas cosas no son del todo. Ya ha comenzado a suceder y la novela de Naím es muestra de ello. Una novela de la que todos somos, sin duda, angustiados personajes atrapados en una trágica trama en la que ya solo anhelamos una palabra: “fin”.