Carlos Cardoen está acusado de importar ilegalmente circonio de Estados Unidos, un elemento utilizado en la fabricación de bombas de racimo
Por 26 años, el multimillonario empresario Carlos Cardoen no ha podido viajar fuera de su país por miedo a que lo arresten. Cardoen está acusado de importar ilegalmente circonio de Estados Unidos, un elemento utilizado en la fabricación de bombas de racimo para añadirles un potente efecto incendiario y que su empresa, Industrias Cardoen, vendió al régimen iraquí de Saddam Hussein en los 1980 y 1990.
En 1993, la Interpol emitió una orden internacional de arresto contra Cardoen por pedido de Estados Unidos en relación a esas acusaciones. Sin embargo, no fue sino hasta el 22 de marzo de este año que el Departamento de Justicia de EE.UU. finalmente registró una solicitud formal para la detención del empresario de 77 años.
La Corte Suprema de Chile dictaminó prisión domiciliaria para Cardoen y le dio a EE.UU. 60 días para formalizar el pedido de extradición.
Cardoen insiste en que las bombas fueron vendidas a Irak bajo el completo conocimiento y consentimiento de EE.UU. y sus abogados están litigando contra la solicitud de extradición.
Desde que la Interpol emitiera su «alerta roja», Cardoen ha dedicado su tiempo y considerable riqueza a la promoción de su región natal, en el valle de Colchagua, y en la preservación de las culturas de los pueblos autóctonos de Chile.
Esta última iniciativa le ha ganado amplios elogios y, en 2005, fue condecorado con la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral. Cuando el entonces ministro de Educación, Sergio Bitar, lo anunció como ganador, declaró que «nadie en la Tierra es un ángel».
Homenaje a los mineros
Cardoen ha puesto a su pueblo natal de Santa Cruz «en el mapa», según su hijo Andrés, que administra la fundación de la familia. «El museo de mi padre ha generado interés en la región», señala en referencia a la colección privada de artefactos de Cardoen, una de las más grandes en Sudamérica.
Entre las piezas en exposición en el Museo Colchagua de Cardoen se encuentra el documento original redactado durante la primera reunión del gobierno de Chile, en 1810.
También se jacta de una de las mayores colecciones de joyería indígena mapuche y un extenso homenaje audiovisual a los 33 mineros chilenos -y sus rescatistas- que estuvieron atrapados bajo tierra durante 69 días en 2010.
«Mi padre no es del tipo de coleccionistas cuyas pertenencias están contenidas dentro de cuatro paredes. Él quiere compartir, esas es su pasión», afirma Andrés Cardoen.
Vinos, autos y armas
A poca distancia en auto a través del valle se encuentra lo que Luis Navarra, de la oficina de turismo de Santa Cruz, llama el «Disneyworld del vino».
Con una extensión de más de un millón de hectáreas, la Viña Santa Cruz de Cardoen es el epicentro de su emprendimiento de incluir la vinicultura como uno de los atractivos de la región.
Un teleférico lleva a los turistas hasta un altiplano arriba del museo de automóviles de Cardoen, donde uno de los cuatro DeLorean que fueron modificados para la película Volver al Futuro, de 1985, se encuentra al lado de una selección de autos clásicos.
Pero mientras que muchos chilenos aprecian los esfuerzos de Cardoen de compartir sus tesoros con la gente de Santa Cruz, su rol de pionero de la industria privada de armamento ha sido polémico durante mucho tiempo.
Daniel Prieto, una analista de defensa y profesor de política global que trabajó con Cardoen hasta 1985, dice que Industrias Cardoen ha estado desarrollando armamento para propósitos defensivos desde finales de los 70, cuando las tensiones con la vecina Argentina estaban por lo alto.
Durante el régimen del general Augusto Pinochet, Chile no podía importar armas debido a un embargo internacional y con ambos países vecinos al borde de una guerra en 1978, la industria privada de armas en Chile tomó una importancia clave.
«Las armas se fabricaron para defender a Chile», explica Prieto. «Pero cuando estalló la Guerra de las Falklands/Malvinas (en 1982, entre Argentina y Reino Unido), la amenaza argentina se disipó».
Prieto recuerda que hubo mucha discusión sobre los que Industrias Cardoen debería hacer con su tecnología armamentista. Finalmente, se decidió que se buscarían mercados extranjeros que compraran el producto.
Cambio de actitud
Uno de esos mercados extranjeros fue Irak. Cardoen insiste en que las bombas fabricadas por su empresa para uso en Irak entre 1982 y 1991 se vendieron bajo el completo conocimiento y consentimiento de EE.UU.
Pero, cuando Saddam Hussein invadió a Kuwait en agosto de 1990, catalizando una contraofensiva liderada por EE.UU., la postura estadounidense cambió, señala el analista.
«Para ese entonces yo había salido de Industrias Cardown, pero podía observar desde afuera cómo la actitud de EE.UU. hacia Carlos había cambiado, y ellos bombardearon dos plantas de producción que él tenía en Irak«, recuerda Prieto.
Estados Unidos también confiscó propiedades que pertenecían a Cardoen en Miami. No está claro por qué EE.UU. no solicitó la extradición del empresario al mismo tiempo que pidió a Interpol que emitiera la orden de arresto internacional, pero la larga demora no ha pasado desapercibida.
«(EE.UU.) exigió la detención (de Cardoen) con miras a una extradición casi 26 años después de que la primera acusación se hiciera», comenta la abogada de Cardoen, Joanna Heskia. «Es una solicitud basada en crímenes que no existen en Chile, así que no pueden ser procesados», arguye.
Pero funcionarios estadounidenses insisten en que Cardoen sea enjuiciado en EE.UU. por supuesta violación de las leyes aduaneras al declarar falsamente que el circonio que su empresa importó era para uso civil y no militar.
Postura desafiante.
La abogada Heskia dice que el equipo de defensa de Cardoen «espera probar, a través de medios judiciales que las acusaciones en contra de Cardoen son arbitrarias e ilegítimas y que han contribuido a que Interpol mantenga una alerta roja ilegal en su contra por más de un cuarto de siglo».
A pesar de la antigua y continua alerta de Interpol, el apoyo a Cardoen dentro de Chile se ha mantenido firme durante décadas, con cada uno de los tres más recientes presidentes manifestándole su apoyo.
Solo dos semanas antes de que EE.UU. registrar su solicitud de detención, un grupo de 23 senadores exhortaron al presidente Sebastián Piñera a que apoyara a Cardoen contra la prolongación de la alerta «ilegal».
Marcelo Santander, curador del Museo de Colchagua, insiste en que «Carlos es uno de los individuos que más ha hecho para preservar la cultura de nuestro país». Cardoen sostiene que fue victimizado por EE.UU. pero se mantiene desafiante.
Mientras esperaba la decisión de Chile sobre si será extraditado a EE.UU., le dijo a la prensa local: «Le vendí al régimen iraquí con todo el apoyo (de EE.UU. Sin embargo,) los vientos políticos cambiaron y ellos vieron en busca de un chivo expiatorio«.