Dos destinos turísticos amenazados por exceso de visitantes en Latam

El Machu Picchu y el Caño Cristales sufren impactos negativos producto del gran volumen de visitantes que reciben.
El Machu Picchu y el Caño Cristales sufren impactos negativos producto del gran volumen de visitantes que reciben.

El gran volumen de visitantes que reciben algunas zonas de Latinoamérica tiene un impacto negativo en zonas de atractivo natural y cultural.

El Caño Cristales recibió cerca de 16.000 turistas durante 2016.
El Caño Cristales recibió cerca de 16.000 turistas durante 2016.

Todo exceso es malo y el turismo parece no ser la excepción. El exceso de visitantes está poniendo en ‘jaque’ a dos reconocidos destinos dentro de Latinoamérica, arriesgando a que se generen pérdidas irrecuperables en importantes destinos naturales y culturales de la región.

Uno de los más amenazados es Machu Picchu. La antigua ciudadela inca, situada en los Andes peruanos, es un destino que ningún turista ávido se quiere perder. No obstante, el exceso de visitantes y la presencia de numerosos operadores turísticos informales han ido provocando daños en los caminos, acumulación de basura y el surgimiento de múltiples sitios de acampada.

A fin de minimizar los daños, el gobierno peruano limitó el número de personas que pueden hacer el Camino del Inca por temporada. Una medida que no ha sido la única. Al mismo tiempo cierran el sitio por mantenimiento cada febrero. A pesar de los esfuerzos, se sabe que el sitio supera el límite de visitantes recomendado por la Unesco, que sugiere un máximo de 2.500 por día.

Colombia en riesgo

El Caño Cristales, situado en la Sierra de la Macarena (departamento de Meta), es conocido como el «arcoíris líquido«. Inicialmente, como esta región, en el centro del país, estaba ocupada por las guerrillas de las FARC, el turismo (tanto local como extranjero) era inexistente.

Pero en años recientes, sobre todo a partir de la firma de los acuerdos de paz en 2016, los turistas han comenzado a visitar los paisajes de la zona, utilizando como base la pequeña ciudad de La Macarena.

Aunque no recibe tantos turistas como los otros destinos de la región (recibió cerca de 16.000 en 2016), las autoridades turísticas tienen por delante el desafío de proteger este delicado ecosistema de la llegada sin precedentes de visitantes.

Se teme, por ejemplo, que a medida que aumenta el número de visitantes, aumente el grado de contaminación y resulten dañadas las preciosas plantas acuáticas. Por esta razón, en diciembre se restringió el acceso al río, para darle un descanso.