La investidura de Pedro Sánchez y el Día Internacional de la Tolerancia

La sesión de investidura en la cual es reelegido Pedro Sánchez, PSOE, coincidió con el 16 de noviembre Día Internacional de la Tolerancia, que fue adoptado desde 1995 por decisión de la Asamblea General de la ONU.
El hecho político resulta muy oportuno para reflexionar sobre los niveles de tolerancia política en España porque en medio de una crisis como la que ha generado el tema de la amnistía, más allá de los pactos entre fuerzas políticas, que de por sí han generado mucha polémica, hay tres hechos concretos ocurridos en el marco de un acto solemne como el de la investidura que son claros ejemplos para reflexionar sobre el papel de las autoridades públicas en la preservación de la convivencia armónica y pacífica de la sociedad.
Un papel que resulta muy complejo y además, clave, en un momento en el cual prácticamente las fuerzas políticas que ocupan el primer y segundo lugar, así como aquellas que lograron el tercero y cuarto lugar, presentan resultados electorales muy similares, que hace indispensable y necesario los acuerdos políticos para lograr alcanzar una mayoría en el Congreso de Diputados, esas 4 fuerzas políticas registran el apoyo de un poco más del 80% del electorado de España.
En ese sentido, quiero recordar que el PP logró registrar 33% de los votos y el PSOE el 31%; mientras que VOX y SUMAR, lograron cada uno 12% de los votos del electorado, por lo tanto la polarización en el debate político parlamentario es una realidad inminente que profundizará la crisis existente en el reconocimiento de todos los partidos por un proceso que por un lado el PP a través de Alberto Nuñez Feijóo denunció que nacía de un fraude, mientras que el candidato a la investidura, Pedro Sánchez, en sus primeras palabras, reafirmó en al menos 6 oportunidades que tanto las elecciones, como las protestas y sus acciones estaban amparadas en el marco constitucional.
En ese contexto, quiero destacar tres hechos que aportan importantes elementos para la reflexión sobre la tolerancia política en estos momentos en España, los cuales ocurren en el marco de una sesión solemne de investidura, en la sede del Congreso de Diputados y cuyos protagonistas son autoridades públicas legitimamente electas:
El primer hecho tiene que ver con la burla, y hace referencia a ese momento en el discurso del candidato y presidente en funciones, en el cual se ríe, logrando aplausos y risas entre los diputados, burlándose de unas palabras expresadas por el líder de oposición y ex candidato a la investidura, Alberto Núñez Feijóo y que el titular de europapress lo registró precisamente como “burla”1.
El segundo hecho tiene que ver con la libertad en el debate político cuando los diputados expresan sus opiniones y tiene que ver con la llamada de atención por parte de la Presidenta del Congreso, Francina Armengol, cuando ha reclamado a Santiago Abascal, diputado por VOX, que retier las palabras de golpe de Estado o en su defecto ella las retiraría.
A lo cual Abascal respondió “ya ni los diputados tienen libertad de expresión en la tribuna de oradores del Congreso”.2 Precisamente la participación de Abascal, acusando a Sánchez como promotor de un golpe de Estado, llevó al diputado Patxi López, PSOE, a reclamar que las palabras de Abascal podrían calificarse como mensaje de odio y calificó de ofensa que la afirmación que tanto Sánchez como el PSOE eran promotores del odio y en tal sentido, expresamente el diputado señaló que eso no se podía tolerar.3
Un tercer hecho, si bien no fue un discurso en el marco de la investidura, sucedió en ese contexto cuando las cámaras enfocaron a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien en sus labios parece haber dicho “hijo de puta” al presidente en funciones y candidato a investidura, Pedro Sánchez y que luego por redes e incluso la misma presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid confirmó y de forma irónica señaló “A mí desde luego me gusta la fruta”.4
A lo largo de la campaña electoral ambos candidatos se acusaron mutuamente de mentirosos, igual sucedió en la investidura,  en este sentido, cuando se repite tantas veces que alguien es mentiroso, como ha sucedido a lo largo de los meses anteriores y en la propia sesión, pareciera que en la percepción general, deja de ser ofensa y se convierte en un calificativo más en el discurso, pero aún así, debilita la imagen del político y en consecuencia de la autoridad respectiva, principalmente ante los ojos de quienes no militan en partidos.
Las ofensas, la burla, son parte de un discurso de odio, que de no poder contrarrestarlos pueden llegar a romper los límites de la tolerancia generando consecuencias impredecibles, o tal vez, simplemente, pueden pasar desapercibidos como ocurre en muchos casos, por suerte, a través de las redes que si bien permite la libertad de expresión, también se convierten en peligrosas vías para sembrar mensajes de odio.
Por su parte la censura, resulta una expresión concreta de la intolerancia, más aún cuando en el marco de un debate político, en la sede de un Parlamento; si bien es comprensible que el debate político sea directo, que se usen herramientas como la ironía, que en algunos momentos las pasiones lleven a uso de términos fuertes; cuando el discurso político desde las autoridades empiezan a usar la ofensa, la burla y el menosprecio de forma regular y permanente, desde la representación que legítimamente ostentan, las instituciones se van debilitando progresivamente corriendo el riesgo de perder la credibilidad y en consecuencia la confianza de la ciudadanía, no en la persona, sino en la institución política.
Respeto y reconocimiento, son dos valores claves en cualquier definición y explicación de la palabra tolerancia, y son dos valores que cuando se ausentan del modelaje político, no sólo afecta a las propias instituciones políticas, sino que además, debilita la capacidad institucional de responder con efectividad ante algunos problemas sociales como por ejemplo, los insultos y falta de respeto entre alumnos y padres frente a profesores en el sistema educativo español, problema que recientemente se alertó que había aumentado5.
Tolerar no quiere decir ceder, tampoco supone tolerar todo, hay límites y así lo reconocen todos los estudiosos del tema, y precisamente son las autoridades políticas y más aún los parlamentarios, quienes detentando una representación política, tienen la tarea de diseñar el tejido institucional, que en el campo de la dinámica social, de lo racional, debe ser capaz de preservar los niveles de cohesión social necesarios para que la tolerancia sea un valor que garantice la convivencia pacífica y armónica de la sociedad.
Carlos Romero Mendoza.
@carome31
Acerca de Carlos Romero 170 artículos
Director de Asociación Civil Eccos de Paz. Estudioso e investigador de temas locales y de participación ciudadana, con experiencia en docencia universitaria y autor de varios libros y artículos sobre institucionalidad local.