Parece que Europa está dispuesta a asumir el rol protagónico que debía haber asumido hace ya muchos años en el escenario internacional. En realidad, lo ha hecho por necesidad y no por convicción -o por convicción de la necesidad- de estar preparada ante la amenaza que Rusia representa para la estabilidad de occidente.
Ucrania vio cómo Rusia se apoderaba de Crimea en 2014, y financiaba grupos separatistas en las zonas orientales del Donetsk y Lugansk sin que Estados Unidos o la Unión Europea hicieran nada. Por cercanía geográfica e interés estratégico, le correspondía a la Unión Europea haber dado un paso al frente, pero la corrección política y los intereses particulares lo impidieron.
Ucrania no forma -a día de hoy, martes 28 de febrero- parte de la Unión Europea; además, Alemania y Europa tienen una alta dependencia energética de Rusia, sobre todo en materia de gas. Alemania tenía intereses propios en la construcción del gasoducto Nord Stream 2 proveniente de Rusia, para garantizar un mayor flujo de gas.
Putin, al ver que no hubo consecuencias después de invadir Crimea, y sintiéndose apoyado por su armamento nuclear, su ejército y su fama de matón, decidió seguir con el bulling contra Ucrania; sin embrago, no tomó en consideración ni al presidente Zelenski, ni a la animadversión que su figura y sus actos despertarían en la población mundial -Estados Unidos y la Unión Europea cometieron el mismo error-.
El plan estaba trazado, los esbirros rusos en Donetsk y Lugansk declararon la independencia y denunciaron años de acoso, torturas y hasta genocidio por parte del gobierno ucraniano. Putin, con su excusa a mano, ordenó la invasión para ir en ayuda de sus aliados. Los resultados fueron en un principio los esperados: miedo, confusión y ríos de personas tratando de salir de Ucrania para salvar la vida.
El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, hizo una aparición para pedirle a Putin que por favor se detuviera y que le diera una oportunidad a la paz; la presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen declaró que se iluminaría la sede de la institución con los colores de la bandera de Ucrania en señal de solidaridad y, Josep Borrel, Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, declaró la expulsión de Rusia de Eurovisión, y el traslado de competiciones deportivas que tendrían lugar en Rusia a otros países europeos.
Ante la parsimonia mundial demostrada en estas declaraciones, el presidente Zelenski emitió un vídeo denunciando que habían dejado solo a su país y que los líderes mundiales tenían miedo, pero que, a pesar de todo, ni él ni su familia saldrían de Ucrania. Ordenó la movilización militar para la defensa del estado y así, sin más, se convirtió en la figura del momento, en ese héroe que se enfrenta a todo y a todos en defensa de aquello que ama y de aquello en lo que cree.
El mensaje y la actitud de Zelenski se viralizó de tal forma y recibió tal apoyo, que la presión en redes sociales y demás medios informativos comenzó a surtir efecto en los distintos líderes mundiales, amén de la actitud de Putin, que abrió la guerra en varios frentes simultáneos, contando con la ayuda de Bielorrusia y de mercenarios chechenos.
Así pues, con la certeza de que la amenaza era real para el resto de Europa, la Unión Europea, junto al Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Japón o Australia entre otros, comenzaron a enviar armas y municiones a Ucrania e iniciaron la aplicación de sanciones económicas contra Putin, magnates, bancos e instituciones rusas. Además de esto, Alemania, particularmente, canceló la construcción del gasoducto Nord Stream 2, aumentó el gasto en defensa hasta el 2% de su PIB, y anunció la creación de un fondo de 100.000 millones de euros para la modernización de las fuerzas armadas.
Esta decisión pareciera apuntar a que Europa ha asumido la responsabilidad que en materia de defensa le corresponde asumir de acuerdo con su peso en el concierto de naciones, espero que esta decisión sea seguida por el resto de los países miembros de la UE.
Siendo hoy martes cuando escribo estas letras, falta ver la reacción de Rusia ante las sanciones mundiales. Consecuencias habrá para todos sin lugar a dudas, pero si no se actúa a tiempo y con decisión, las consecuencias serán peores y más duraderas en el tiempo. Por cierto, España no ha hecho envío alguno de armas o municiones, tampoco aprobó la inclusión de Ceuta y Melilla bajo la protección de la OTAN para garantizar su defensa. Por eso es que no nos toman en serio en ningún lado, porque tenemos el peor gobierno posible en el peor momento posible.