El año finaliza y toca hacer balance, ¿ha sido el 2021 un año positivo para España?
Los datos son tantos y en tantas áreas, que voy a limitarme a enumerar sólo algunas noticias para que cada uno pueda sacar sus propias conclusiones.
A nivel económico, empezamos y finalizamos el año como campeones en paro juvenil europeo; como la peor economía de la OCDE y con las peores cifras de recuperación y crecimiento económico dentro de la UE.
Por si no fuese suficiente, el aumento exagerado y sostenido del precio de la luz y el gas, el aumento de impuestos, el aumento en los precios de los alimentos y demás bienes, arengados por una inflación que no se veía en casi treinta años y -faltaría más-, el aumento en la edad de jubilación.
El gobierno de España -el de Pedro Sánchez y sus socios-, es el gobierno europeo que menos ayudas ha dado a los emprendedores y al sector privado para paliar los efectos devastadores que todavía hoy provoca la pandemia del COVID.
Sobre la justicia, el indulto otorgado por el gobierno a los presos por sedición, malversación y desobediencia en cataluña, a pesar de la postura unánime de los doce magistrados del Tribunal Supremo que rechazaron la medida por no haber arrepentimiento por parte de los privados de libertad ni encontrar razones de 《justicia, equidad o utilidad pública》en la liberación de estos personajes.
La pretensión de repartirse el CGPJ por parte del poder político, en este caso PSOE, PP y UNIDAS PODEMOS, es lamentable.
Ciertamente no se ha producido dicha repartición ya que el PP se niega a pactar. Pero no olvidemos que en 2018 la negociación ya estaba pactada -o casi-, hasta que se filtró un mensaje de texto del senador Cosidó donde comentaba que el PP controlaría la sala segunda del Tribunal Supremo 《desde detrás》, lo que dio al traste con la negociación y permite exhibir hoy esta nueva postura ética y de interés por la separación de poderes que exhibe el PP.
Y mientras unos pasan por encima de la ley y pretenden controlarla mediante acuerdos oscuros; otros, son víctimas de la falta de sentido que en algunos casos se da en la legislación española.
Tal es el caso del anciano de 77 años encarcelado por disparar de muerte a un delincuente que entró en su vivienda durante la madrugada con una motosierra en las manos. ¿Dónde queda el derecho a la legítima defensa? ¿Y la defensa a la propiedad privada? Que se lo cuenten a las miles de personas que sufren a manos de los 《okupas》.
O el caso del niño de Canet, cuya familia, a pesar de vivir en España, tuvo que recurrir a la justicia para que le dieran el 25% de las clases en castellano, porque la Generalidad pretende dar clases sólo en catalán.
Por último, el surgimiento de la sexta ola de COVID, ahora a manos de la cepa ÓMICROM que se contagia de forma extremadamente fácil pero que, al parecer, no es tan letal como el resto de variantes. Esto ha motivado -a nivel mundial, no sólo en España- un nuevo debate sobre la libertad y la responsabilidad de los individuos y una nueva oportunidad para los políticos de suprimir libertades y limitar derechos con decisiones ineficaces o, cuando menos, disparatadas.
Es de destacar la valentía de la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, de mantener la coherencia y defender la libertad de los ciudadanos.
Estas noticias, aunque deprimentes y, en algunos casos desalentadoras, deben ser recordadas para no olvidar quiénes son los causantes de la situación que vivimos; sin embargo, quiero finalizar mi último artículo del año reconociendo algunas de las muchísimas cosas buenas que pasan a diario y que también debemos recordar porque nos llenan de orgullo y esperanza para el nuevo año.
Como no puede ser de otra forma, lo mejor que tiene un país es su gente, aquella que sin importar cómo ni dónde, da -a pesar de todo y de algunos- lo mejor de sí para desarrollarse personal y profesionalmente y, hacer de España, un mejor país cada día.
Reconozcamos el valor y el mérito de los trabajadores, los del campo, los del mar, los de la ciudad, quienes día a día trabajan para que disfrutemos de la vida con las comodidades que conocemos.
El 2021 demostró la solidaridad de la gente, que se manifiesta por igual frente a retos y tragedias como el COVID, Filomena, el volcán de la Palma o la DANA y nos demuestra que juntos somos invencibles y capaces de superar cualquier obstáculo.
También sirvió para disfrutar de la familia, esa con la que algunos se reencontraron y que otros aprendieron a valorar aún más en 2020, cuando atravesamos lo más duro del COVID. Esa familia que es el centro de nuestras vidas, la fuente de nuestras costumbres y raíces, donde buscamos refugio, esa familia que es, en definitiva, el corazón de España.
Demostró el valor de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que sin importar el lugar ni la situación, están siempre allí para salvaguardar nuestra integridad, así como para garantizar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes que de ella emanan.
Y por supuesto, el 2021 nos recordó a nuestros deportistas, a todos aquellos que en cada competición nos demuestran que los años de preparación, sufrimientos y sacrificios, sumados a la disciplina y la constancia, son los ingredientes necesarios para alcanzar el éxito en cualquier proyecto que nos propongamos.
Mantengamos nuestra humanidad y nuestro sentido común por encima de todo, y recordemos lo bueno para seguir haciéndolo y lo malo, para no repetirlo.
Mis mejores deseos para este nuevo año 2022.