El artista y emprendedor brasilero ha presentado el taller ‘Descubriendo el mundo de las instalaciones interactivas’ en Espacio Fundación Telefónica.
La tecnología y el arte continúan estrechando sus lazos. Los espacios interactivos siguen ganando espacios en las galerías de arte moderno, principales zonas de las ciudades y en las actividades organizadas por las grandes empresas. Un mundo que, si bien parece lleno de misterios para algunos, es una de las áreas de especialización de Alberto Levy, artista y emprendedor brasilero con un Máster en Telecomunicaciones Interactivas de la Universidad de Nueva York y con obras que, incluso, han estado expuestos en el MOMA.
A través de su primer workshop en España, denominado ‘Descubriendo el mundo de las instalaciones interactivas’, Levy ha permitido conocer los secretos que están detrás de los espacios interactivos. Esos donde “la creación no surge de un elemento o de una idea única, sino de la evolución natural al mezclar las referencias personales con las propias influencias que se han venido adquiriendo a lo largo de la vida”, apunta desde las instalaciones de Espacio Fundación Telefónica.
Uno de los grandes retos es la adaptación de esta red creativa a un espacio determinado, con sus características, el público que lo visita e, incluso, aspecto como la iluminación o el material con el que está creada la infraestructura. En este sentido, es un proceso que es fundamental para determinar el éxito de la integración de los usuarios de la obra, ya que una mala adaptación hará que las personas sean menos receptivas o que no se logre el efecto buscado, por lo que se pierde valor en el ámbito interactivo.
“No estoy de acuerdo con la definición tradicional de arte interactivo. En la mayoría de los casos se vincula a la obra, casi obligatoriamente, con la tecnología; al contrario, creo que la importancia está en la participación en primera persona del usuario, ya tenga o no un canal tecnológico”, apunta Levy. En este sentido, agrega que “la clave está en que los visitantes pasen de una participación visual o intelectual a otra mucho más física”.
En la misma línea, el emprendedor brasilero recalca que “en los proyectos reactivos basta con que un usuario pulse un botón para generar una acción directa, como encender la luz o reproducir música; pero a mi entender esto se queda corto. Por eso, es básico que los espacios interactivos tengan un intercambio constante de mensajes, así como ocurre en un diálogo”. Una técnica que permitirá una reacción más personalizada.
Un dialogo donde “la tecnología no funciona por sí sola, ya que también requiere del arte y de generar emociones en los espectadores”. En este sentido, Levy ha destinado tres días para que los participantes no solo tengan una aproximación al mundo de las instalaciones interactivas sino que, además, salieran con un proyecto propio en las manos para poder desarrollarlo.