El chanteje de Marruecos

Marruecos chantajea a España con la inmigración ilegal

Marruecos utiliza a su propia población y a la de otros países como arma disuasoria para conseguir beneficios económicos y políticos.

Aún cuando no es un país desarrollado, Marruecos cuenta con una situación privilegiada en muchos aspectos, y entre ellos podemos destacar tres para empezar.

En primer lugar,  su situación geográfica frente a las costas del sur peninsular y el archipiélago canario al oeste, le garantizan una relación de estrecha de colaboración no sólo con España, sino con la Unión Europea.

Además, Marruecos tiene la capacidad de controlar los flujos migratorios de personas que se desplazan desde distintos países de África para poder llegar a Europa a través de España.

Y por supuesto, de la misma forma que puede evitar el flujo migratorio ilegal, también contribuye a evitar la entrada de yihadistas al viejo continente.

Pero las relaciones de cooperación que deberían existir entre los dos países que más que socios son vecinos, pasa actualmente por una crisis, como casi siempre que Marruecos así lo quiere.

Porque, más allá del tema del frente Polisario  o de la hospitalización «por razones humanitarias» de su líder, Brahim Ghali en Logroño a causa del COVID, por parte del gobierno de España, la actuación de Marruecos es un nuevo pulso contra España.

Un pulso como el que hace constantemente al permitir la salida de pateras hacia las costas canarias que crearon situaciones de inseguridad y peligro hace pocos meses atrás; también podríamos remontarnos al episodio del islote de Perejil; es decir, son escaramuzas planificadas y ejecutas para ver la capacidad de reacción y la contundencia de la actuación de España.

Marruecos, con la excusa de Ghali, se muestra ofendido, además de envalentonado por el apoyo que Estados Unidos le dio en lo referente a la soberanía sobre el Sáhara Occidental durante los últimos días de gobierno del presidente Trump, y el reconocimiento a la importancia de su papel en la región, expresado este marte por parte del presidente Joe Biden para referirse a la escalada de violencia entre Israel y Hamas.

Esta mezcla de victimismo y valentía es el marco del ataque que España sufrió a partir del lunes en el que en menos de veinticuatro horas, más de ocho mil personas ingresaron de forma ilegal en suelo español; y, donde de esos ocho mil, más de dos mil son menores de edad no acompañados.

Lo que no se dice, es que si bien se han realizado -martes 18- los trámites para la devolución de más de 4000 personas -según el ministro Marlaska-, esos menores no acompañados no se pueden regresar de inmediato, primero hay que identificarlos y conocer su situación, seguramente todos o la gran mayoría queden tutelados a manos del estado español.

Y ante esta situación, donde están grabados los vídeos donde se ven inmigrantes que no han entrado aún  atacando con piedras a los policías y guardias civiles al otro lado de la cerca, ¿qué hace el gobierno de España? Pues movilizar unidades del ejército y por supuesto, hacer una donación de más de 30 millones de euros para «ayudar» a contener la inmigración ilegal al reino de Marruecos.

La actuación de España ante este ataque por parte de Marruecos -confirmado por su embajadora en Madrid Karima Benyaich, al decir que las decisiones de España tienen consecuencias- ha llegado tarde y ha sido insuficiente, no es posible que Rabat abra literalmente las verjas que separan Ceuta y Marruecos y sean ellos quienes llamen a su embajadora a consultas, ¿y España?.

Esto no es un tema de inmigración, es un tema de chantaje internacional por parte de Marruecos y de debilidad por parte del gobierno de Pedro Sánchez, porque, estemos claros, con otro gobierno, esto no hubiese sucedido.

https://iberoeconomia.es/opinion/negociacion-o-chantaje-en-venezuela/

Acerca de Daniel Lema Rincón 90 artículos
Politólogo, Master Seguridad y Defensa y en Adm. Pública. Gabinetes Estratégicos, Seg. Ciudadana y Campañas Electorales. Siempre me ha motivado ayudar a aquellas personas que lo necesitan, por eso, mi vocación me llevó al servicio público a través de la política; primero en España, luego en Venezuela.