El sistema de formación MIR (médico interno residente) fue todo un reto cuando se decretó en 1978 (sabemos que, anterior a esta fecha, ya existían hospitales que realizaban formaciones específicas en algunas especialidades). El MIR fue y es un programa de formación que implica adquisición de responsabilidades y capacidades de forma progresiva, cuyo principal objetivo es asegurar una adecuada formación especializada.
Recientemente, con la fallida incorporación del proyecto de la Troncalidad en el sistema MIR, han salido a la luz tanto detractores como defensores de ambos sistemas, Lannisters contra Starks, cuyo objetivo común era la conquista de los Siete Reinos, en otras palabras, buscando la optimización de la formación. Más de una batalla se ha librado en el transcurso, incluso alguna épica como la gran batalla de los Bastardos. Bajo mi punto de vista, y como si fuera Daenerys Targaryen con sus 3 dragones, ambos sistemas se enfrentan en un futuro a los mismos retos:
- Uno de los dragones de Khaleesi se llama Drogon, y en nuestro primer gran reto lo denominaremos “El gran Drogon”. Estos últimos años mientras se desarrollaba la troncalidad, nos hemos encontrado el gran muro del reino institucional, como si del “Muro de Invernalia” se tratara. Hemos presenciado el deseo de algunos “caminantes” queriendo escalar dicho muro, y no solo se han topado con su altura sino con los “Guardias de la Noche”. Con la burocracia que limita, más que facilita la labor legislativa, de establecer nuevas especialidades y desarrollar algunas subespecialidades, la labor de las Unidades Docentes de hacer realidad estos planes formativos están totalmente dificultada. Saltarse ese gran muro solo se puede hacer o bien teniendo un gran ejército, o que ambas partes estén a favor de abrir sus puertas.
- Rhaegal era el nombre de otro dragón (reconozco que lo he tenido que buscar en internet, no soy tan friki). Digamos que el segundo reto es la mejora del sistema de evaluación del MIR. Tutores y jefes de estudio han encabezado distintas iniciativas desde hace unos años con este fin. Evaluación real, por competencias, adaptada a cada especialidad, participativa, que sea parte de un proceso y no un hecho aislado. Todos conocemos algún “Hodor” (el actor gigante y nada agraciado), que chupa minutos en los capítulos sin decir una sola palabra más que su nombre. Lo que quiero que visualicen es a ese médico residente que, sin adquirir las competencias necesarias, ha obtenido el título de especialista. Estos casos puntuales son la punta más visible del iceberg, lo importante es todo ese potencial que estamos perdiendo por no prestar la suficiente atención a este apartado del aprendizaje. Y por favor, que alguien le diga a los guionistas de esta serie que le den algunas frases más al pobre Hodor.
- Nuestro último dragón Viserion quiere hablarles sobre la necesidad de integrar a los residentes en el diseño y toma decisiones, ya que actualmente su papel es muy testimonial. En este momento me viene a la cabeza Arya Stark, la pequeña de la familia Stark. En un principio fue un personaje insignificante, y vemos como en las últimas temporadas ha resultado ser muy protagonista. Es difícil esto de comparar y no hacer spoiler, pero lo que sí puedo decirles es que todas las vivencias de esta niña reflejaron su comportamiento futuro. Presenció muchas injusticias, dolor, opinó y no fue escuchada, peleó por ser la mejor, fue ayudada por algún vislumbrado que vio habilidades futuras en esa personita… No sé ustedes, pero yo me veo reflejada en ella. Actualmente, el residente juega un papel meramente productivo. Su opinión no parece ser relevante en ninguna institución, incluso ellos mismos se sienten en una posición vulnerable. Por suerte, surgen voces y colectivos que deciden opinar sin miedos y proponer alternativas y procesos participativos.
En este punto también podríamos comentar el papel, cada vez más protagonista, que juegan los pacientes, como si de John Snow se tratara, que empezó como un don nadie y acabó siendo el rey del mambo. La reciente incorporación del conocido como “protocolo sobre la intimidad del paciente” es una muestra de ello. No solo cambia la dinámica a la hora de trabajar de los residentes, sino incluso la futura formación de los estudiantes de ciencias sanitarias (esos grandes olvidados, justo como Robb o Ned Stark)
Como conclusión, y sin perder nuestro hilo conductor, tenemos dos grandes opciones: matar a los dragones dialogando con su dueña (no sé ustedes, pero yo no hablo Dothraki y tampoco trago a la Khaleesi) o formar un gran ejército que acabe con ellos. Cambiar nuestra formación es responsabilidad de todos, de los que estuvieron, de los que están y de los que estarán. Y no, no es una frase de Juegos de Tronos, es cosecha mía (si Paulo Coelho no se la ha apropiado).